Durante décadas, el horno microondas ha sido un elemento casi imprescindible en muchas cocinas. En países como España, se popularizó a partir de los años 90, convirtiéndose en un símbolo de modernidad y practicidad. Sin embargo, a pesar de haber superado numerosas críticas sobre su seguridad, hoy enfrenta una amenaza diferente: la competencia de tecnologías más eficientes y versátiles.
El origen de los microondas
El microondas no es precisamente un invento nuevo. Su desarrollo se remonta a finales de los años 40 en Estados Unidos. En 1947 se comercializó el primer modelo, un aparato de grandes dimensiones –casi dos metros de altura y 400 kilos de peso– diseñado para uso profesional en restaurantes y cocinas móviles. Aunque la versión doméstica apareció en 1955, no fue hasta más de una década después, con la miniaturización de componentes como el magnetrón por parte de la industria japonesa, que el dispositivo se volvió accesible para los hogares. En España, su popularidad despegó tras los años 80, cuando comenzó a estar al alcance del gran público.
Los microondas y la salud
Durante mucho tiempo, el microondas estuvo en el centro de debates sobre su posible impacto en la salud. Se llegó a cuestionar si la radiación que emite podía alterar los alimentos o representar un riesgo para quienes lo usaban con frecuencia. Sin embargo, investigaciones científicas han confirmado que la radiación de microondas es no ionizante, es decir, no tiene la energía necesaria para dañar células o el ADN. Además, la pérdida de nutrientes al calentar o cocinar alimentos es comparable a la que ocurre con otros métodos convencionales como hervir o freír.
Las principales quejas
A pesar de estos desmentidos, el horno microondas no está exento de inconvenientes. Entre los más citados se encuentra el calentamiento desigual de los alimentos y una menor calidad en cuanto a textura o sabor, comparado con otras formas de cocción. Tampoco resulta especialmente eficiente desde el punto de vista energético. Frente a estos puntos débiles, han surgido nuevas tecnologías –como los hornos de convección, las placas de inducción o las ollas multifunción– que calientan con mayor uniformidad, consumen menos energía y ofrecen más posibilidades a la hora de cocinar.
Todo indica que, aunque el microondas sigue teniendo un lugar en muchas cocinas como calentador rápido, su protagonismo está en declive. Con aparatos más completos, económicos y eficientes ganando terreno, el microondas podría estar viviendo sus últimos años como un elemento central en la cocina diaria.
¿Qué alternativas hay al microondas?
Aunque el microondas sigue siendo útil para tareas puntuales como calentar leche o descongelar alimentos, muchas cocinas están adoptando soluciones más modernas, versátiles y eficientes. Estas son algunas de las principales opciones que están ganando terreno:
Las ollas multifuncionales, también conocidas como ollas programables o robots de cocina, combinan en un solo dispositivo funciones como cocción a presión, al vapor, horneado o fritura con aire. Permiten preparar una gran variedad de platos con solo presionar un botón, lo que facilita la tarea incluso a cocineros inexpertos. Ahorran tiempo, energía y espacio, y apuestan por una cocina más saludable, con menos aceite y más vapor.
Otra opción es recurrir a las placas de inducción, que ofrecen un calentamiento rápido y homogéneo, especialmente si se usan recipientes con buena retención térmica y tapa. Con una simple olla o sartén, es posible recalentar comida de forma eficiente y conservar mejor la textura.
Horno eléctrico
Los hornos eléctricos con función de convección también se han sofisticado. Muchos modelos actuales incluyen programas para recalentar o descongelar sin secar los alimentos, y algunos incorporan vapor para preservar los nutrientes y jugos naturales.
Por su parte, las freidoras de aire han demostrado ser útiles no solo para cocinar, sino también para recalentar. Son ideales para devolver el crujiente a platos como empanadillas, croquetas o patatas fritas, sin necesidad de añadir más grasa.
Y para quienes buscan una opción más tradicional, una sartén con tapa o una cazuela bastan para calentar de forma rápida una ración de comida, añadiendo un poco de agua o caldo para evitar que se reseque. Este método ofrece un gran control del calor y resultados más sabrosos que el microondas en muchos casos.