A primera vista, la narración de Van-Halen -que fue asesor durante años del ministro Fraga Iribarne- invita con facilidad a pensar que ese encuentro podría ir encaminado a poner en marcha una Constitución para España. Como quiera que la palabra Constitución tiende a ser interpretada, en general, como sinónimo de democracia o de libertad y, además, en el escenario aparece un “célebre jurista alemán”, parece innegable que el mensaje resulta positivo a la hora de valorar a Fraga Iribarne.

Manipulación
Pero la realidad de aquel encuentro no fue, ni mucho menos, como parece. Se trata de una manipulación más de todos aquellos conservadores -y algunos pocos progresistas enclenques-, empeñados en transformar a Fraga Iribarne en un héroe de las libertades. El año 1956 fue nombrado por el Gobierno de la dictadura presidente del Instituto de Estudios Políticos. Pues bien, el día 21 de marzo de 1962 el régimen franquista homenajeó al principal jurista del nazismo, Carl Schmitt. Este nazi era, y no otro, “el célebre jurista alemán”.

Una crónica de Manuel Ribas
Manuel Ribas, excelente escritor y periodista publicó hacia 2006 una crónica de aquel día de marzo de 1962, poco antes de que Fraga Iribarne pasara de director del Instituto de Estudios Políticos a ministro de Información y Turismo. Convocó el homenaje el director todavía del Instituto –“fábrica de ideas de la dictadura”-, Fraga Iribarne.

Serrano Suñer y Fernández-Cuesta
El acto de enaltecimiento del jurista nazi Carl Schmitt congregó a una “numerosísima concurrencia”, con “la presencia de dos célebres exministros de Franco, Serrano Suñer y Fernández-Cuesta. Fraga Iribarne subrayó la “trascendencia del acto, en el que se va a homenajear, dijo, a “una de las figuras más ilustres de la ciencia política europea, especialmente vinculada a España”. Según él, Schmitt era su “venerado maestro”.

El cerebro del III Reich
Sostiene Ribas que el “célebre jurista alemán” había sido “conocido como el kronjurist, la corona o el cerebro jurista del III Reich”. Fue “el principal artífice de la arquitectura jurídica del nazismo”. Fue “el diseñador del permanente “estado de excepción”, para quien la política es sinónimo de guerra, y el adversario o disidente, de enemigo”.

La máxima de Hobbes
Fue “el teórico del decisionismo, que lleva al límite perverso la máxima de Hobbes: “Autorictas non veritas facit legem” (la autoridad, no la verdad, es la que hace las leyes.) “La gran operación del ilusionismo histórico es convertir al tirano en “supremo juez”, en fuente de derecho”.

Falsedad biográfica
“Una falsedad biográfica amable con Schmitt –advierte Ribas- le sitúa fuera de juego a finales de 1936 debido a intrigas interiores del nazismo. No obstante, contó siempre con la protección del todo poderoso Göring. Continuará siendo profesor en la Universidad de Berlín y consejero prusiano hasta el fin de la guerra. “Volvamos a Madrid (…), en 1962” el día 21 de marzo.

El pensamiento de Schmitt “más vigente que nunca”
En su intervención Fraga Iribarne elogia el pensamiento de Carl Schmitt, “hoy más vigente que nunca” y añade: “La política como decisión, la vuelta al poder personalizado, la concepción antiformalista de la Constitución, la superación del concepto de legalidad…son estas cotas ganadas de las que no se puede volver atrás”. En 1944, en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia Fraga Iribarne dejó escrito: “La ley es algo así como un cañón de largo alcance”.

El trabajo sucio
Políticos, periodistas y hasta obispos han proyectado estos días una imagen de Fraga Iribarne que le sitúa como si hubiera sido una especie de demócrata atrapado por los franquistas. Aun así, Fraga Iribarne –puntualizan sus seguidores- hizo cuanto pudo para que España recuperara la libertad. Sin embargo, está ya más que demostrado que el presidente-fundador del PP sirvió eficazmente al Régimen dictatorial, con frecuencia haciéndole el trabajo sucio –sucio, cruel y tenebroso- al general Franco.

Una mascarada
Su cacareada Ley de Prensa no fue más que una mascarada detrás de la cual había censura, multas, amenazas y cierres de periódicos. Y luego no se deben olvidar los sucesos sangrientos de Vitoria y Montejurra, entre otros episodios en absoluto democráticos.

Sin pedir perdón jamás
Finalmente –aunque sin pedir perdón jamás y sin condenar nunca el franquismo- es cierto que Fraga Iribarne asumió y defendió la Constitución de 1978 y contribuyó a la normalización política de España.

La mentira deliberada
Pero desde los años cincuenta, y también antes, hasta después de la muerte de Franco, Fraga estuvo apoyando el nazismo o el fascismo. Su “venerado maestro” fue Carl Schmitt, el jurista del nazismo. Decir lo contrario es simplemente acogerse a la mentira de forma deliberada.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM