El economista norteamericano (premio nobel 2001 en Ciencias Económicas) Joseph Stiglitz publicó en junio de 2012, ya en tiempos de la siniestra era neoliberal que seguimos teniendo sobre nuestras cabezas, un libro que a mí me parece de un enorme interés: “El precio de la desigualdad”. En él, el prestigioso economista muestra y demuestra el gran desequilibrio económico y social en la inmensa mayoría de países y sociedades del mundo, a excepción de los países más democráticos. El 1% de la población disfruta de los recursos y de la riqueza que les serían necesarios al 99% restantes. Y ello es y ha sido así a lo largo de casi toda la historia humana.

¿Los motivos? Pues harían falta cientos de folios para resumirlo, porque se trata, como casi todas, de una cuestión relacionada con múltiples factores, como lo social, lo político, lo cultural, lo psicológico, lo antropológico…; aunque quizás podríamos sintetizarlo en una idea clave: una minoría de la humanidad es de tal voracidad y de tan escasa empatía y solidaridad que lo quiere todo, y se sustenta en la idea egoísta y, además, falsa, de que “lo que yo poseo depende de que no lo posean los demás”. En esencia, ésa es la base ideológica de las dictaduras y las tiranías: someter, amedrentar y oprimir a la mayoría para que no se revele ante el abuso de la minoría opresora. La democracia, al contrario, pretende un reparto más justo de la riqueza y un armazón esencial de justicia social y solidaridad. Por eso los neoliberales o neofascistas llevan décadas desgastando las democracias, y despreciando, a veces de manera solapada y muchas veces con gran descaro, los valores democráticos y los derechos humanos.

La desigualdad es negativa para todos, no sólo para los menos favorecidos

En su libro, Stiglitz explica muy bien que la desigualdad afecta por igual, aunque de modos diferentes, a todos los individuos de una sociedad, a los más privilegiados tanto como a los que viven en los umbrales de la miseria. Un país en el que unos pocos poseen la riqueza de todos nunca puede ser un país rico, sino miserable. Y las consecuencias de la desigualdad son nefastas en todos los ámbitos: estancamiento económico, problemas y colapsos sanitarios, pobreza educativa, criminalidad, inseguridad ciudadana, parálisis cultural, miseria moral…; involución y ruina en todos los sentidos, por más que ese 1% viva en una opulencia que esconde que, en el fondo, su destino está ligado al destino de ese otro 99%, como dice en su libro el gran economista. No hay más que mirar un poco cómo se vivía en la dictadura franquista: si se piensa bien, en esencia, todo el mundo vivía muy mal, incluso los que se creían que vivían muy bien.

La concentración de la riqueza empobrece a los países y agota a las democracias

En la misma línea de Stiglitz, Diego Sánchez Alcochea, catedrático de Economía política de la Universidad de Oxford, acaba de publicar este mismo año un libro titulado “El coste de la desigualdad. Lecciones y advertencias de América Latina para el mundo”. En él expone con claridad cómo la desigualdad y la concentración de la riqueza empobrece a los países y agota a las democracias. Y advierte a los países europeos, como España, del grave peligro que corremos si no se revierte la situación y se ponen medidas para frenar el populismo, el terrorismo informativo o la fanatización ideológica que acompañan siempre a los procesos de empobrecimiento y de desigualdad. De hecho, la extrema derecha sigue avanzando, e Italia se ha sumado a ese auge neofascista que es un gravísimo peligro. Recordemos que la extrema derecha está detrás de dictaduras como el nazismo, y tras la terrible segunda guerra mundial.

Las bajadas de impuestos de la derecha promueven la desigualdad

Tradicionalmente y por lo general las derechas, además de cualquier totalitarismo, son fuerzas políticas que propulsan la desigualdad social en su defensa a ultranza del poder tradicional y de los intereses propios y de sus afines, frente a la defensa del bien común que propugnan, también por lo general, las izquierdas.. Y en esa línea podemos situar las recientes actuaciones de los gobiernos autonómicos del Partido Popular en lo referente a bajada de impuestos. En Andalucía y en Madrid han suprimido el Impuesto de Patrimonio, y en Castilla y León el de sucesiones y donaciones.

Simone de Beauvoir

 Es decir, han bajado impuestos a los más ricos, perjudicando con ello a las capas sociales más desfavorecidas, aumentando, por tanto, la desigualdad que lleva creciendo progresivamente desde el inicio de la era neoliberal; es decir, como exponen estos dos grandes economistas, están perjudicando finalmente y realmente a todos, a los de rentas millonarias tanto como a los que viven bajo el umbral de la pobreza. En realidad es muy pobre la riqueza del rico que vive rodeado de pobreza. Lo cual se puede expresar también, desde un registro filosófico, como lo hacía la gran Simone de Beauvoir, cuando decía que ser libre es querer la libertad de los demás.