Una de las debilidades humanas de las que sacan provecho personas, grupos o estamentos que basen sus actuaciones en la manipulación de los otros, es la necesidad de pertenencia a un grupo, la necesidad para muchos de identificarse con la mayoría. De hecho, provocar el sentimiento de formar parte de un grupo de elegidos, un grupo que se sentirá superior al resto, forma parte de las técnicas coercitivas que emplean, entre muchas otras, los grupos sectarios y también una parte importante de la clase política, que tanto monta,  para atraer a votantes y a adeptos. De hecho, en estas premisas se sustentan las ideas del llamado patriotismo, no en ningún sentimiento sincero de amor a la patria.

Y es por esa inquietud gregaria y excluyente de pertenecer a un clan, a un grupo, a una religión, una patria, un equipo de fútbol o lo que sea, que se generan fanatismos, odios e intolerancias, que se hace tan difícil la independencia ideológica y la libertad de pensamiento; y que se puede hacer tan difícil, y a veces tan peligrosa, la libertad de expresión;  o que simplemente sea tan inconveniente afirmar algo, aunque sea la verdad, que discrepe de la creencia general.

En ese contexto,  a veces me ha ocurrido tener que callarme ante algún tipo de proclama sobre algún tema en el que yo pensaba de manera diferente, por aquello de no molestar a la mayoría, y, a la vez, por no despertar sentimientos de incomodidad o de extrañeza. Porque, aunque en la teoría la tolerancia hacia el diferente o al que piensa distinto es lo deseable, la realidad es que el pensamiento crítico no es, ni de lejos, aceptado, sino lo contrario. Y, de hecho, el pensamiento divergente a la norma suele ser rechazado por sistema (afortunadamente ya no queman en hogueras por pensar distinto, aunque de seguir así lo mismo volvemos a esa “tradición”).

Por ejemplo, hace años me ocurrió algo parecido con el grupo pop Mecano. No me gustaba, pero me lo callaba. Las canciones de Mecano siempre me han parecido repetitivas, aburridas, con ritmos muy simples y con letras que a mí me han resultado, en muchos casos, cursis y tediosas. En los años 80 y 90 Mecano era como dios para buena parte de la gente joven, y no entrar en polémicas era, lógicamente, la mejor opción en muchas ocasiones. En esos años afirmar que no te gustaba Mecano era casi una “herejía”, una “blasfemia”, conceptos que justamente criminalizan la opinión crítica o divergente a la norma o al pensamiento único, es decir, son conceptos ligados al totalitarismo y a la tiranía.

Pero, mire usted por dónde, hace unos días leí una noticia sobre uno de los componentes del grupo  que me dejó perpleja. Algo que me ha llevado a recordar lo que ahora estoy contando. Nacho Cano aseguraba en una entrevista en televisión, hace unos pocos días, cosas, respecto de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que a muchos nos han dejado directa y literalmente alucinados. Algunas de sus palabras fueron exactamente: “Yo soy fan de Ayuso y la vida es mejor con ella; ha sido la salvadora no de Madrid, sino de España”. Me pareció tan increíble tal barbaridad que busqué la información por diferentes medios, por si se trataba de una broma, de un bulo, una cámara oculta, o vaya usted a saber. Pues no, era verdad; ocurrió en una entrevista del magazín televisivo Espejo Público, el lunes 30 de enero; un programa matinal que es un altavoz que oyen millones de personas.

Como no entendía nada, me dediqué a buscar algo más de información que me hiciera creíble este panegírico hacia una presidenta que claramente trabaja contra los ciudadanos, cuyo Gobierno está cerrando centros médicos y servicios de urgencias, que está destruyendo lo público y beneficiando con gran descaro a empresas privadas, que ha dejado a miles de niños sin servicio de pediatría, que impidió que miles de ancianos en residencias tuvieran asistencia médica y murieran en medio de la pandemia, que generó el bulo criminal de que el responsable fue Pablo Iglesias, cuando la gestión médica era competencia directa suya, del gobierno autonómico; que acaba de vetar los carteles sobre la huelga de atención primaria en los centros de salud de Madrid, como en una dictadura.

Y encontré datos sobre una complicidad orquestada de favores  que lo puede explicar todo. Existe una estrecha relación entre el músico y el Partido Popular, que parece haber nacido, o haberse intensificado, a partir de la entrega de la condecoración de la Orden del Dos de mayo que Ayuso le concedió a Cano en 2021. Tras lo cual Ayuso concedió además al músico 40.000 euros; dinero que presuntamente acabó en la empresa propietaria de la mansión que posee en Ibiza, en la que se ha especulado que la presidenta regional ha pasado ya varias estancias de vacaciones. Eso, que se sepa. Y es que ni los elogios ni la entrega de medallas, premios y subvenciones son gratis en los ámbitos de la derecha. Más bien parecen intercambio de intereses y de favores.

Y la verdad es que nunca me gustó Mecano.