En este anómalo año pandémico, que inicia su fin, celebramos un día de la Constitución descafeinado. Sin jornadas de puertas abiertas en el Congreso y en el Senado, sin conmemoraciones al uso, y con un ambiente prenavideño enrarecido por las restricciones necesarias para garantizar la salud pública de nuestra ciudadanía. Me preocupa, sin embargo, que entre las enfermedades ante las que estamos alerta, no hayamos prevenido el odio larvado y contagioso de cierta parte de la población, venido a más por la irrupción en nuestra escena pública de un partido filofascista como VOX, y la deriva hacia esa nostalgia tardofranquista del joven y demagogo presidente del Partido popular, Pablo Casado. Las soflamas del líder de ultraderecha Santiago Abascal, y el seguidismo del líder popular han inflamado los ánimos de los que nunca creyeron en la Democracia. Los actuales casi 47 millones de españoles conviven con una enfermedad histórica, política, social, subversiva, que alienta a asesinar a “26 millones de españoles”. No es ninguna broma. Cuando se supone que este país había pasado el sarampión del “ruido de sables” de la transición, y que caminaba hacia la modernidad, unos nostálgicos, amparados por el partido de Abascal y sus consignas antidemocráticas, está alimentando la confrontación y la inducción al golpismo y el genocidio.

Me refiero, por supuesto, a las informaciones protagonizadas por el antiguo general de división del Ejército del Aire, Francisco Beca Casanova. Las declaraciones que hizo este militar retirado se hicieron en un chat de WhatsApp donde el exoficial habló de fusilar a nada menos que 26 millones de españoles, “26 millones de hijosdeputa” dice, literalmente, y que seguramente “se quedará corto”. Estas afirmaciones se realizaron después de que Francisco Beca hablara de un libro que había leído. Beca decía en el chat de WhatsApp que había leído un libro del autor Pío Moa, exterrorista y fundador del grupo paramilitar GRAPO y condenado a prisión por ello, por cierto,  y que después de su lectura sacó esas conclusiones. Pío Moa es un reconocido autor reconvertido a la extrema derecha y antiguo terrorista que actualmente publica libros revisionistas sobre la Guerra Civil Española en los que ensalza la figura del dictador y justifica sus masacres. El libro al que hacía referencia Francisco Beca “Mitos de la Guerra Civil” fue publicado por la editorial Esfera de los Libros hace algunos años. Ante la polémica organizada por sus declaraciones, Francisco Beca ha negado que él haya hecho esas afirmaciones. Sin embargo, la filtración de las conversaciones íntegras, no dan lugar a dudas del espíritu criminal, golpista y antidemocrático de sus integrantes, en el que también participó el líder de VOX, Santiago Abascal, y que la Ministra de Defensa, Margarita Robles, ha llevado a la Fiscalía.

La noticia provocó un encontronazo parlamentario entre el secretario de Transparencia y Democracia Participativa del PSOE, Odón Elorza, y la diputada de Vox Macarena Olona. El primero preguntó al jefe del grupo parlamentario del partido de ultraderecha Vox, Santiago Abascal, si él mismo o su familia estaban entre los fusilables. Según la información del medio de comunicación que hizo público el chat,  Abascal participó en ese chat con un mensaje de voz compartido por uno de sus miembros: “Me dicen que es obligatorio saludar a este grupo. Un abrazo a todos y ¡Viva España!”. Desde Vox se ha declarado que era un saludo genérico, no expresamente remitido al chat, tema extraño en un líder político que aspira a cambiar los rumbos del país, y gracias al seguidismo de PP lo está consiguiendo. Olona afirmó desconocer “la veracidad de ese chat”, y se desmarcó de la carta dirigida al rey por el grupo de militares entre el que se encontraba Beca, pero “es una manifestación en favor de la unidad de España y, como tal, por supuesto que es nuestra gente”.

Hay quienes no albergábamos ninguna duda de la ideología y tendencias fascistas de VOX y los suyos. Una vez más quedan retratados por la evidencia de sus actos, declaraciones, amistades y seguidores. Lo que resulta más grave es que un importante número de servidores públicos, que deberían ser, para empezar, despojados de todos sus honores, reconocimientos y pensiones, ya que pretenden destruir el sistema que se los da, no sean contundentemente condenados por los tribunales. Aunque formen parte de un chat privado, las manifestaciones ahí vertidas son de tal gravedad, induciendo al genocidio de millones de ciudadanos españoles que han ejercido su derecho democrático al voto, despreciando la vida, la diversidad y la libertad, que deben ser condenados con todo el peso de la ley. Si esta información perteneciera a un grupo jihadista, o terrorista de cualquier tipo, ya estarían detenidos y en espera de comparecencia. La diferencia es que, estos señores, han formado parte del engranaje democrático de defensa de nuestro país, y lo suyo es mucho más grave por esa misma razón, por su taimada conjura contra nuestros valores democráticos, y por la tentativa genocida que alientan. Esperemos que los tribunales no demuestren, una vez más, que también ellos están sembrados de nostálgicos de la Dictadura. No las tengo todas conmigo.