No les falta razón. La situación del Jefe del Estado se encontraba estos días a punto de ser inaguantable y, tras su intervención urbi et orbe, sigue siendo grave o, como mínimo, inquietante. La pesadilla para los habitantes de La Zarzuela sigue ahí. No se ha evaporado por arte de Birlibirloque.

Golpe de timón
¿Está el estado personal, familiar y político del Rey con capacidad suficiente para dar un golpe de timón y emprender así un  rumbo –que debería ser ampliamente perceptible por la ciudadanía- hacia el regeneracionismo de la Institución? No da, hoy por hoy, la impresión de que esto pueda producirse.

La honra de la autocrítica
De momento, pues, la Corona ha conseguido aligerar la presión cada vez mayor que sufría la Monarquía y de este modo respirar un poco. Le honra, en todo caso, haber protagonizado una autocrítica. No abundan los dirigentes políticos que piden perdón por sus errores. En este sentido, está actuación pública de Juan Carlos I parece, en efecto, acertada.

Un frente abierto, peligroso
Sin embargo y para su desgracia, el Monarca continúa teniendo abierto un frente peligroso, como el que atañe directamente a su yerno Urdangarin  y, según y cómo, a la Infanta Cristina.  El fantasma de la corrupción no salpica, con pruebas inequívocas, a Su Majestad, pero algunas sospechas han sido difundidas en  medios de comunicación tan diferentes como son El País y El Mundo.

Reyes judicialmente inviolables
Le protege, no obstante, la Constitución porque los reyes son inviolables judicialmente hablando. Pero la opinión pública, en un Estado democrático, y España lo es, acaba imponiéndose como queda demostrado, con  nítida claridad, a raíz del gran escándalo que  incluso hubiera podido noquear al Rey.

El Príncipe heredero
El ciclo de Juan Carlos I en La Zarzuela, muy positivo desde la óptica democrática, comienza a cerrase con mucha facilidad, tras cerca de cuarenta años de Reinado, que no está nada mal, por cierto. Hay, al respecto de esta cuestión tan delicada  como extraordinariamente necesaria dos caminos transitables. El primero, dar paso cuanto antes al Príncipe heredero, Felipe de Borbón, cuya principal tarea tendría que ser el regeneracionismo urgente de una Monarquía en crisis.

El segundo camino
Y el segundo, sencillamente, la República, sobre la cual tratamos el otro día, desde ELPLURAL.COM, de subrayar que es un régimen sin duda honorable y mayoritario  con holgura en la Unión Europea.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM