El pasado miércoles el RCD Español bajó a segunda división, tras perder en el Nou Camp. Segundos después de terminar el partido, en los alrededores del campo se pudieron ver y oír los fuegos artificiales que algunos seguidores del F.C. Barcelona lanzaban para celebrar el descenso del equipo catalán. Cataluña, la segunda comunidad más poblada de España, se quedaba con un solo equipo en la división de honor. Y algunos catalanes, más de los que uno querría creer, consideraron que era un buen motivo de celebración.

Dos días después, Nadia Calviño, la candidata española para presidir el Eurogrupo, perdía la votación frente al candidato irlandés. En este caso los fuegos artificiales de los seguidores de los equipos contrarios no se oyeron en la calle, sino en las emisoras de radio, en las televisiones y en las portadas de los diarios. Muchos políticos y también muchos ciudadanos, más de los que uno querría creer, consideraron que era un buen motivo de celebración.

Que España haya perdido la oportunidad de influir de manera más directa en la aplicación del Fondo de Reconstrucción, esencial para los ciudadanos que con más dureza están padecidiendo la crisis del Covid19 , no amargó la fiesta a quienes, por encima de cualquier otra consideración, tienen como objetivo la recuperación del poder. Poco se podía esperar de quienes no han sido capaces de una mínima lealtad  durante la peor crisis sanitaria que ha conocido España en el último siglo, pero su grado de mezquindad comienza a necesitar tratamiento clínico.

La táctica que siguen los partidos de la derecha nacionalista española y catalana, perdonen ustedes la redundancia, la explicó con meridiana claridad Mariano Rajoy: "Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político". El día que descubran que han destruido a pedradas el tejado bajo el que vivían a cuerpo de rey emérito, el resto llevaremos años viviendo a la intemperie.