El uso de los aparatos de aire acondicionado ha dejado de ser un lujo en muchos lugares de España para convertirse en un electrodoméstico básico para superar olas de calor tan rigurosas como la que estamos atravesando. Unos episodios que, según los expertos que siguen las evoluciones del cambio climático serán cada vez más severos y recurrentes en las comunidades del sureste español. 

Sin embargo el aire acondicionado es un aparato con un alto consumo energético, ya que un modelo estándar de 3.000 frigorías/hora puede llegar a consumir hasta 1,5 kWh: por eso es muy importante tener en cuenta algunos aspectos relacionados con su compra y su funcionamiento que pueden ayudarnos a hacer un uso más eficiente.

Además no es tan solo una cuestión de ahorrar dinero, sino que hacer un uso responsable de este equipamiento del hogar es una buena manera de contribuir a que haga menos calor, reduciendo las emisiones que están provocando el calentamiento global.

Por todo ello, si vamos a comprar un aparato nuevo es recomendable optar por aparatos con tecnología Inverter, que hacen un uso más eficiente del compresor. Respecto a la etiqueta energética, es recomendable optar por los modelos de clase A superior (cuantas más estrellas a partir de la letra mejor). Y no nos dejemos engañar: hay modelos que, a pesar de ser más económicos en el acto de la compra, pueden consumir hasta un 80% más de electricidad, por lo que podemos comernos ese margen de diferencia con la primera factura.

No hay que olvidar que los aparatos deben ser instalados por profesionales. La unidad exterior (una vez obtenido el permiso de la comunidad) debe ir a las fachadas norte o en patios sombríos, con un protector encima que evite la radiación solar directa y procurando que no quede muy separada de la interior, pues a más distancia, más consumo. Y un aspecto básico: es imprescindible situar el termostato lejos de las fuentes de calor  o la radiación solar.

Según los expertos en climatización del hogar, alcanzados los 24 grados de temperatura interior, por cada grado de temperatura que bajemos el termostato el consumo de energía aumenta un 7%, mientras las emisiones de CO2, las que provocan el calentamiento global que hace indispensable el uso del aire acondicionado, aumentan hasta un 20%.

Si hablamos de dinero para una vivienda de 100 metros cuadrados equipada con un aparato de aire acondicionado, de tener el aire acondicionado a 21 grados a ponerlo a los 24 que recomiendan los expertos, el ahorro en el recibo de la luz podría rondar los 50 euros durante los meses de verano. 

Y si hablamos de salud los médicos alertan de que una diferencia de temperatura con el exterior superior a 12 grados no es saludable, ya que a las sensaciones de asfixia y sopor pueden suceder enfriamientos repentinos causantes de resfriados y otras dolencias mucho más severas como consecuencia del choque térmico. ¡Ah! y recordemos que es muy arriesgado dormir bajo un aparato de aire acondicionado en marcha. En caso de necesidad siempre hay que dejarlo en función ventilador, pero nunca enfriando.

Existen aparatos alimentados por placas solares (lo que se conoce con el singular oxímoron de Frío Solar) que permiten el autoabastecimiento a partir de esta energía limpia y renovable: la opción ideal.

Y un último apunte: hay que limpiar regularmente los filtros (cada dos semanas cuando funciona a pleno rendimiento) pues un filtro sucio, además de empeorar la calidad del aire que respiramos, eleva el consumo de energía de manera absurda.

En resumidas cuentas: aire acondicionado sí, pero con sentido común.