Beber alcohol puede abrir el apetito, pero eso no implica necesariamente un aumento de peso. Así lo concluye un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Sídney, que ha sido presentado en el Congreso Internacional sobre Obesidad celebrado en Melbourne. El trabajo se basó en la teoría de la “Geometría de la Nutrición”, según la cual los efectos de la dieta sobre la salud dependen de la combinación de nutrientes, más que de cada uno de ellos por separado.

El alcohol aumenta el hambre

Según la doctora Amanda Grech, autora principal del estudio, se sabe que el alcohol incrementa el deseo de comer, sobre todo alimentos salados. Además, investigaciones recientes han identificado que tras consumir bebidas alcohólicas aumentan los niveles de la hormona FGF-21, que favorece la preferencia por alimentos ricos en proteínas frente a los dulces. La proteína, además, es conocida por generar mayor saciedad.

Para el estudio, se analizaron los datos de 9.341 adultos que participaron en la Encuesta Nacional Australiana sobre Nutrición y Actividad Física. Se revisó qué alimentos y bebidas habían consumido en un periodo de 24 horas, así como el total de calorías ingeridas y la proporción procedente de proteínas, grasas, carbohidratos y otros nutrientes. El 40 % de los encuestados había consumido alcohol.

Los que toman alcohol tienen una ingesta calórica diferente a los que no

Los resultados mostraron diferencias significativas entre quienes habían bebido y quienes no. Aproximadamente dos tercios de los que tomaron alcohol eligieron alimentos con alto contenido en proteínas y bajo en grasas y carbohidratos —como carnes magras, pescado, mariscos, frutos secos o legumbres—. Su ingesta calórica media fue de 1.749 calorías, a las que se sumaron las del alcohol, pero aun así fueron 577 calorías menos de las necesarias para mantener su peso. También consumieron 451 calorías menos que quienes no bebieron.

En cambio, el tercio restante optó por snacks salados como patatas fritas, bollería salada, embutidos o pan de ajo, productos con sabor similar al de las proteínas, pero con alto contenido en grasas y escaso valor nutricional. En su caso, la ingesta media fue de 3.051 calorías, 813 por encima de su requerimiento diario.

Los investigadores concluyen que el alcohol, aunque es una fuente energética importante, no conduce automáticamente al aumento de peso. Sin embargo, en un contexto en el que los aperitivos hipercalóricos son accesibles y baratos, puede desempeñar un papel negativo si no se acompaña de elecciones alimentarias equilibradas.

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