En un entorno cada vez más saturado de estímulos digitales y obligaciones constantes, el descanso nocturno ha pasado a un segundo plano para muchas personas. Sin embargo, el neurólogo Pedro Schestatsky, con posdoctorado en Harvard, advierte que esta tendencia podría tener consecuencias graves para la salud cerebral a largo plazo.

Las consecuencias de la falta de sueño 

Schestatsky explica que la falta crónica de sueño impide que el cerebro realice funciones esenciales como la eliminación de toxinas. Este proceso, conocido como sistema glinfático, actúa durante el sueño profundo y permite la depuración de desechos metabólicos, entre ellos proteínas como la beta-amiloide, asociadas al Alzheimer. Cuando no dormimos lo suficiente, estos residuos se acumulan, lo que el especialista define como una “compresión” cerebral, aumentando el riesgo de deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas.

¿Qué es la apnea del sueño?

Además del sueño insuficiente, el neurólogo señala que trastornos como la apnea del sueño pueden agravar el daño neurológico. Esta condición interrumpe repetidamente la respiración durante la noche, provocando hipoxia (falta de oxígeno) e inflamación en el tejido cerebral. Por ello, recomienda que toda persona con Alzheimer en fases iniciales sea evaluada para detectar este trastorno, ya que su tratamiento podría frenar la progresión de la enfermedad.

Factores agravantes 

El problema, según Schestatsky, se ve amplificado por factores como la mala salud metabólica —presente en el 96% de la población, según cifras que menciona—, la predisposición genética y el uso intensivo de redes sociales. Esta combinación crea un escenario propicio para el estrés crónico y trastornos mentales como la depresión o el TDAH, también relacionados con el deterioro cognitivo.

Medidas preventivas 

Como medidas preventivas, el neurólogo sugiere establecer una rutina de sueño regular, reducir la exposición a pantallas antes de dormir y practicar técnicas de respiración consciente. Métodos como el 4-7-8 o la meditación guiada pueden ser útiles para calmar el sistema nervioso y facilitar el descanso. Además, recomienda prestar atención a señales de apnea del sueño, como ronquidos intensos o fatiga diurna.

“Dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica”, concluye Schestatsky, que considera al sueño como uno de los pilares más olvidados pero fundamentales para preservar la salud del cerebro y la calidad de vida.

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