Como seguro que ya sabrán ustedes, un juez ha decidido procesar al actor Willy Toledo por cagarse en Dios y en el dogma de la santísima virginidad de la virgen María, exactamente por este orden. Esta misma noticia no lo hubiera sido en tiempos de la Santa Inquisición, probablemente porque a nadie se le ocurría hacer público que deseaba defecar sobre Dios todopoderoso, pero no me negarán que hoy en día la noticia en sí es, cuando menos, sorprendente.

Me asaltan diversas dudas sobre este "escateológico" tema, algunas de orden legal, pero la mayoría puramente filosóficas. Las primeras no me veo en condiciones de discutirlas, si un señor juez (con el nivelazo que tiene la judicatura en este país) considera que cagarse en Dios y en la Virgen es delito, quien soy yo, un pobre arrejuntador de palabras, para ponerlo en cuestión. Lo que me extraña es que no se hayan tenido que construir más cárceles exclusivamente para blasfemos, con lo aficionados que somos en este país a evacuar sobre el altísimo y la santa madre que lo parió. 

Pero sí me atrevo, en mi inconsciencia, a poner en cuestión los aspectos filosóficos. Debo suponer que el señor juez conoce de buena fuente que Dios existe, porque de lo contrario se estaría procesando al actor en cuestión, por cagarse en un ser imaginario, y eso ya no es un asunto legal sino psiquiátrico. Pero además del absurdo que supondría juzgar a alguien por ofender el honor de un ser ficticio, en el caso de que Dios no existiera, el juez debería tener en cuenta el reciente archivo de la denuncia de Carles Puigdemont contra dos jóvenes que lo amenazaron de muerte desde un tanque del ejército. El titular del juzgado de instrucción número 7 de Zaragoza considera que los traviesos jovenzuelos, no tenían en realidad intención de matar al político y, ni tan siquiera, de que la amenaza llegara a su conocimiento. Como Willy Toledo dice no creer en la existencia de Dios, queda claro que tampoco tiene intención de cagarse en él y, lógicamente, de que su amenaza llegue a sus inexistentes oídos (aquí dejo gratis este argumento por si el abogado de Toledo lo quiere utilizar. De nada). 

En el caso de que Dios exista y que, por lo tanto, tenga derecho a que se reponga su honor, considero que el procesamiento de Toledo sigue careciendo de base legal por dos motivos. El primero es que siendo Dios omnipresente y todopoderoso, no tendría el actor suficiente mierda para defecar en él, y aún en el hipotético caso de una descomunal diarrea, difícilmente Dios se dejaría atrapar, sabiendo, como sin duda sabe, todo lo que acontece y ha de acontecer. El segundo motivo es aún más obvio. Si Dios existe y tras nuestra muerte seremos juzgados, ¿no es más lógico esperar a ese acontecimiento y que sea Él mismo quien dictamine la pena que merece el comediante? Me parece desproporcionado añadir al castigo de arder eternamente en las calderas de Pedro Botero, una multa pecuniaria o unos meses de encarcelamiento. 

Por todo ello, señor juez, desde mi humilde opinión no procede el enjuiciamiento del actorucho. No se arrogue usted lo que sólo está en manos de la providencia, no vaya a ser que el día del juicio final le toque un ángel de oficio y sea usted quien acabe cagándose en Dios y en la santísima virginidad de la virgen María.