Con la desescalada progresiva va a ocurrir como después de un terremoto o riada. Toca hacer balance de daños. Y creernos el milagro de que, de pronto, pasemos a unas cifras mínimas, casi mágicas, de nuevos casos a pesar del desconfinamiento. Justo al día siguiente de poder empezar a salir a la calle Madrid reportó un solo caso. Ojalá.

La cruda realidad de los números del coronavirus: del PIB a los contagiados

Pero vamos a situarnos para quitarnos la venda de los ojos, quien quiera. Ya adelanto que no va a gustar.

La cifra de fallecidos por covid-19 a fecha 6 de mayo 2020 asciende a 257.574 en todo el mundo, 147.953 en Europa. Puedes verla actualizada en statista. Eso teniendo en cuenta que pocos se creen ya las cifras de China y que los países que parecían poco afectados van reportando casos nuevos que no habían contabilizado.

Las pérdidas económicas estimadas en todo el mundo son ya incuantificables, da miedo hacer la cuenta. Solo daré la estimación de pérdida del PIB de hasta el 35% en algunos países que hizo la OCDE el 14/4

 

¿Peor el remedio que la enfermedad? 

Si algo está claro en esta crisis es que cada país ha tratado de una forma la pandemia, aunque al final la mayoría hayan optado por el aislamiento social, o confinamiento. He investigado para poder ofrecer algo 100% fiable y no he podido, sinceramente. Hay expertos que dicen que eso era lo mejor y lo único y otros que recomendaban lo contrario, salir, dejar que se propaguen los contagios y que la naturaleza haga el resto, inmunizando a la mayoría que lo supera aunque por el camino cayeran otros. Tampoco esto se ha comprobado, que yo sepa, y el gobernante que más valientemente defendió esa opción al principio, Boris Johnson, ha pasado por la UCI y ve ahora a su país liderar la cifra de muertos (28.734 a 6 de mayo, por encima de España y rozando a Italia).

Pero la pregunta que algunos se hacen es si no sería más rentable económicamente invertir todo los recursos en atender los contagiados que en tratar de evitarlos.

Al menos, a partir de ahora. Si el coste de más hospitales y recursos sanitarios, por alto que sea, y atender a los contagiados no sería más barato que paralizar toda la actividad económica. Al fin y al cabo, la OMS recomendaba no paralizar los desplazamientos aún a finales de febrero, y sigue en su web.  Por algo sería. 

Comparaciones odiosas y lo de siempre

Lo cierto y verdad es que al principio de la pandemia, antes de ser declarada como tal, la misma OMS comparaba los datos de fallecidos por Coronavirus frente a la gripe estacionaria y minimizaba así su importancia. Muchos periodistas y políticos lo hacían. Yo mismo. A muchos nos extrañaba que se creara tanta alarma por una enfermedad que por entonces causaba menos fallecidos que la gripe común. ¿Qué había detrás? Nos preguntábamos sin querer caer en la conspiranoia.

Hoy, las comparaciones siempre odiosas siguen haciéndonos dudar de que todas las medidas que se han tomado tan drásticas, en casi todos los países, sean tan necesarias ahora, cuando no lo eran el año pasado frente a otras enfermedades infecciosas con aún más fallecidos. Lo dicen las estadísticas:

VIH: ±1.000.000 muertes al año.

• "770.000 [570.000–1,1 millones] de personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida (al cierre de 2018)". Fuente: UNAIDS 

Paludismo (Malaria): ±500.000 muertes al año

• "Aunque, según los cálculos, el número de muertes por paludismo se redujo desde las 585 000 de 2010 a 405 000 en 2018, la tasa de reducción de la mortalidad por esta enfermedad fue más baja en el periodo 2016-2018 que entre 2010 y 2015".  Fuente: WHO.int

Gripe Estacionaria: ±500.000 muertes al año

"Estimación de muertes respiratorias debido a influenza estacional 290.000 – 650.000 anualmente" Fuente: who.int

Comparen:

Muertes por COVID19: Desde diciembre 2019: ±260.000

  • Estimación hasta diciembre 2020: ±600.000 (extrapolación directa, no basada en ningún estudio)
  • Total de muertes por VIH, Paludismo y Gripe estacionaria previstas para 2020: ±2.000.000 

Cierto es que en el caso del COVID19 no sabemos los fallecidos que se han evitado con las medidas de confinamiento. Pero nos surge una duda razonable: ¿Si la única solución es el aislamiento, qué ocurrirá en una desescalada sin vacuna, con vuelta progresiva al contacto social?

ACTUALIZACIÓN 24/2/21:

Un año después de la explosión de casos en España, la cifra de fallecidos total en el mundo ha sido de 2.480.000 personas. Cifras más altas que las calculadas por extrapolación (no científica ni estadistica) pero que se sitúan en línea con lo que se comparaba: faleccidos por otras enfermedades víricas. El discurso sigue siendo el mismo.

La respuesta que no te va a gustar: es la Economía, idiota.

Si hasta hace una semana teníamos que estar encerrados en casa "para no morir todos" y en los próximos días vamos a poder recuperar una cierta normalidad, arriesgándonos al rebrote de una enfermedad no extinguida, (ya nos avisan de posible repunte) ¿por qué se arriesgan a hacerlo los países más golpeados hasta la fecha? En la mayoría de países europeos en los que se anuncian ya las desesacaladas y la apertura progresiva del comercio solo podemos entenderla desde la necesidad. Porque las economías de estos países no pueden soportarlo. Las previsiones globales son aterradoras si tenemos en cuenta que las caídas del PIB se están produciendo en picado y en todos los países.

¿Cómo mantener las prestaciones sociales, la sanidad, sin ingresos? ¿Cómo mantener a la mitad de la población sin trabajo? Cuando digo que la economía no puede soportarlo, me refiero también a la tuya.

La respuesta simple es pedir a los Estados o a la Banca que cubran los gastos, pero ¿de dónde saca el Estado y la Banca el dinero si no es del trabajo y la producción industrial? Exacto, del PIB. El que cae en picado.

¿Ha llegado el momento de asumir la verdad cada uno? 

Si la anterior respuesta no te gustó, esta te va a gustar menos. La realidad a la que nos enfrentamos con la llamada Nueva Normalidad es que vamos a asumir, poco a poco y con anestesia moral, que morirá cada año hasta un millón de personas en todo el mundo por COVID19, mientras no haya vacuna ni cura, a cambio de que la vida siga para los demás. La economía mundial puede pagar esas muertes, pero no el coste de evitarlas paralizando el mundo.

Esta asunción de la cruda realidad ya la propuso Angela Merkel cuando insinuaba cosas como estas, desde el principio hasta la semana pasada:

  • "70% de los alemanes se infectará de coronavirus: el virus está aquí y no hay vacuna" 11/3
  • "No estamos al final de la pandemia, sino al principio" 23/4

Sé que suena escandaloso, y lo es. Pero es lo mismo que ocurre cada año con el millón de muertos por Sida, o el de paludismo o el de la gripe estacionaria, que suman también más de un millón de muertos cada año juntos. ¿Acaso algún país ha cerrado fronteras para evitar esas muertes? Menos aún lo hicieron todos. ¿Por qué ahora es diferente? 

Lo que ha cambiado es que ahora somos todos, no solo “ellos”

Las muertes por COVID19 son distintas para nuestra vieja ética. Hemos asumido que la libertad sexual conlleva el riesgo del sida. Que viajar a países tropicales puede acarrear paludismo y que la gripe se lleva a los más mayores un mal día, o a quien ya tenía otra patología, como normal, pensando que es cosa de otros.

Un momento, que a lo mejor es eso… La realidad más cruda aún: ya no es cosa de otros ni bichos raros. 

Comparando las medidas por el coronavirus con las que se toman, o no se toman, por las otras enfermedades víricas, uno puede creer que los expertos temían consecuencias aún peores y se enfrentaban a lo desconocido con más miedo y precaución que otras veces. Que aprendieron de los errores anteriores. Ojalá sea eso. 

Pero también podemos encontrar otra pauta de comportamiento en las reacciones y caer en la cuenta de que esta vez el virus nos ha afectado a todos, pobres o ricos y hasta al mismísimo primer ministro británico que negaba el peligro.

Por primera vez desde el 11S, la amenaza ha sido global pero, sobre todo, nos ha afectado al primer mundo y a las personas que consideramos “normales”.

Voy a ser absolutamente incorrecto políticamente para terminar esta reflexión sobre la nueva normalidad

El SIDA está asociado en el imaginario al colectivo gay y los yonkis (por sus orígenes, sobre todo en San Francisco). El paludismo es endémico de países tropicales, sobre todo de África, es decir, “pobres y negros”. Y los fallecidos por gripe estacionaria son, en su mayoría, ancianos. Y si nos acordamos de las anteriores gripes SARS  (2003) y el N1H1 (2009), eran cosas de “chinos”. Obvio decir que no es mi creencia, sino la realidad del egocentrismo de una sociedad mundial que aún sigue regida por los criterios colonialistas del hombre blanco y la ley del más fuerte. Una sociedad hedonista que antepone el bienestar personal y local —de ahí el auge de los nacionalismos, por ejemplo— al humanismo.

Y como muchos pensarán que estoy llevando demasiado lejos las conclusiones, déjenme que rescate una noticia de hace pocos días que tiene mucho que ver con lo que las sociedades occidentales tenidas por avanzadas y hasta progresistas consideran prescindible por el “bien común”: Holanda da un paso más hacia la Eutanasia aprobando un tribunal que permite aplicarla a personas con demencia avanzada aunque éstos no la autoricen. ¿Recuerdan cuando sus autoridades acusaban a España de colapso hospitalario porque aplicábamos respiradores a personas muy mayores?. Pero si a usted le parece razonable esta medida, es posible que también le parezca razonable que asumamos que, para mantener nuestro estatus de bienestar socioeconómico, aceptemos que cada día morirán unos cientos de personas por coronavirus, mientras los demás seguimos haciendo vida normal. Entonces dejarán de abrir los noticiarios y un día, ni siquiera serán citados. ¿O te cuentan cada día los muertos por sida, paludismo o gripe normal? Con la Nueva Normalidad, seguirá muriendo gente, pero no será noticia

Para entendernos: es como si nos dijeran que para que podamos seguir volando en avión tenemos que asumir que cada día caerá uno, hagamos lo que hagamos, y morirán todos sus ocupantes. Unos 300 pasajeros al día a cambio de que nada cambie. Mala suerte para los que iban dentro. Difícil decisión para quien tenga que tomarla.

Bienvenidos a la normalidad de siempre.

Actualización 7/5/20: Horas después de publicar este artículo, Donald Trump hizo unas declaraciones  a FOX recogidas por The Guardian en las que confirmaba mis conclusiones: "deaths are price of reopening"  (Las muertes son el precio de reabrir) “We can’t keep our country closed down for years.”  (No podemos mantener el país cerrado durante años). Lo dicho. Buena suerte.

Imagen de Free-Photos en Pixabay