Estamos, sin lugar a dudas, en el país del Quijote. No porque la gente se vuelva ya loca por leer, más bien por lo contrario, sino porque estamos rodeados de locos cuerdos, y de presuntos cuerdos locos. Algo así ha debido pasarle al expresidente Mariano Rajoy, el primero en la historia de nuestra democracia en tener que dejar la presidencia por una Moción de Censura. El filósofo de Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político” parece seguir en esa filosofía de oscurecer lo claro. Algo así como “La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece” que escribió, en comprensible, a pesar de la distancia de siglos y su castellano viejo, Don Miguel de Cervantes. Y es que, o la razón de todos enflaquece, empezando por las de los jueces del Tribunal Supremo, o las razones de las sinrazones del PP en bloque y su expresidente Rajoy, no se ajustan a la realidad.

El Supremo confirmó este miércoles la condena al PP y a la exministra Ana Mato, exesposa a la carrera del también condenado Jesús Sepúlveda, por beneficiarse a título lucrativo de la trama Gürtel y las penas de hasta 51 años de prisión para los condenados por la Audiencia Nacional.  El Supremo también considera probada la “caja B”, necesaria para la creación de una trama corrupta en todo el partido para sufragar, fraudulentamente, las campañas electorales del momento, entre otras cosas, por no hablar de los jaguar que le crecían en el garaje a la ministra Mato y su entonces marido, hoy en la cárcel. La Sala II del alto tribunal ha dictado sentencia este miércoles en la denominada primera época del “caso Gürtel”, que abarca el periodo 1999-2005, en la que confirma, en líneas generales, la dictada por la Audiencia Nacional el 17 de mayo de 2018, con ligeros ajustes en las penas y multas derivadas de la estimación parcial de los recursos de la Fiscalía, de 19 acusados y del Partido Popular. El alto tribunal destaca cómo el grupo de Francisco Correa creó un “auténtico sistema de corrupción” que manipuló la contratación pública a través de la relación con influyentes miembros del PP. Meridianamente claro.

El Supremo mantiene la condena al PP al pago solidario como responsable civil subsidiario de 245.492 euros como partícipe a título lucrativo por los actos electorales que sufragaron las empresas del grupo Correa en las localidades madrileñas de Majadahonda y Pozuelo, cuando Guillermo Ortega y Jesús Sepúlveda eran candidatos a esas alcaldías. El alto tribunal deja “constatado que se produjo un enriquecimiento ilícito en perjuicio de los intereses del Estado”. La multa la deberá pagar el PP junto con otros siete condenados: Guillermo Ortega y Jesús Sepúlveda-exalcaldes de dichos municipios-; el líder de la trama, Francisco Correa; su exmujer, Carmen Rodríguez; el considerado número dos, Pablo Crespo; y los exediles de Majadahonda Juan José Moreno y José Luis Peñas, que destapó el caso. En cuanto a Ana Mato, el Supremo ratifica su responsabilidad como partícipe a título lucrativo en la cuantía de 27.857,53 euros por los viajes y otros servicios que el Grupo Correa ofreció a su familia, mientras que Gema Matamoros, esposa del ex alcalde de Majadahonda Guillermo Ortega, deberá devolver 45.066,66 euros como partícipe a título lucrativo de los viajes y regalos con los que la trama Correa obsequió al matrimonio. No veo que el Supremo haya dado la razón al PP, en cuya condena y costas, además de indemnizaciones y cárcel condena. Todo lo contrario. La ratificación es demoledora.

Sin embargo, tanto Rajoy, como Pablo Casado, o el eximio alcalde de Madrid, el señor Almeida, en un discurso unívoco, parece que, o no han leído la sentencia, o cómo tenían preparadas las declaraciones de antemano, no les han importado que la realidad, contumaz y vergonzosa para ellos, no se ajuste a sus discursos. Siguiendo la pauta disparatada de Rajoy, el actual líder del Partido Popular, Pablo Casado, ha defendido que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llegó al poder “con una moción de censura basada en una mentira”. Y se queda tan pancho. La realidad es que, hoy, con la ratificación del Supremo, la moción de censura está no sólo justificada, sino que avergüenza aún más a los electores decentes que confiaron en un PP que se enriquecía a costa de la buena voluntad de sus votantes. También obvian que, la moción de censura dio paso a unas elecciones que, no sólo perdió el PP y ganó el PSOE, sino que Casado ha llevado a capitanear los resultados más vergonzosos y bajos de la historia del partido conservador español. Sin embargo, esto, en vez de servir de cura de humildad, y de oportunidad para limpiar de verdad su organización y refundarse, les lleva a enquistarse en la mentira, en el desafío a la democracia denigrando sus instituciones, y desafiar la lúcida sentencia del Tribunal Supremo. Recordando a la divina doctora, Santa Teresa de Ávila, patrona de los escritores, “la verdad padece, pero no perece”. Hoy padecemos la vergüenza de un partido que fue de estado y hoy es una parodia de la extrema derecha que le marca los pasos. No se dan cuenta de que, cayendo en esos ridículos, traicionan la memoria de los que ayudaron a construir esta democracia, y hoy no encuentran acomodo en las filas de la corrupción y la mentira.