A  la lideresa madrileña le pierde su afán por sentar cátedra y su verborrea con frecuencia irrefrenable. En noviembre de 2008 –con la crisis económica  internacional dando entonces sus primeros y peligrosos zarpazos- unas declaraciones del arzobispo de Munich, el cardenal Reinhard Marx, al semanario Der Spiegel, produjeron una enorme sorpresa en la opinión pública alemana. El cardenal –secretario de la Conferencia Episcopal alemana y teólogo alabado incluso por Benedicto XVI-  afirmó que “Carlos Marx tenía razón en su análisis del capitalismo”. Este cardenal sostiene –y desde luego con razón- que la Doctrina Social de la Iglesia es contraria al “capitalismo.” “Un capitalismo sin un cuadro ético es enemigo del género humano”, puntualizó.

Doctrina Social de la Iglesia
En efecto, la denominada Doctrina Social de la Iglesia –que empezó a emerger a finales del siglo XIX  como réplica tardía al socialismo y al comunismo- ha ido desarrollándose con creciente dureza frente al poder capitalista. Es cierto que, sobre todo, Juan Pablo II dejó escritas algunas encíclicas u otras reflexiones demoledoras en relación al capitalismo. Pero no es menos cierto también que una cosa es decirlo y otra, hacer cumplir a los católicos sin sensibilidad social sus deberes con los más débiles, los más pobres y los más vulnerables. Sin embargo, y lamentablemente, son otros los pecados que más inquietan a la jerarquía católica. Les  preocupa más a Benedicto XVI el relativismo que el impacto del capitalismo o el liberalismo sin rostro humano.

Marx no está muerto
El cardenal de Munich advierte que Marx “no está muerto” y que “hay que tomárselo en serio”.  “La especulación salvaje es pecado”, precisa. No todo lo ha traído el cristianismo, ni mucho menos,  Sra. presidenta, tan liberal y tan desmesurada casi siempre. Fumigar a Carlos Marx  y presentarlo como el malo de la película es simplemente una antigualla, propia de la guerra fría. A doña Espe –lo sentimos- le ha salido Marx por la culata.   En cuanto a esos valores del cristianismo que tanto loa la presidenta de Madrid, habrá que preguntarle, sin ir más lejos, cuáles fueron los valores de los cuarenta años de dictadura, cuando España estuvo amordazada por el nacionalcatolicismo, con los obispos brazo en alto y la asignatura de la Formación del Espíritu Nacional, obligatoria. Y  Franco entrando en las iglesias bajo palio y, mientras, los españoles, creyentes o no, de rodillas, Señor, ante el sagrario.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM