No falla: cada vez que un fascista piensa en Andalucía es para humillarla y tratarla como tierra de infieles que deben ser purgados. En su versión más suave lo suelo llamar “pensamiento mesetario” como una reminiscencia de aquel ideal de presuntos castellanos viejos contra la heterodoxia moral y religiosa del sur. Ahora, con la ultraderecha descarada del señor Santiago Abascal, caudillo, más que líder de VOX, podemos hablar ya de la resurrección de la vieja mitología de la reconquista y persecución del “infiel”, “las brujas” y “los sodomitas”. Está en sus propuestas, en sus declaraciones y soflamas. La prueba más clara es que, ante los preocupantes resultados de las elecciones andaluzas, y sus posibles lecturas en todas las que vienen, los más insignes abanderados del fascismo, antisemitismo, racismo, misoginia y lgtbifobia del mundo, no tardaron en felicitarlo y sumarse a esta nueva cruzada.

La francesa Marine Le Pen, no sabemos si aún con el chaleco amarillo o no para tratar de desgastar al presidente Macron, fue la primera en felicitar en las redes sociales al partido de Santiago Abascal. Antes incluso de que fueran anunciados los resultados definitivos, la líder del partido ultraderechista francés Agrupación Nacional (AN), enviaba sus felicitaciones a Abascal: “Mis fuertes y calurosas felicitaciones a mis amigos de Vox que, esta noche en España, firman un resultado muy significativo para un movimiento joven y dinámico”. Tampoco faltó el exlíder del Ku Klux Klan, David Duke, felicitando al partido de Santiago Abascal por su triunfo en Andalucía. En su cuenta de Twitter, Duke celebraba los escaños “conquistados” en Andalucía y se congratula por el cambio: “Vox triunfa en Andalucía. 12 escaños y el fin del régimen socialista. #EspañaViva hace historia y demuestra que el cambio es posible. La Reconquista empieza en tierras andaluzas y se extenderá por el resto de España”, escribió Duke. Lo más grave de todo esto no es sólo que un señor que cree en la supremacía de la raza blanca sobre la negra se sume al éxito de VOX, hermanándose, sino que la terminología bélica medieval que usa proviene de ir traduciendo un mensaje con el mismo contenido del propio partido español VOX.  Están en la misma clave medieval que cuando la corona unificada de Castilla y Aragón pidió la bula al papa Sixto IV en 1478 para crear el Tribunal del Santo Oficio, precisamente en Sevilla, a imitación del francés para quemar a los cátaros. En Sevilla, sin embargo, el objetivo fue claro: judeoconversos, moriscos, toda mujer inteligente, bella, que no se plegara a los deseos de los señores y fuera por tanto considerada bruja, intelectuales, artistas no ortodoxos, homosexuales, en fin, si lo comparamos con el ideario de VOX, prácticamente un calco.

Por si no teníamos ya bastantes laberintos políticos en el Congreso, en el Senado, con Cataluña y el agotador “Proces”, con el Brexit, con el imbécil con recaídas del presidente Trump, con el homicida y desestabilizador vía “Legión de Hackers” Putin, etcétera, etcétera, ahora una realidad que parecía residual como era la ultraderecha en España campa por sus respetos, faltándosele a todos los que han construido la democracia en este país, y ocupa espacios más que determinantes en la Junta de Andalucía, y veremos si en otros ámbitos autonómicos,  nacionales y europeos. Falta ver que hace Ciudadanos. Pactar con Vox sería cargarse su posición en elcentroderecha del tablero y probablemente hipotecar su futuro en las sucesivas elecciones, pero hay quien cree que la memoria de los electores es muy débil. De Moreno Bonilla y el PP no nos sorprende nada. Sabemos que el presidente del PP andaluz no tiene otra oportunidad de tocar pelo como presidente de la Junta y, además, no puede llevarle a escándalo el ideario del señor Abascal y VOX, del que comparten muchas propuestas. Al fin y al cabo, lo han criado a sus pechos, pues Abascal perteneció al PP. Quizá esta sea la razón por la que, en España, hasta ahora, no había una ultraderecha clara: siempre estuvo incluida en la derecha tradicional de Alianza Popular, luego Partido Popular. Por otra parte, la socialdemocracia en Europa y en España, junto con el resto de las fuerzas de izquierdas, tienen que hacer un profundo análisis de lo que está pasando y hacer propuestas claras y explicarlas frente a lo que está pasando. Estamos a punto de cambiar de la sociedad líquida a la sociedad gaseosa, en la que las redes sociales y sus manipulaciones, la abulia de los partidos tradicionales y del electorado, los intereses personales, la falta de ambición y miras a medio y largo plazo, pueden acabar con el mundo que hemos construido y conquistado. Creo que, efectivamente, estamos en una sociedad no ya líquida, sino gaseosa. Esperemos volvernos más sólidos y comprometidos, antes de que el gas, en cámaras, nos lo vuelvan a aplicar de manera selectiva los de siempre a los de siempre.