“Tengamos cuidado, no vaya a venir el huracán y se lleve no sólo el símbolo, sino a nosotros”. Blas Infante.

Te invito a pasear por nuestra memoria y para ello nos iremos a un pueblo maravilloso de nuestra tierra andaluza: Casares. Andaremos por su calle empedrada para llegar a una plaza única, que alberga la imagen del padre de nuestra Patria andaluza y bajaremos por la calle Carrera para pararnos en seco en el número 51, la Casa Natal de Blas Infante y en esa casa humilde de pueblo, nos pararemos a pensar de donde venimos y hacía donde vamos.

Allá por 1919, hace 103 años, un notario soñó lo que somos desde el activismo, a través del Manifiesto aprobado por el Directorio Andaluz de Córdoba y refrendado por la Asamblea Autonomista, leemos en uno de sus párrafos:

“Nosotros, conscientes de nuestra misión vital, invitamos fervorosamente a todos los andaluces a que, recordando como un acicate su gloriosa historia, no de guerras, sino de maravillosas civilizaciones pasadas, colaboren en la batalla nuestra; a que sientan un anhelo de eternidad que constituye el fondo último de todos los seres, con el objeto de una posteridad triunfante, la cual únicamente podrá perpetuar la vida nuestra depurada por el dolor, dignificada por la Libertad y santificada por la Justicia.”

Este manifiesto defendía dos ideas fundamentales, la descentralización y la lucha por una Andalucía libre.

Seguro que, hoy por hoy, habría que actualizar muchos términos de aquel manifiesto, empezando por incluir a las andaluzas, pero el sentimiento permanece vivo en muchas andaluzas y andaluces.

Pues bien, en estos días de campaña nos vienen quienes no sienten esta identidad andaluza, quienes no entienden ni estudiaron nuestra historia, quienes no estuvieron en nuestras calles reclamando nuestra autonomía, quienes no practican la tolerancia propia de nuestra gente, sino que viven de los mensajes de odio y la confrontación, a hablarnos de centralización, pero hay unos y unas que lo verbalizan y otros que callan, sin defensa a ultranza de nuestra autonomía, pues a ellas y ellos debemos decirles claro, nuestros mayores alcanzaron el triunfo con su lucha, para ello se depuraron con dolor, dignificaron esta tierra por la Libertad y la santificaron por la Justicia.

“La bandera andaluza, símbolo de esperanza y de paz que aquí hemos izado esta tarde, no nos traerá ni la paz, ni la esperanza, ni la libertad que anhelamos si cada uno de nosotros no la lleva ya plenamente izada en su corazón”. Blas Infante