Hay que reconocer que José María Aznar, pese a ser autor de la mentira más grande y dolorosa de la reciente historia de España y de tener el triste récord de ser el presidente de gobierno con más ministros y altos cargos imputados desde que tenemos memoria, tiene un alto poder de convocatoria. Tanto es así, que sobrepasa las filas de los militantes de su partido y su flauta de Hamelin atrae ratas de todos los colores y formaciones políticas.

Cuando dijo aquello de "el que pueda hacer que haga", poco podía imaginarse uno que gente tan variada iba a ponerse manos a la obra con semejante capacidad de organización y entusiasmo. Desde luego lo de los jueces es digno de mención. Pese al atasco que existe desde hace años en los juzgados, la orden de Aznar ha conseguido dinamizar expedientes, y jueces que llevaban años en estado de hibernación, abren y cierran ahora investigaciones como si no hubiera un mañana.

Algo parecido ocurre con las investigaciones de las diferentes policías judiciales. El récord absoluto lo tiene, al menos de momento, la UCO que ha conseguido cerrar, incluso antes de iniciarla, la investigación sobre Santos Cerdán. ¿Recuerdan que hace unas semanas todos los medios de la derecha anunciaron la inminente publicación de una investigación sobre el número tres del PSOE que iba a destrozar por completo el partido? Pues ya está, ya se ha cerrado, y no solo batiendo la marca mundial de velocidad en una investigación, sino siendo la más económica que se ha hecho nunca. No se ha gastado ni un solo folio, porque no se ha escrito ni una sola línea.

Pero volvamos a la flauta de Aznar y a quienes se sienten atraídos por su música. Lo primero es reconocer la capacidad del expresidente del Gobierno para superar dificultades. Poca gente consigue sobreponerse a parálisis bucales como la que él padece, con tanto ingenio. Cuando ya pensábamos que nos íbamos a perder la transmisión de su sabiduría ante la imposibilidad de entender lo que murmura, se le ocurrió lo de la flauta, y ahí lo tienen, rodeado de ratas bailando a su son.

El primero Feijóo, que hace tiempo que abandonó su primera intención de moderar la ultramontana derechona española, y ahora es uno de los más fieles seguidores de la secta hameliana. El atractivo de su música es tan irresistible, que incluso alguien tan progresista como Javier Lambán se ha unido al coro y pide a Sánchez que ponga fin a esta "insoportable agonía".

Y tiene razón Lambán. Desde una posición progresista y honesta como la suya, debe ser un auténtico martirio ver como en estos años de Gobierno de Sánchez, los trabajadores han visto como aumentaba el salario mínimo en más de un 61% o como se revalorizaban las pensiones en más de un 33%. Y aún debe ser más terrible, y entiendo perfectamente la indignación del viejo socialista, comprobar como España lidera el crecimiento de Europa, como se ha conseguido el récord de ocupación o como se ha reducido la tasa de temporalidad del 29 % en 2019 al 12 % actual. Una insoportable agonía para alguien tan de izquierdas como Lambán.