Moreno Bonilla ha vuelto a tomarle el pelo a los andaluces. Durante semanas de incendios forestales en Tarifa, Zahara de los Atunes, Huelva y la Sierra Norte de Sevilla, o cuando ardía parte de la Mezquita-Catedral de Córdoba, el presidente de la Junta estaba desaparecido. Ni una visita, ni una comparecencia, ni una palabra de aliento a los afectados. Mientras montes, casas y un monumento Patrimonio de la Humanidad sufrían daños, él seguía de vacaciones.
Cuando por fin ha reaparecido en la Feria de Málaga, su explicación ha sido casi una burla: “No soy partidario de hacerme fotos gratuitas”. Pero todos hemos visto en qué fotos sí quiere estar: rodeado de farolillos o en los toros de La Malagueta, sonriendo en primera fila. El contraste es insultante. Con incendios no hay fotos. Con farolillos y toros, sí.
El incendio en la Mezquita-Catedral de Córdoba, uno de los símbolos culturales más importantes de Andalucía, no mereció ni su presencia ni su preocupación: Su excusa: que el alcalde de Córdoba le dijo que “no hacía falta”. ¿En serio? ¿Un presidente de la Junta decide su agenda durante una emergencia según si lo invita un alcalde o no?
Pero la gravedad no acaba ahí. La UNESCO ya había advertido hace meses del riesgo que corría el monumento y la Junta no hizo absolutamente nada. ¿Por qué se usaba una capilla como almacén de sillas y barredoras eléctricas? ¿Por qué no se reforzó la protección de un espacio tan vulnerable? El incendio no fue un accidente inevitable. Fue fruto de una negligencia institucional. Y Moreno Bonilla, en vez de asumir responsabilidades, eligió esconderse y culpar a otros.
Mientras tanto, los bomberos forestales de Andalucía llevan meses denunciando el abandono: faltan 300 efectivos en el Infoca, faltan medios aéreos, no se han abierto todas las torres de vigilancia, los retenes están incompletos y los turnos son inhumanos. UGT, CCOO, CSIF, CGT lo han dicho con claridad: “Esta es la peor campaña del Infoca en 20 años”.
Y hay más. Cascos caducados que la Junta de Andalucía se negó a reemplazar pese a la orden de Inspección de Trabajo. Furgonetas nuevas que no sirven para los caminos de monte. Bomberos forestales que, tras 14 horas combatiendo el fuego, reciben como comida un bocadillo de carne mechá en mal estado o dos tristes lonchas de jamón York. Personas que se juegan la vida por Andalucía y que reciben a cambio el desprecio institucional.
A todo esto, se suma otro dato escandaloso: la Junta de Andalucía dejó sin gastar 154 millones de euros en prevención de incendios en 2023 y otros 229 millones en 2024. Dinero que estaba presupuestado y que podría haber reforzado el operativo, comprado nuevos medios, mejorado los EPIs o reabierto torres de vigilancia. Dinero que podría haber evitado parte de esta tragedia, pero que no se utilizó. Esa es la verdadera foto: un presidente que abandona el monte, abandona a los bomberos y abandona a los andaluces.
Y mientras tanto, Moreno Bonilla sonríe en la Feria y se sienta en barrera en los toros. No escucha a los profesionales del Infoca, no acompaña a los desalojados, no visita a los agricultores afectados. Su problema no es que no le gusten las fotos. Su problema es que no quiere aparecer en la foto real: la de los incendios, la de los errores, la del desastre.
Porque esa es la política del PP: negación del cambio climático, recortes en prevención, desprecio por los servicios públicos, y propaganda como sustituto de la gestión. Ocurre con los incendios, ocurre con la sanidad, con la educación y con la atención a la dependencia. Moreno Bonilla no está cuando se le necesita. No está en los montes, no está en los hospitales colapsados, no está en las colas en las puertas de los centros de salud, no está en los colegios que se caen a pedazos. Su gestión es humo y escaparate.
Cuando Moreno Bonilla asegura que no fue a Córdoba porque “el alcalde le dijo que no hacía falta”, miente. Cuando dice que está “pendiente del Infoca”, miente. Cuando afirma que no le gustan las fotos, vuelve a mentir. Su carrera política está construida sobre propaganda y marketing. Pero no quiere fotos donde se vea a los bomberos protestando, a los montes ardiendo o a un gobierno andaluz que abandona sus responsabilidades.
Los incendios no solo arrasan hectáreas. También destruyen modos de vida. Agricultores que pierden sus tierras, familias que tienen que huir de sus casas, pueblos que ven cómo cada verano se repite la misma historia. Tarifa, un destino turístico de enorme importancia en Europa, se convirtió en una ratonera. La Mezquita-Catedral ha sufrido una herida significativa. Y el presidente de la Junta, de vacaciones.
Y para rematar, llega la frase más ofensiva: “No se ha producido un daño ecológico irreparable”. Como si encinas centenarias, biodiversidad destruida, fauna desplazada o ecosistemas calcinados se pudieran recuperar en 48 horas. Como si el daño a un monumento Patrimonio de la Humanidad fuera un simple arañazo.
Esta semana, los bomberos forestales han vuelto a salir a la calle en Cádiz con un lema claro: “El Infoca no se vende, se lucha y se defiende”. No piden milagros. Piden lo mínimo: un dispositivo completo, medios adecuados, traslados dignos, EPIs en condiciones, salarios justos y respeto a su trabajo.
Porque Andalucía no necesita un presidente de farolillos y toros. Necesita un presidente valiente, que dé la cara en los momentos difíciles, que escuche a los profesionales, que cuide del patrimonio y del medio ambiente, y que anteponga el interés público a la comodidad personal o la propaganda. Moreno Bonilla no lo es. Y mientras él sonríe ante sus palmeros, muchos andaluces siguen esperando respuestas, soluciones y respeto.