Este es un país en el que no se quiere ni se respeta a los creadores. Lo digo así, sin ambages, porque los eufemismos suelen ser bienintencionados, o no, camuflajes de la verdad más cruda. Ya lo escribió Cernuda: “Escribir en España no es llorar, es morir”. Y así continuamos aunque no haya político de primera o de tercera regional que en campaña se llene la boca de cultura, cite a uno u otro escritor, y se mate para hacerse la foto con tal o cual músico, cantante o actor. Ya sé que están pasando muchas cosas, terribles, inéditas, con la maldita pandemia, pero eso no quita para que contemos y reflexionemos sobre las que siguen pasando, inevitablemente.  

Hace unas semanas exponía la necedad y mala intención del gobierno de la Comunidad de Madrid, en coalición de PP y Ciudadanos, sobre la casa del Premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre. No sólo siguen sin pronunciarse y sin tomar una decisión sobre la declaración de la casa del poeta del 27, Bien de Interés Cultural, BIC, sino que, además del silencio de la Consejera de Cultura de la Comunidad, la escritora Marta Rivera de la Cruz, la madura respuesta de la señora Andrea Levy, Concejal de Cultura del PP en el Ayuntamiento de la capital, ha sido bloquear las cuentas en redes sociales de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre. Una asociación heterogénea en lo ideológico formada por algunos de los escritores, comunicadores, periodistas, músicos, creadores e intelectuales más importantes del país, algunos afines al partido de la señora Levy, o que incluso han tenido responsabilidades de gobierno con su partido, por cierto. No debe comprender la señora Levy que, su obligación desde su cargo, es dar respuesta, y no comportarse como una niñata adolescente que ante las críticas bloquea a los que no le ríen las gracias o las desgracias, como en este caso.

Cuando sigue candente y sin solución este tema, he de poner la lupa sobre otro asunto igualmente grave. Hace unos años yo mismo hacía saltar la alarma en medios sobre el mal estado de conservación de la Casa-Museo de Federico García Lorca en la Huerta de San Vicente. Saltaba a principios de julio del año 2015 en unos cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid en El Escorial. “Los Poetas en Nueva York”, conmemoraban con sus alumnos y ponentes el 75 aniversario de la publicación póstuma de “Poeta en Nueva York” y, entre lo debatido, aparecieron unas fotos sobre el precario estado de la más querida y vivida casa del poeta de Granada. Cuando estaban corriendo ríos de tinta por la inauguración del Centro Lorca, y todas sus farragosas vicisitudes, y se hablaba de millones de euros para el proyecto, para la construcción, para amueblarlo, para abrirlo, nadie parecía prestar atención al estado de lo que realmente la gente quiere ver cuando va a Granada: su casa, su piano, su escritorio, que, cinco años después, siguen sufriendo deterioro por humedades, calor extremo en verano,  y falta de una conservación adecuada.

El entonces recién investido Consistorio, del PP, nombrado con el apoyo del candidato de Ciudadanos a la Alcaldía, y su insigne representante de Cultura, que también poseía las atribuciones de Patrimonio, Don Juan Manuel García Montero, hermano del actual director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, no hizo nada para mejorar la conservación de la Huerta.  Lo único que hizo fue echar piedras sobre el tejado de la Fundación y en especial contra su presidenta, Laura García Lorca. Lo que  no hizo, como le correspondía, fue atender las necesidades de restauración de la carpintería de la casa, para arreglar los muebles, para instalar la climatización, que no existe, con oscilaciones térmicas que van de los 40 grados en verano a bajo cero en invierno, incumpliendo todas las leyes establecidas de garantías museísticas, patrimonio y conservación, y ahora siendo un peligro para la propagación del COVID 19. El actual consistorio de Granada, con su alcalde en la cabeza, Luis Salvador, tránsfuga del PSOE a Ciudadanos, que gobierna en la ciudad con el apoyo de PP y VOX, sigue maltratando la casa del poeta y poniéndola en peligro. La dejadez del Ayuntamiento para con la Huerta de San Vicente es tan manifiesta que no existe un presupuesto para conservación. La recaudación del museo, que en las temporadas de verano es bastante sustanciosa, en lugar de revertir en el propio museo, se destina a otras partidas. 

Ya en 2013 hubo que realizar una intervención de urgencia sobre el tejado de la casa, por una cuestión de goteras, que tuvo como consecuencia la inundación de la misma, y el deterioro por agua de los muebles y enseres personales del poeta, en especial de su piano y de la alfombra original que estaba bajo el mismo, que hubo de ser retirada, sin que nadie haya dado cuenta de su restauración ni ubicación actual. Resulta incomprensible que, piezas que serían admiradas y cuidadas en otros espacios museísticos, como la guitarra de Federico, con la que tocaba flamenco para sus amigos y componía algunas de sus canciones populares, así como varios de sus juguetes infantiles y parte del mobiliario, dibujos, y enseres domésticos de la casa estén embalados en cajas y amontonados en un trastero, según nos contó quien sí pudo tener acceso, por ser integrante de la corporación, el entonces Portavoz del Grupo municipal socialista de Granada, Francisco Cuenca, y alcalde, posteriormente, hasta los últimos comicios.  Éste llevó a pleno varias mociones en la pasada legislatura para actuar al respecto. Bien es cierto que, durante su periodo de alcaldía, el primer edil socialista sólo repuso algunas de las ventanas agrietadas, y poco más, cubiertas que, ante la falta de climatización vuelven a estar deterioradas y agrietándose como las originales, pero, al menos, durante su tiempo de gobierno, se comenzaron a hacer intervenciones que no se habían hecho hasta entonces y que vuelven a no realizarse poniendo la casa en peligro.

Resulta curioso que el alcalde de la ciudad, el señor Luis Salvador, que además se arrogó la titularidad de cultura, afirme hace unas semanas que “hay que invertir en cultura como un elemento fundamental para el desarrollo turísitico”. Sería loable si no lo enfrentásemos al desdeñoso silencio administrativo del consistorio Granadino por el deterioro de la casa que  va in crescendo hasta un punto de vértigo: grietas estructurales en paredes y cerramientos; en tejados y cubiertas; en algunos lugares como el propio dormitorio del poeta cabe una mano por algunas de estas hendiduras; la ya citada inexistencia de una climatización, evidencian un incomprensible abandono que ponen en riesgo la pervivencia de tan simbólica casa, lugar de peregrinaje de amantes de la obra y la figura del poeta más universal de las letras españolas, con perdón de Cervantes.  Piezas únicas están en peligro, como el cuadro que regaló Rafael Alberti a Lorca al conocerse, que está sobre la cama de éste, piezas de un enorme valor sentimental, biográfico, como su piano  o su escritorio, y otras, inexplicablemente descartadas y mal conservadas en un trastero.

Lo cierto es que nadie puede entender la razón de este desdén de la administración Granadina, la mala gestión de tan importante legado, para el que tal vez sería necesaria la intervención de la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Andalucía, o del propio Ministerio de Cultura. Federico García Lorca es, sin lugar a dudas, el más insigne hijo de Granada, y el más reconocido autor de las letras españolas. El que más resonancias internacionales suscita. Ni Lorca, ni Granada, ni los amantes de su obra, merecen ni deben permitir que la mala gestión de unos políticos con poca altura de miras dejen perder un legado que nos pertenece, patrimonial y sentimentalmente, a todos pero, esto es España, y aquí a los poetas, a los creadores, se les fusila y entierra en cunetas anónimas, literal, o figuradamente. Se les desprecia y persigue, se les mata de hambre o de incomprensión, mientras se jalean a perfectos descerebrados en realities Shows, o se hace la vista gorda con los delitos fiscales de los astros del balón. Qué razón tienes, Cernuda. ¡Qué tristeza!