En la Europa comunitaria ya se escuchan tambores de endurecimiento del gasto público después de que los países decidieran levantar la mano por la pandemia de la Covid-19 que paralizó las economías. En este 2022, la crisis energética y la invasión de Ucrania por parte de Rusia también han sido elementos para posponer un ajuste del gasto público.

En España conocíamos esta semana que la deuda pública ya alcanza los 1,5 billones de euros a los que sumar otros 100.000 millones de euros del préstamo que el Estado da a la Seguridad Social para el pago de las pensiones. Los gobiernos de Rajoy y Sánchez han aumentado generosamente la deuda sin, además, una fecha para revertir este proceso.

En este descontrol de los déficits públicos –amortiguados parcialmente este año con las subidas de impuestos- el nuevo gabinete del Reino Unido a cuyo frente está Rishi Sunak ha abierto la veda a la austeridad en el gasto, acompañada de subidas de impuestos. Para algunos analistas un paso de gigante y para otros insuficiente, ya que en buena medida la rebaja grande del gasto se pospone para ejercicios venideros. Y eso, que su economía ya está tocando la recesión y registra uno de los peores datos de inflación en todo el mundo desarrollado con un 11,1% correspondiente a octubre, un nuevo máximo en 40 años.

La decisión en el Reino Unido, tras el fiasco de Liz Truss al frente del Gobierno, puede ser un adelanto de que ocurrirá en la eurozona de cara a 2023 y 2024. Los tiempos del crecimiento del gasto público sin límite han llegado a su fin. Sin duda, el euro –segunda moneda del mundo- ha servido de cortafuegos para movimientos de castigo en los mercados como el que vivió a finales de septiembre la libra.  

Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma de inversión en multiactivos eToro, sobre el plan fiscal presentado estos días en Reino Unido señala que el presupuesto de otoño británico supone una dura combinación de subidas de impuestos y recortes de gastos por un total de 55.000 millones de libras, equivalente al 1,7% del PIB, en un intento del Gobierno por tapar el agujero financiero del país, afectado por la recesión y el aumento de los costes de financiación. El plan se basa en una serie de subidas encubiertas de los impuestos sobre la renta y las herencias mediante la reducción o congelación de los umbrales y la ampliación hasta el 35% del impuesto sobre las ganancias extraordinarias de las energéticas, mientras que el ahorro de costes se conseguirá con subidas de los salarios públicos por debajo de la inflación y recortes presupuestarios. Desde un enfoque más social, la buena noticia es el aumento significativo de las pensiones y del salario mínimo interprofesional, así como la reducción de los gravámenes a las empresas. Y todo ello con el duro coste de intensificar la recesión.

Estas medidas presionarán a unos consumidores ya en apuros e intensificarán la recesión del Reino Unido, una de las principales economías del mundo. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria prevé una caída del 2% en la economía y del 9% en los precios de la vivienda, aunque cree que la inflación ya ha tocado techo. La esperanza es que unas finanzas públicas más sostenibles y unas perspectivas de inflación más bajas den margen para una eventual recuperación económica más aguda.

Eiko Sievert, director de calificaciones soberanas de Scope Ratings, considera estas medidas imprescindibles para la restablecer la confianza en la estabilidad de las finanzas públicas del país, pero con un marco fiscal más debilitado, hace probable que se deban realizar nuevos ajustes de la política debido a las difíciles perspectivas económicas.

Por último, Azad Zangana, economista y estratega senior de Europa de Schroders es más crítico: “En general, unos presupuestos bastante desalentadores, y a pesar de afirmar que la inflación es el enemigo, muchas de las medidas anunciadas hacen poco por reducirla. Se ha adoptado un enfoque similar al del pasado: pedir prestado más ahora, prometer pedir menos prestado en el futuro. Pero al menos con esta declaración fiscal, existe esa promesa de apretarse el cinturón en algún momento”, declara.

Un cinturón que pronto llegará a la cintura de otros países europeos. Reino Unido solo ha sido el pionero por un contexto económico complejo y desprovisto del paraguas de una moneda más fuertes.