Ya en su fecha habitual de primavera, ha regresado a la ciudad lorquiana el FIP que es como se conoce el Festival Internacional de Poesía de Granada. A pesar de los avatares impuestos por la Pandemia, que obligaron a su cancelación el año pasado y, luego, al traslado de fecha del abril-mayo habitual a un casi primaveral octubre, ha podido al fin celebrarse en su estación original. Digo en su estación original porque es en primavera cuando se instauró, fechas en las que se celebran el día de la Poesía y el día Internacional del Libro. Después de 17 ediciones, el más importante encuentro de poesía Internacional en España, y referente en el mundo, ha dejado, como en ediciones anteriores, momentos para la historia de la Literatura. Desde que hace casi dos décadas iniciara su andadura, por la iniciativa de la profesora de la Universidad de Granada Remedios Sánchez y los poetas Fernando Valverde y Daniel Rodríguez Moya, el festival ha ido consolidando con esfuerzo, rigor y pluralidad, su peso en su género en nuestro país, y en fuera de él, equiparable con los más grandes que se celebran en el mundo sobre Poesía. Con el apoyo de instituciones privadas y públicas, el sustento económico más de las privadas que de lo público, todo sea dicho de paso, y verdaderos encajes de bolillo, pues otros certámenes y festivales de menor calado cuentan con tres y cuatro veces más presupuesto, sus organizadores siguen logrando que a la diversidad y pluralidad de voces, propuestas, poéticas y nacionalidades, se le sume una amplia asistencia, y la concurrencia de Premios Nobel, Nacionales, Goncourt, Pulitzer, y los más consolidados curriculums y autores del mundo. El trabajo, el esfuerzo, la convicción y la pasión, son las claves de este éxito de casi dos décadas ya. Sí es de esperar que las distintas instituciones se impliquen más, no sólo en el momento de las fotos, sino, sobre todo, en ampliar presupuestos y colaboración.
El arranque, como siempre, en la mítica Huerta de San Vicente, el lugar que se impregnó de los momentos más felices y también los más amargos del poeta tutelar de Granada, Federico García Lorca. El autor más internacional de nuestra lírica, aunque ni siquiera conozcamos aún, el paradero de sus restos mortales. En la inauguración, tras los inevitables discursos de los políticos de todas las administraciones municipales, autonómicas y nacionales, el momento de la poesía. Un lúcido Adonis, el gran poeta sirio, en sus sabios y serenos 92 años, perpetuo candidato al Premio Nobel, leía sus poemas de amor, secreto, aseguraba, de la eterna juventud. En el mismo acto, una de las voces más relevantes de la poesía marroquí, Mohamed bennis, presentado por el poeta José Sarriá, uno de los autores españoles más conectados e influyentes con la realidad cultural de Marruecos. Recital también del catedrático y poeta castellano Juan Antonio González Iglesias, una de las voces más singulares y premiadas de la poesía española contemporánea. Como colofón el recital lorquiano y personal de la cantante y compositora María Pelae, que homenajeó por igual a Lorca y a Enrique Morente, en su ciudad.
Durante toda la semana, la poesía, la prosa poética, el debate teórico, el encuentro con alumnos universitarios y profesores, y con la ciudad de Granada, de los poetas, escritores, críticos, divulgadores, músicos, más laureados, influyentes, incipientes, consolidados del momento en España y todo el mundo. Por citar sólo algunos, además de los ya enumerados, Raquel Lanseros, Raúl R.Sola, José Luis Rey, Ioana Gruia, Farid Othman-Bentria Ramos, Jorge Pozo Soriano, Rafael Soler, Juanjo Téllez, Jesús Pacheco, Mario Obrero, Antonio Díaz Mola, Lena Carrillero; en la mesa más internacional Ataol Behramoglou, uno de los poetas contemporáneos más importantes de Turquía, Abdoul Hadi Sadoum, de Irak, desde EEUU, Eduardo Herrera Baullosa, probablemente el mejor poeta cubano de su generación, el argentino Daniel Calabresse, y la poeta mexicana Carmen Boullosa, entre otros. Potente conversatorio con Leila Slimani, narradora marroquí afincada en Francia, Premio Goncourt, con una visión de la mujer escritora marroquí, moderna, laica y sin complejos. En el grupo de los estudiosos y literatos, Gonzalo Manglano o Allen Josephs, y Juan Pinilla, entre los músicos, coordinando el homenaje al “Concurso del Cante Jondo de 1922”, junto con Marina Hererdia, Eva la Yerbabuena, Arcángel, Soleá Morente y la maestra Carmen Linares, que recibió el Premio del Festival. El colofón la conversación-recital de la premio Nobel rusa, exiliada en Alemania, Svetlana Aleksiévich, en conversación con la profesora Remedios Sánchez, y los escritores nicaragüenses Gioconda Belli y Sergio Ramírez.
Los creadores, en especial los poetas y los músicos, hemos sido de los sectores más deprimidos, como todo el sector cultural en bloque, por la crisis pandémica. No hemos sido de los quejumbrosos que han estado llorando por las calles y redes, ni mendigando apoyos ni subvenciones, conscientes de que, salvo en campaña electoral, y cada vez menos, no les importamos a casi nadie. Parece ser que pronto se aprobará el estatuto del artista, veremos hasta donde llega, aunque ya salir del epígrafe en autónomos de “ceramistas y otros”, y tener uno propio, es una pequeña conquista. Sin embargo, la poesía sigue siendo un pulso del tiempo que sobrevuela el tiempo, y que permanecerá, cuando los que se creen que han llegado para siempre dejen de estar. Festivales como este Internacional de Poesía de Granada demuestran que, aunque muchos sigan alimentando el discurso de la estupidez, la nadería y el antiintelectualismo, la poesía cose más heridas que las suturas, y construyen más puentes que todos los ministerios juntos. Granada ha construido un oasis de diálogo cultural en Granada, que es ya también un festival de poesía.