Confieso que me tragué el debate de los principales candidatos en RTVE, desde la llegada en coche a los estudios, hasta las declaraciones tras el mismo. Lo encontré previsible, salvo algún que otro “zasca” de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias, y a su vez entre Albert Rivera y Pablo Casado. Con estas leves excepciones, hipérboles o inexactitudes varias aparte, adoquín de cuerpo presente y el desconcertante lapsus del macho alfa  de Unidas Podemos al deslizar un “mamadas” por “manadas”, poco que reseñar salvo, de nuevo,  la incertidumbre.

La campaña está siendo de perfil bajo; los que en la anterior se salieron del tiesto han moderado su tono para tratar de centrar a su electorado. Sánchez sigue jugando a presidente, adoptando un tono de distancia que no sé si le favorece, y los que saben que han perdidos sus oportunidades tratan de salvar los muebles y la cara del previsible tortazo que les auguran las encuestas. La ciudadanía esta hastiada y preocupada. Harta en realidad. Todos los indicadores macroeconómicos, lo desglosaba en un artículo anterior, “La Tormenta Perfecta”, auguran una recesión internacional de repercusiones impredecibles, y aquí nuestros líderes siguen midiéndose los egos, las legitimidades, y alguna que otra cosa más, como si estuviesen en los urinarios de un colegio. Nada parece que vayan a cambiar mucho los encajes, las posibilidades de formación de gobierno, y si siguen en el infantilismo en el que están, el horizonte borrascoso que se nos avecina nos va a pillar a todos desnudos y a la intemperie. Ésta es, en cierto sentido, una campaña fantasma. Lo es por el cansancio general de repetirlas, porque algunos de los que la protagonizan se pierden y nos pierden en fantasmagorías y pirotecnias, y no entran a debatir en serio lo que a la ciudadanía les preocupa.

Tal vez la única novedad de esta campaña exprés, sea la copia de los usos, de los malos usos, habrá que decir, de las peores campañas internacionales de los últimos años. El uso de las redes y de las nuevas tecnologías para intoxicar, crear falsas noticias y desmotivar al electorado contrario, para beneficiarse de la lealtad cuasi religiosa del suyo, y de la ley o sistema de D´Hondt. Justo unos días antes del inicio de campaña se activaban varios perfiles en una conocida red social contra todos los partidos, excepto el Partido Popular. El principal objetivo de esta campaña en forma de viñetas, vídeos y fotos era el PSOE de Sánchez. Anuncios que han costado unos  40.000 euros, según las tarifas de esta publicidad en la red,  desde las últimas elecciones municipales, que ahora, ante el escándalo, se han desactivado,  y que se han hecho desde páginas controladas por un joven de Murcia llamado Javier Ager Solano y la Asociación para la Defensa de los Intereses de España (Adies). Un buen samaritano pro Casado, que, además, debe contar con fondos para anuncios desinteresados como estos. Se utiliza munición varia contra todos los partidos, salvo el de Casado. Contra el PSOE se usa el “caso Móstoles” como argumento para no votarles por los casos de presuntos enchufes de la alcadesa, Noelia Posse. Contra Ciudadanos y Rivera se usa el argumento de Abascal de “chaquetero”. Algunos de estos perfiles y de estos contenidos ya estuvieron activos en la campaña andaluza que sacó del Palacio de San Telmo al PSOE.

Aunque se quiso desviar la atención sobre el círculo de Íñigo Errejón, y su partido, Más País, haciéndolo pasar por una vendetta de éste contra la izquierda, Errejón no sólo lo ha desmentido, sino que ha presentado una querella al respecto por intento de suplantación. Todo apunta a Aleix Sanmartín, que  fue el gurú de la campaña de Juanma Moreno Bonilla que agradecía así en un vídeo el trabajo de todo el equipo. “Son personas comprometidas, con capacidad y con talento y que gracias a ellos podemos tener la presidencia de la Junta de Andalucía. Muchísimas gracias de corazón y espero que ayudéis a más equipos que despierten la ilusión en otros rincones del mundo”. El trabajo de Sanmartín en esa campaña le valió premios dentro del sector de la comunicación. Aleix Sanmartín es un consultor político que ha trabajado tanto para PP como para PSOE. Queda clara pues su lealtad, la del dinero, que no siempre, por no decir casi nunca es fiel ni a la verdad, ni a lo correcto, ni a lo ético. Una cosa es que estemos en la era de la “posverdad”, y otra es que la verdad, los principios y reglas de juego que debieran construir y hacer más fuerte a un país, ya no importen nada. Los resultados los vemos en el Brasil de Bolsonaro, en los EEUU arancelarios y antihispanos de Trump, o en la Rusia machista, homófoba y nostálgica de la Guerra Fría de Putin, por poner tres ejemplos muy gráficos.

Más vale que nuestros líderes, todos jóvenes que venían a cambiar los vicios de la vieja política, a renovarlos, empiecen a serlo, y a trabajar por nuestras prioridades y necesidades, y no por sus propios egos. Más les valdría, si no es así, que en vez de trampas y campañas sucias y fantasmas se apuntaran al “ghosting”, y desaparecieran para siempre del panorama y de nuestras vidas.