El nuevo Gobierno de Pedro Sánchez está formado por excelentes profesionales y tiene un perfil técnico innegable, pero le va a faltar el alma apasionada y sincera de Dolores Delgado, la ministra que inspiró el calificativo de “Gobierno bonito” al primer ejecutivo socialista. La hasta ayer ministra de Justicia, aportaba frescura y calidez pese a los obstáculos que le fueron colocando y frente a los que la ministra no se ha rendido.

A Lola Delgado la ha ayudado en este tiempo su extraordinaria capacidad para apasionarse. Excelente jurista, fiscal especializada en materias tan complejas como el crimen organizado o el terrorismo, se encontró con un estamento judicial en su mayoría tremendamente conservador, anclado en lo que se entiende como casta y en el que las mujeres, aún siendo más numerosas en la profesión, están escasamente representadas en los puestos decisivos. Mujer y progresista al frente de la cartera de Justicia es un imposible para la mentalidad de demasiados miembros del sector jurídico que se dedicaron con entusiasmo a demonizar a la ministra.

Se jugó sucio contra Lola Delgado y sin escrúpulos. Los manipulados audios del encarcelado comisario Villarejo en una comida casual diez años atrás y en otras circunstancias muy diferentes, han sido el arma arrojadiza más utilizada contra ella pese a que la falsedad se llegara a demostrar ante el juez. El bulo quedó para la historia. No recuerdo que de ningún otro ministro de este país se haya hablado con tanta insistencia sobre su vida personal, real o inventada. Todo ello, con la ayuda inestimable de la derechona mediática que, fiel a la voz de su amo, se dedicó con fervor a machacar en determinados medios digitales e impresos el trabajo que la ministra desarrollaba. Ha sido objeto de ataques injustos, pero ha demostrado su falta de complacencia con las miserias de la política. 

Mujer y progresista al frente de la cartera de Justicia es un imposible para la mentalidad de demasiados miembros del sector jurídico que se dedicaron con entusiasmo a demonizar a la ministra.

Sus amigos y también muchos de los que le han puesto las cosas complicadas, afirman o reconocen que en ningún caso nadie ha conseguido romper su compromiso con la Justicia. Se ha mantenido en ese ambiente arduo contra viento y marea gracias a su gran sentido de servicio público y a su afán de trabajar por mejorar la justicia, los Derechos Humanos y por recuperar la memoria histórica. Objetivos claros y diáfanos para Delgado que ha sido capaz de asumir gracias a su vitalidad y su fuerza como persona y como mujer. Ahí quedó para la historia su imagen en el Valle de los Caídos, la imagen digna del Gobierno de España en la exhumación del dictador.

Estoy seguro de que a Lola Delgado le espera un gran futuro. Lleva con ella el equipaje de una gran profesional, la vehemencia de quien combate la injusticia y la brillante luminosidad de alguien que pone por encima de todo a las personas.

 ¡Buena suerte, Lola!