Un pantalón vaquero puede ser la pieza de ropa más cotidiana de nuestro armario. Aquí y en todo el mundo. ¿Quién no tiene al menos un artículo de tela vaquera? Los estudios de consumo en Europa nos dicen que tenemos de media 5,5 piezas. Ya sabe si Usted tiene solo dos, otro tendrá casi diez, cosas de la estadística.

Los franceses que lo estudian casi todo, han realizado estudios sobre un pantalón vaquero y su impacto ambiental, porque lo tiene y mucho.

Un pantalón normal tiene un peso medio de 666 gramos, curioso pero ese es su peso. Incorpora a la tela, hilo y piezas de cobre, generalmente, para cremalleras y remaches. En concreto suelen llevar seis remaches, una cremallera y cuatro botones.

Los vendidos en Europa suelen proceder de Túnez o de China en su mayoría. Es allí donde se producen o fabrican. Pero esos materiales provienen, a su vez, de distintas partes del mundo.

El origen del algodón, la parte principal del pantalón, se sitúa en plantaciones intensivas de India, y en menor medida de Uzbékistan Egipto (los principales productores de este material, junto a China, EEUU o Pakistán).

La movilidad o transporte de eso algodón ya nos empieza a dar cifras del impacto ambiental de este. Dependiendo de la procedencia del cargamento su recorrido y su impacto es distinto. Así, los cargamentos de India y Uzbékistan cubren un largo viaje por carretera, raíles o mar, de 7.500 y 11.000 kilómetros, respectivamente, hasta llegar al puerto de Singapur, y allí son embarcados para recorrer otros 10.000 km hasta Túnez. El trayecto desde Egipto es mucho más corto: 240 km en camión hasta el puerto de Alejandría y otros 1.886 por mar hasta Túnez. Tras confeccionar los pantalones en este país africano, todavía quedará embarcarlos de nuevo hacia Génova, Italia, y de ahí transportarlos en camión los más de 900 km hasta París o más de 1.200 km hasta Madrid, por ejemplo.

Puede ahora mirar su pantalón vaquero, si lo lleva puesto o lo tiene en el armario, y sabrá que ha viajado más que Usted, posiblemente, en toda su vida. Las emisiones de CO2, principal gas de efecto sobre el cambio climático de un simple vaquero son tremendas, multiplíquelo por los 5,5 que le corresponden de media y la cifra sube más. El transporte de mercancías es el principal emisor de gases contaminantes. Con esto le doy una pista o argumento más sobre la importancia de la compra de proximidad. Así ya podemos reducir con una simple pieza de ropa, nuestro impacto ambiental y, además, favorecemos el comercio y la industria de cercanía.

Seguimos. Llama la atención las grandes necesidades de agua de los cultivos para producir el algodón, unos 7.000 litros por kilo de fibra, así como sobre la contaminación con pesticidas y herbicidas que se produce en esta etapa inicial. Luego hay que transformar este material en hilo y elaborar el tejido vaquero. Unos pantalones requieren de 1,5 m2 de tela. La media de gasto de agua para producir ese metro y medio de tela vaquera es de unos 9.000 litros. Eso sin llegar a casa. Si además la tela vaquera debe desgastarse, lavarse a la piedra, ácido... la suma de productos tóxicos es alta y si la producción es en países sin mucho “rigor ambiental o garantías de salud de los trabajadores” puede Usted imaginar.

Cuando llega a casa con el pantalón vaquero seguimos consumiendo agua y energía. En agua consumiremos unos 3.480 litros. Y en consumo energético y sus consiguientes emisiones de CO2 derivadas de este, también subimos. Sobre el total de emisiones de gases inherentes a ese pantalón: cultivo del algodón, transporte, fabricación y luego en casa el lavado, secado y planchado; lo referido a nuestro hogar será el 58% del total. Un pantalón vaquero es responsable de unos 32,3 kilos de CO2, él solito.

Si una parte del impacto es en casa, la incorporación de medidas en el hogar más sostenibles tienen un efecto corrector tremendo. Algunos consejos: debemos evitar la compra de ropa de grandes superficies tan barata, tan barata... que en lugar de uno me compro dos. Mejor uno que dure, que dos que no llegarán vivos al año siguiente. En los últimos 15 años el planeta consume un 60% más de ropa, por una parte por el aumento en los países emergentes y por otra por esa compra barata y de mala calidad.

Modifiquemos cómo usamos esos pantalones. Si en lugar de lavarlos cada tres utilizaciones (es la media, excepto en adolescentes que es diario), se hace cada cinco, los impactos se reducen entre un 3 y un 33%; y si se amplia aún más a cada 10 utilizaciones, la disminución entonces es de entre un 5 y 55%. Ser sensatos supone un gran ahorro.

En un caso en el que los pantalones se laven a 60 grados de temperatura en una lavadora con etiqueta energética C, los impactos serían menores si se cambia este electrodoméstico por otro más eficiente de la clase A. Y aún bajarán más, si se utiliza un programa con agua fría. Esta última opción puede disminuir un 23% el gasto de energía en todo el ciclo de vida de los vaqueros.

De forma similar, tiene una gran importancia en los resultados finales el tiempo que duren los pantalones o si en lugar de meterlos en una secadora eléctrica se dejan colgados para que se sequen al sol.

Como casi siempre, consumo de proximidad, calidad frente a usar y tira y lavado sensato en frecuencia y forma.