Mi Matria se llama Andalucía. Digo Matria, haciendo alusión a ese concepto de pertenencia que creara Don Miguel de Unamuno, aunque tradicionalmente se llame patria. Andalucía es mi madre, que como sabemos todos es la raíz, la casa, más allá de quien ponga la semilla, ejerza o no de padre. Para ser honestos, antes que saber que era un concepto unamuniano, lo leí en el título de un  libro de la poeta andaluza Raquel Lanseros, que sabe, como yo, que la poesía también es una Matria esencial.  Se cumplen más de cuatro décadas de la autonomía andaluza. En el gobierno de la junta la mayoría absoluta del Partido Popular de Moreno Bonilla, peculiar y sonriente imagen de un partido que sabe hacer encajes y gestos, la ultraderecha de Vox, que se empeña en seguir negando el estado autonómico aunque se siente en sus escaños y cobre por ello, discutiendo temas que eran de consenso democrático como la violencia de género, la igualdad o la diversidad afectivo-sexual, y una izquierda que no se ha enterado que, o cambia el discurso, o va a seguir perdiendo elecciones. Estos son los bueyes con los que nos toca arar la conmemoración del aniversario de la Comunidad Autónoma de Andalucía, y no está mal recordar, para no olvidar, y estar pendientes del pasado para que no vuelvan a sustraérsenos derechos en el inmediato presente y en el futuro. Lo digo porque, en una efeméride de tanto relieve, la jauría andaluza de Santiago Abascal, dijo al llegar a San Telmo que tenían una voluntad decidida de acabar con las autonomías, en especial con la andaluza, que consideran “un apaño”.   Lo que no tiene sentido, una vez más, es que mientras pretenden dinamitar desde dentro la autonomía andaluza, sigan comiendo de ella.

España y el sistema autonómico de nuestra democracia, que pone en cuestión Vox, le debe a Andalucía mucho. Poco se ha contado sobre la oposición de los no demócratas, e incluso de la UCD entonces, para que, durante la transición, sólo fueran reconocidas las 3 llamadas “Comunidades Históricas”. Fue la oposición y la movilización de millones de andaluces lo que consiguió que, no sólo Andalucía, sino el resto de las autonomías que hoy conocemos, consiguieran el mismo trato en la Constitución democrática y en la administración del Estado. Mucho se ha escrito sobre el proceso autonómico andaluz, y su intento de ser considerada autonomía “por la vía rápida del artículo 151”, proceso fallido por la falta de apoyo mayoritario en la provincia de Almería, a lo que se aferra Vox para deslegitimar el proceso autonómico andaluz, mayoría que era necesaria para su aprobación en todas las provincias. De los movimientos políticos y sus figuras, con un muy potente entonces Partido Andalucista, ya desaparecido, y un importante Partido Comunista recién legalizado, además del Partido Socialista Andaluz, se ha escrito mucho. Poco se habla, sin embargo, de la importantísima labor que hicieron los intelectuales, escritores, pintores, cantantes, y artistas andaluces en Madrid para conseguirlo y movilizar a los andaluces, haciéndolos visibles en la capital.

Mucho de esto sabe Rafael Escuredo, primer presidente electo de la Junta de Andalucía, felizmente premiado con la Medalla de Oro de Andalucía en su cuarenta aniversario. Dicho sea de paso que los socialistas andaluces estaban, y siguen estando en deuda con él, y no siempre han sido ni son lo agradecidos y respetuosos que debieran. Digo que mucho de esto sabe el presidente Escuredo y su vicepresidente y sucesor, José Rodríguez de la Borbolla, porque él conoció bien la movilización del Instituto Cultural Andaluz, fundado en Madrid en la transición, y que, alrededor del editor, pintor y escritor granadino Paco Izquierdo, y que se reunía en la Casa de Cádiz de Madrid, en la calle Piamonte 12, aglutinó el sentir de la patria andaluza y de sus referentes artísticos e intelectuales en el país. Fue desde este Instituto, desde donde se organizó la serie de autobuses que desde Madrid a Granada movilizaron a millones de andaluces en una manifestación sin precedentes, que hizo replantearse, tras el referéndum, la entrada de Andalucía en el sistema de las  autonomías, y la creación del actual sistema autonómico andaluz. Entre los participantes, Miguel Ríos, Luis Rosales, Rafael Montesinos, Emma Penella, Antonio Hernández, Carlos Cano, José Infante, en unas movilizaciones, tanto en Madrid, en la plaza de Santa Ana, como en la caravana de autobuses y posterior manifestación de Granada, a la que se sumaron figuras no andaluzas como Serrat. Hubo incluso un cisma entre la UCD granadina y la nacional, pues los andaluces se enfrentaron a la opinión del partido a nivel estatal, lo que provocó que, y esto lo desconoce mucha gente, Carmen Díaz de Rivera, ayudara en la sombra a los granadinos, e incluso colaborase en la movilización y organización de autobuses para la manifestación de Granada el 4 de diciembre de 1977, que visibilizó la aspiración de millones de andaluces. La determinación de esta política, fundamental en el juego de la transición española, fue determinante en el cambio de postura respecto a las aspiraciones de los andaluces y, luego, del resto de las regiones, de Adolfo Suárez.

Cuando se hacen tantas bromas baratas sobre los andaluces, cuando se vuelve a debatir por parte de cierto partido reaccionario y antidemocrático y sus socios el valor de las autonomías, es necesario volver a recordar nuestra historia, y lo que la democracia española le debe a Andalucía y a los suyos. No sólo dinero, que también, pero que otros se embarren en el discurso de la deuda histórica económica y sus comparativas. Hablo de lo que nuestra Constitución, nuestra Democracia, nuestro sistema, ahora en cuestión desde muchos flancos que quieren demolerlo, le debe a Andalucía, y a un puñado de hombres y mujeres que con ilusión, compromiso y talento, se pusieron al servicio de Andalucía, y de la transición democrática de nuestro país. Hombres y mujeres premiados en la figura de Rafael Escuredo, en ediciones pasadas, y otros injustamente olvidados, en el engranaje ingrato del olvido contemporáneo. Como recitó en la manifestación de Granada del 77 el poeta y Premio Nacional de Poesía, Antonio Hernández: “Si digo Andalucía/ estoy diciendo el nombre de mi patria”.  O como también escribiera la maestra jerezana Pilar Paz Pasamar, “Llevadme al Sur en volandas/ya que no me llevo yo./Aves de retorno, nubes/de vuelta. Por aquí, no./Mi corazón por la arena, al aire mi corazón…”.