"La primavera la sangre altera", advierte nuestro sabio refranero español. Y no es para menos, ya que son varios los estudios científicos que avalan esta afirmación. La primavera se considera a nivel biológico la época más propicia del año para que los animales salvajes se apareen y también repercute en el ser humano.

El clima cálido, las flores y el paisaje que se vuelve más atractivo mejora nuestro humor y aumenta nuestro instinto básico, que a diferencia de la mayoría de los animales como las aves o el resto de mamíferos, está activo todo el año -en mayor o menor medida-. Vivimos en un celo permanente

La primavera puede tener diferentes efectos físicos y emocionales en las personas. Como ya hemos explicado, lo principal es que mejora nuestro nuestro estado de ánimo. El aumento de la luz solar incrementa nuestros niveles de serotonina, un neurotransmisor asociado con la felicidad y la sensación de bienestar. Además, esta época del año también puede hacernos sentir con más energía y motivación que durante el frío invierno.

Por fin hace buen tiempo así que nos apetece salir a la calle, lo que aumenta nuestra actividad física. La luz solar adicional genera en muchas personas la motivación de hacer ejercicio al aire libre, lo que se traduce en un efecto muy positivo en nuestra salud física y mental.

No todo son buenas noticias, ya que esta época del año puede ser todo un desafío para las personas que tienen dificultades para dormir. Que los días tengan tantas horas de luz puede alterar los patrones de sueño: nos despertamos más temprano y nos cuesta más conciliar el sueño cuando cae la noche. Por no hablar de aquellos que sufren alergias estacionales, con síntomas tan poco agradables como estornudos, picazón en los ojos, secreción nasal y congestión.

Las claves del amor primaveral

Aún con ojeras, astenia primaveral, picores y mocos, nos gustamos mucho más en primavera. ¿A qué se debe esta incongruencia? El ser humano siente que se enamora mucho más en primavera que durante otras épocas del año por diferentes razones:

1. El factor meteorológico

Estamos más expuestos al sol. La primavera es una estación en la que los días son más largos y hay más luz solar, por lo tanto, nuestro cuerpo asimila una cantidad mayor de vitamina D. Esta vitamina que nos proporcionan los rayos solares mejoran nuestro estado de ánimo, lo que podría hacernos sentir más positivos y extrovertidos. Nuestra autoestima aumenta, nos sentimos seguros y confiados de cara a conocer y relacionarnos con otras personas. 

2. El factor social

Es el momento de recuperar las actividades sociales. Con la llegada de la primavera, también aumenta la actividad social de muchas personas que durante el invierno tienden a ser más solitarios u hogareños. Con el buen tiempo nos animamos a asistir a eventos al aire libre, donde hay más oportunidades de conocer gente nueva. Si salimos más, la probabilidad de encontrar a alguien con quien tener una conexión especial es mucho mayor. Para enamorarse hay que socializar. 

3. El factor físico-hormonal

Nuestro cuerpo se altera durante la primavera, es un momento de cambios hormonales. Nuestros niveles de hormonas fluctúan durante esta época del año. Por ejemplo, la mayor exposición al sol favorece que generemos más serotonina que, como hemos explicado anteriormente, es un neurotransmisor asociado con la felicidad que incrementa nuestro interés por conectar con los demás.

4. El factor químico-cerebral

Por último, los científicos han demostrado que la causa del amor que experimentamos durante la primavera se debe, sobre todo, a la dopamina. Esta es una sustancia química natural que usa nuestro cerebro para hacernos sentir deseo -por cosas, personas o sensaciones-, y aunque hay otros sistemas del cuerpo humano que están involucrados en lo que conocemos como "la experiencia del amor", es la dopamina la principal causa.

La dopamina hace que nos sintamos más enérgicos, motivados y dispuestos a asumir riesgos. Por tanto, con mucha dopamina en nuestro sistema nos sentimos preparados para enamorarnos profundamente.

Son muchos los estímulos que impulsan al cerebro a generar dopamina, normalmente relacionados con los cinco sentidos: nuevos olores, sabores, colores y formas, texturas nunca antes tocadas y voces nunca antes escuchadas nos pueden llevar a una producción considerable de esta sustancia química.

La experiencia sensorial de la que hablamos es más evidente en primavera, cuando todo florece y es nuevo y apetecible, lo que ocasiona que estemos más susceptibles al amor. ¿Y quién somos nosotros para resistirnos a la madre naturaleza?

Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:
Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,

y de exultación. 

Doña Primavera, Gabriela Mistral