Esta semana, Europa marca un antes y un después en la historia de los pagos. Desde el 9 de octubre de 2025, todos los bancos de la eurozona están obligados a ofrecer envíos de transferencias instantáneas sin coste adicional e implementar nuevos métodos de verificación de beneficiarios. Un movimiento que elimina de un plumazo las esperas de días para que el dinero llegue de una cuenta a otra, y que coloca la inmediatez, la seguridad y la transparencia en el centro del sistema financiero europeo.
Pero esta noticia va mucho más allá de la velocidad. Marca el fin de una era en la que la infraestructura financiera podía considerarse un simple canal. Hoy, las empresas, los consumidores y los propios bancos se mueven hacia un modelo en el que el valor no está solo en mover dinero rápido, sino en cómo ese dinero se integra, interpreta y activa dentro de cada modelo de negocio. Y es ahí donde surge un nuevo concepto: las finanzas contextualizadas.
Durante la última década, las finanzas integradas han transformado el acceso de los consumidores a opciones de financiación —en sus diferentes formatos—. Ejemplos claros pueden ser cuando al comprar un billete de avión, puedes fraccionar el pago desde la misma plataforma de la aerolínea o cuando incluyes un seguro de coche desde una plataforma de alquiler de vehículos.
Al integrar servicios como pagos, préstamos o seguros dentro de experiencias digitales, se permitió que empresas de todo tipo se convirtieran en “mini ecosistemas financieros” para ofrecer facilidades a sus clientes (esos consumidores de los que antes hablaba). Según AWS, este mercado podría superar los 7,2 billones de dólares para 2030, y nueve de cada diez grandes corporaciones ya operan de alguna forma bajo este modelo.
Las finanzas contextualizadas representan el siguiente salto: no solo insertan servicios financieros, sino que los reconstruyen en función del ADN de cada industria
Sin embargo, esta integración ha sido en gran medida horizontal. Se trataba de añadir una capa financiera a la experiencia del cliente, pero no de rediseñarla desde su contexto. Las finanzas contextualizadas representan el siguiente salto: no solo insertan servicios financieros, sino que los reconstruyen en función del ADN de cada industria. Ya no se trata de APIs o pasarelas, sino de entender cómo se mueve el dinero, cuándo lo necesita un distribuidor, cómo se comporta un flujo de caja estacional o qué restricciones regulatorias rigen un mercado concreto.
El cambio no es teórico. Empresas de distintos sectores ya lo están demostrando. En Estados Unidos, Toast —plataforma tecnológica para restaurantes— ha procesado más de 41.000 millones de dólares en pagos ofreciendo crédito directamente vinculado al rendimiento operativo de cada local. En España, Mahou está aplicando este mismo principio a su red de distribuidores, integrando herramientas de cobro y financiación adaptadas a las necesidades de miles de pymes del canal horeca. En el sector logístico, se ha trabajado para reducir los tiempos de liquidación internacional mediante soluciones de capital contextualizado, mientras que organismos como grandes organizaciones internacionales han implementado plataformas de desembolso diseñadas para entregar ayuda humanitaria con mayor trazabilidad y control.
Todos estos casos tienen un denominador común: la finanza deja de ser un servicio añadido y pasa a ser parte estructural del negocio.
Para las corporaciones, esto abre una oportunidad única de convertirse en orquestadores de ecosistemas financieros. Pueden fortalecer la relación con sus redes de distribuidores y clientes, crear nuevas fuentes de ingresos y ofrecer valor añadido sin necesidad de convertirse en bancos. Para las entidades financieras, en cambio, las finanzas contextualizadas suponen un nuevo canal para volver a financiar pymes con mayor eficiencia, gracias al acceso a datos transaccionales en tiempo real y a ecosistemas ya consolidados.
Las transferencias instantáneas impuestas por la UE no son un punto final, sino un punto de partida
En este contexto, las transferencias instantáneas impuestas por la UE no son un punto final, sino un punto de partida. Garantizan que la infraestructura básica funcione a la velocidad del negocio moderno, pero el verdadero reto será cómo orquestar esa inmediatez dentro de cada sector, creando soluciones que generen crecimiento, fidelización y resiliencia.
Las finanzas integradas fueron el primer paso: hicieron los servicios más accesibles y convenientes. Las finanzas contextualizadas son la siguiente frontera: las hacen relevantes, inteligentes y orientadas al crecimiento.
La inmediatez es ahora una obligación. La contextualización, una oportunidad.
Eduardo Martínez García es CEO de Toqio