A la deriva, como casi siempre, exhibiendo una notable falta de criterio y un auténtico oportunismo a costa de la verdad, el Partido Popular ha aprovechado el asalto al Capitolio, protagonizado por un numeroso grupo de fanáticos pro Donald Trump, para barrer hacia casa utilizando falsos paralelismos con la situación política de nuestro país, sin venir a cuento.

En un primer momento, su presidente Pablo Casado se limitó a condenar los hechos como “inaceptables” y afirmó que la democracia no puede ser coaccionada. Pero, al día siguiente se sumaba al argumentario común de su partido comparándolo con las protestas de “rodea el Congreso” de 2012 que protagonizaron algunos participantes en el 15 M, semilla de Unidas Podemos, así como con lo ocurrido en Cataluña en octubre de 2017 con motivo del ilegal referéndum. "Los extremismos a la derecha y a la izquierda se retroalimentan", subrayó Casado. En estas afirmaciones, el PP seguía la estela de Vox, los primeros en hacer referencias de ese calibre. Santiago Abascal, su líder ultraderechista, había manifestado, “la izquierda lleva años dinamitando instituciones, controlando medios y amparando la violencia en todo occidente”. 

Un cotejo absurdo. Lo que ha sucedido en Estados Unidos es un intento de golpe de Estado dirigido y jaleado por el presidente saliente que niega el resultado electoral y que intenta mantenerse a toda costa en el poder mediante la acción delictiva de grupos violentos y armados.

Nadia Calviño, vicepresidenta tercera del Gobierno, rechazó esas opiniones sesgadas afirmando que en la España después de Franco lo ocurrido en Washington solo era comparable “con el golpe de Estado del 23-F”. Y añadió que sí existen elementos comunes con algún "discurso del odio cuando se pretende cuestionar el gobierno legítimo”. A buen entendedor pocas palabras bastan. 

Después de ver las potentísimas imágenes de la barbarie de unos energúmenos disfrazados en algún caso con pieles y cuernos asaltando el Capitolio, trepando por sus paredes, allanando despachos de uno de los símbolos de la democracia en América, ya podrán los del PP desmarcarse de VOX, intentando ser convincentes. Lo mejor es que dejen de decir estupideces.

Los ciudadanos de este país saben distinguir, por mucho que intenten jugar a la ceremonia de la confusión como habitúan, al totum revolutum, bien apoyados por sus medios afines, las impactantes grabaciones que han dado la vuelta al mundo hablan por sí mismas. Ponen de manifiesto que lo ocurrido en Washington nada tiene que ver con manifestaciones de protesta social, sino con cavernícolas formas de percibir la política, de dar un asalto frontal a la democracia, a sus símbolos y a sus representantes, que tendrá consecuencias.  

Con todo lo que les está cayendo y lo que les queda en los próximos meses ante la Justicia, en el PP sufren ataques de pánico porque saben que se están jugando la credibilidad ante su propio electorado. No reaccionan, rebuznan. 

Lo que necesitamos es un PP que marque muchas distancias de lo que Trump significa. Y la asimilación que sus dirigentes han hecho del asalto al Capitolio con determinadas protestas sociales, no es si no trumpismo puro y duro.