Desde su llegada a Madrid, Feijóo no ha cejado en su empeño de acercar la filosofía al pueblo llano. Conceptos que hasta ahora estaban reservados a doctos pensadores, se van introduciendo en el acerbo popular gracias a quien fuera grumete de Marcial Dorado. Esta semana los términos que ha añadido a su enciclopedia popular han sido: gente de bien y corrupción cutre.

Desde el principio de los tiempos, los más insignes pensadores se han devanado los sesos intentando discernir donde establecer la frontera que divide a la gente buena de la mala. Hay algunos casos que no dejan lugar a la duda, pero son los menos, la mayoría nos movemos en tierra de nadie, una especie de purgatorio donde, según el día, estamos más o menos cerca del cielo o el infierno. Podríamos estar de acuerdo en que quienes en conjunto pasan más tiempo cerca del cielo son mejor gente que quienes lo hacen cerca del infierno. ¿Quién no ha tenido, por ejemplo, un jefe con actitudes dictatoriales, que nos ha sorprendido  fuera del ambiente laboral acariciando con cariño a un perro o dando limosna a un pobre?

Y también, por supuesto, lo contrario. ¿Cuántos santos y devotos sacerdotes dan lecciones de bondad y pureza alzando al cielo sus manos desde el púlpito, sin poder evitar que esas mismas manos acaben en el pene de un niño? o ¿cuántos convencidos y sinceros patriotas no acaban cediendo a la codicia y haciendo que su alma y su dinero vivan en países diferentes? Ya van viendo que separar a la gente de bien de la gente de mal, no es una tarea sencilla.

Pero aquí es donde Alberto Núñez Feijóo nos da una nueva lección de sabiduría. Los dos términos de esta semana, que aparentemente no parecen tener una directa conexión, nos ofrecen la solución al eterno dilema. Siendo, como es, presidente del partido europeo con más casos de corrupción conocidos y juzgados (éste no es un dato subjetivo, sino puramente científico, si a sumar se le puede llamar ciencia) resulta lógico pensar que para él gente de bien son Rato, Bárcenas, Zaplana, Camps,  M. Rajoy (quién quiera que sea), Cifuentes, Blesa, Matas y un largo etcétera que les ahorro, porque de lo contrario habría abandonado el partido mucho tiempo atrás.

Podemos deducir que, siguiendo las enseñanzas del maestro Feijóo, lo que diferencia a la gente de bien de la gente de mal no es tanto lo que hace, sino la manera en la que lo hace. Queda claro que "Tito" Berni y "Papá" Francisco Espinosa, general de la Guardia Civil, son gente de mal porque su corrupción ha sido cutre y Rato y compañía son  gente de bien, porque su delito se ha ejecutado con pulcritud y saber estar. Salta a la vista que entre la imagen en calzoncillos en una desordenada habitación de hotel de los protagonistas del caso Mediador y la instantánea de Rato saliendo con unos cojines tapizados en brocado de seda, pagados con la tarjeta black, hay un abismo. El mismo que separa al cielo del infierno y al PP del PSOE.