El PSOE no ha sabido encajar este golpe político. Las corruptelas del tito Berni salpican a varios diputados socialistas. Mientras salen los nombres, los socialistas achican agua como pueden y parecen ignorar la profundidad real de este iceberg, contra el que han chocado.

«En nuestro país, de larga tradición picaresca, se ha venido desarrollando, desde la Restauración canovista, lo que podríamos llamar capitalismo de amigotes y compadres en francachelas y, sobre todo, prácticas que más que de rapiña hay que motejar de propias de sanguijuelas», escribió Julio Anguita en 2014. Si el califa rojo hubiera visto lo del Tito Berni, seguro podría haber añadido un par de párrafos más a su texto. La francachela en el Ramses nos ha transportado a tiempos pasados, a esos años del despiporre y la mentira. Fotografías roldanescas y «volquete de putas». Parecíamos recuperados. La política interesaba. Las tertulias televisivas se ven, los diarios se leen, ponemos rostro y nombre a muchos ministros. El desapego que aupó a los populismos de izquierdas y derechas parecía superado. Pero casos como el Mediador nos llevan al punto de salida: «Los políticos son todos unos sinvergüenzas». Y de ahí, para arriba.

Estos discursos calan aún más en la sociedad cuando van de la mano de la crisis económica. La inflación, los combustibles, las hipotecas, la cesta de la compra y por televisión imágenes de empresarios y políticos abrazados a prostitutas. La historia se escribe sola. Contención en casa y jarana tras el Congreso. El partido socialista va a sufrir mucho en las siguientes elecciones municipales y autonómicas. Además del desgaste y del descrédito, llega ahora la sombra de la corrupción. Juan Bernardo Fuentes Curbelo no se ha metido en una gruta esperando a que descampe, además. Va de tele en tele contando que no ha hecho nada malo y que el sanchismo lo ha abandonado. Saldrán nuevos nombres, nuevos audios y nuevas fotografías. Como si esto fuera un capítulo de La Isla de las Tentaciones: «Pedro Sánchez, hay más imágenes para ti».

Lo de ir a un puticlub el día de la votación contra la prostitución ya da la medida de un socialismo desnortado. Y que este caso coincida con la moción de censura, cuando el PSOE hizo la moción a Rajoy por la «corrupción insostenible», también es una casualidad hiriente. Aunque el tito Berni ya no esté, muchos de sus compañeros de farra quedan aún en el Congreso. Cenar no es delito, pero quien almuerza con delincuentes, no puede pretender salir silbando de casa. ¿Nadie sabía que Fuentes Curbelo era un patán que buscaba enriquecerse por la vía rápida? ¿Nadie alertó de lo que estaba pasando en aquellas cenas? ¿De qué hablaron los comensales?

Aunque tanto Marco Antonio Navarro Tacoronte, el mediador, como Juan Bernardo, están siguiendo la estrategia del aspersor, es decir, diluir su responsabilidad esparciendo acusaciones a todo el mundo, lo cierto es que sólo el guardia civil implicado, Francisco Espinosa Navas, está en la cárcel en este momento. El mediador declaró lo siguiente en sede judicial: «se iban con los empresarios al Congreso, se hacía una visita por el Palacio, se hacían fotos...para facilitarles la entrada en Canarias a través de la Gestoría propiedad de Curbelo, procurando una adjudicación directa de algún convenio (…) para lograr estos acuerdos tanto el Diputado o el declarante cobraban una comisión en dinero en efectivo. Pero el primer paso para el inicio de estas relaciones era la transferencia bancaria de 5000 euros a la Asociación Deportiva Tetir, del que es presidente Juan Bernardo Fuentes Curbelo». Según nuestro Código Penal: cohecho, trafico de influencias, falsedad, pertenencia a grupo organizado, y blanqueo de capitales.

El caso del tito Berni vuelve a la actualidad una España casposa y cutre. Empresarios añejos y políticos inmorales. El caso ha estallado en el peor momento posible para un PSOE que cojea malherido hacia los siguientes comicios. Podemos está fuera de foco. Vox protagoniza una moción intrascendente. Y el PP no está cometiendo errores, sólo observa cómo el resto de partidos se estrellan contra una realidad que siempre supera a la ficción. Leyes mal hechas, diputados puteros y una sociedad cada vez más enfadada. Pedro Sánchez, como el Cid, aspira a ganar esta batalla atado a su silla, pero ya sin pulso. Lo del tito Berni parece una fatal estocada.