Manuela Carmena (Madrid, 1944), no se considera en absoluto una mujer extraordinaria. "¡Qué va! Me considero una persona con una cantidad de ideas en la cabeza que me entusiasman, pero no soy extraordinaria, conozco a mucha gente parecida", nos responde en la primera entrevista de la serie 'Mujeres Extraordinarias', un proyecto que hacemos en colaboración con Renfe con el que queremos visibilizar el talento femenino. Con 80 años recién cumplidos sigue teniendo la misma ilusión por cambiar el mundo que cuando luchaba contra el franquismo en plena dictadura. "Mi generación trajo la democracia a este país", asegura con humildad, como si aquel gran logro hubiera resultado fácil. 

Manuela Carmena en un momento de la entrevista

"Nosotros aprendimos a ser demócratas"

De alguna manera, todo lo que hizo lo siente como algo natural y muy emocionante. "Nosotros aprendimos a ser demócratas, teníamos asambleas en la Universidad, aprendimos a escuchar, a dar la palabra, a resumir... Fue bonito”, aclara.

Su padre tenía una tienda de confección en la Gran Vía madrileña. Los negocios le iban bien y disfrutaron de una situación acomodada. Pero la niña bien resultó ser progre y recuerda con orgullo el día en el que la policía la siguió cuando circulaba con su flamante Seiscientos: “Te sientes en ese momento muy importante. De pronto, el franquismo no supo qué estaba ocurriendo con esos niños bien que se habían pasado al otro lado y se declaraban demócratas".

Una relación diferente a los cánones de la época

No sólo en la universidad, también en su vida Carmena dio ejemplo de libertad. Conoció a su marido, Eduardo Leira, en la universidad, cuando ella estudiaba Derecho y él Arquitectura y coincidieron en el Sindicato Democrático Estudiantil. Nunca entendieron su relación como algo que pudiera coartar sus vidas profesionales, una cuestión que chocaba con los sectores más conservadores de la sociedad, que eran muchos. “Pero nos importaba un pito porque nosotros teníamos muy claro lo que queríamos ser”, asegura tajante.

¿Qué hubiera pasado si yo hubiera renunciado al despacho y me hubiera ido con él? Era impensable, mi vida era mi vida y la suya era la suya

Ella, por ejemplo, apostó por entrar en la vida judicial. “En ese momento tengo 27 años y mi marido quiere irse a Estados Unidos porque tiene un trabajo muy interesante de una Universidad. Yo lo vi muy claro, ‘tú te vas y yo me quedo’, pero seguimos siendo pareja, enamorados y tuvimos una vida estupenda. Quizá nos hizo ser distintos, él conoció gente allí, yo conocí gente aquí, pero seguimos juntos. ¿Qué hubiera pasado si yo hubiera renunciado al despacho y me hubiera ido con él? Era impensable, mi vida era mi vida y la suya era la suya. Eso ahora sorprende”, confiesa. Ambos tuvieron dos hijos y a fecha de hoy siguen juntos y felices. 

Reconoce que eran una minoría, pero su ilusión se contagió como tinta de calamar: “Era lo que teníamos que hacer y nos sentíamos orgullosos de revelarnos contra algo que no nos gustaba. Nos sentíamos predicadores”.

El momento más duro: la matanza de Atocha

El 24 de enero de 1977 cuatro pistoleros de la ultraderecha irrumpieron en un despacho laboralista de la calle Atocha de Madrid y tirotearon a todos los que estaban allí. Murieron tres abogados (Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo), un estudiante de derecho (Serafín Holgado) y un administrativo (Ángel Rodríguez Leal). Manuela Carmena se libró de la matanza por casualidad ya que había salido cinco minutos antes, para dejar precisamente su despacho a uno de los fallecidos. Esa matanza supuso para ella un punto de inflexión y la reafirmó en su lucha por la libertad, si cabe.

"Tengo una enorme deuda con ellos, porque yo sí viví, yo soy vieja y tengo una historia, he trabajado, tengo hijos, tengo nietos… Ellos se fueron de esta vida sin nada"

“A mí siempre me gusta decir que lo importante de los amigos que murieron no fue su muerte, que fue un asesinato vil, lo importante fue su vida. Tengo una enorme deuda con ellos, porque yo sí viví, yo soy vieja y tengo una historia, he trabajado, tengo hijos, tengo nietos… Ellos se fueron de esta vida sin nada. No hay nada peor que la violencia y el quitar la vida de alguien”, nos explica. Esa sensación de que le había tocado en suerte la bola blanca la impulsó a seguir trabajando por ellos, por su recuerdo.

Manuela Carmena, candidata del PCE en 1977

Camena se presentó a las elecciones generales de 1977. Pocos días después del atentado de Atocha, el 11 de febrero se legalizó el PCE y ella ocupóa el puesto número 23 de la lista electoral por Madrid al Congreso de los Diputados. “En Madrid, aunque parezca mentira, en los años 70 había 120 abogados del Partido Comunista que trabajábamos con Comisiones Obreras para conseguir que se declarara el derecho de huelga y los sindicatos libres. Eran objetivos de cambio, pero no los identificábamos como política, hacíamos política”, enfatiza con cierta nostalgia.

“El movimiento de los despachos laboralistas era imparable, ganábamos muchos juicios y nos convertimos en unos núcleos de radiación de la nueva cultura democrática"

Por paradójico que parezca utilizaron el derecho franquista, que era el que había, para hacer evolucionar las cosas y avanzar en el reconocimiento de los derechos de los trabajadores. “El movimiento de los despachos laboralistas era imparable, ganábamos muchos juicios y nos convertimos en unos núcleos de radiación de la nueva cultura democrática que se estaba amasando”, recuerda. Lamentablemente. añade, eso les convirtió “en un objetivo fácil para la extrema derecha”.

Clamor contra el atentado ultraderechista

Sin embargo, a los fascistas ese crimen se les volvió en contra. La sociedad, conmovida por el terrible suceso, empezó a mirar a esos abogados con otros ojos. “El propio decano del Colegio de Abogados de entonces, que era un señor de absolutamente conservador y de derechas, me llamó el mismo día del atentado y me dijo: ‘Manuela, los cadáveres de tus compañeros van a estar en el Colegio de Abogados y van a salir de aquí’. Imaginaos lo que es eso en esa sociedad, sabiendo que éramos del PCE, pero a su vez era darse cuenta de que éramos queridos, que de alguna manera nos habíamos incorporado a la sociedad”, relata.

Miles de personas acompañaron el cortejo fúnebre de los abogados de Atocha (EP)

“Hemos sido capaces de convertirnos en unos viejos útiles y unos viejos innovadores”.

Las imágenes del entierro hablan por sí solas: una multitud acompañó al cortejo fúnebre, entre ellos una jovencísima Manuela Carmena, conmocionada, portando una corona de flores. 47 años después del atentado dedica a esos compañeros que se quedaron en el camino cómo los que les sobrevivieron “hemos sido capaces de convertirnos en unos viejos útiles y unos viejos innovadores”.

¿Cómo se define Manuela Carmena?

La innovación es para ella la palabra que mejor la define. Desde su niñez ha observado con curiosidad el mundo que la rodeaba para saber cómo se hacen las cosas y encontrar formas diferentes si es necesario.

Nació en seno de una familia conservadora, pero un tanto atípica. Sus padres no eran religiosos, pero eligieron para sus tres hijas un colegio de monjas, donde pensaron que recibirían mejor educación. Se trataba del colegio Blanca de Castilla, en el distrito madrileño de Chamberí, regentado por la Congregación de Hermanas del Niño Jesús y popularmente conocido como Colegio francés de las Damas Negras. Ella lo defiende como el lugar donde pudo entender el verdadero significado de la palabra igualdad, al visibilizar precisamente la realidad de la desigualdad.

Catecismo no, hay que enseñar a los niños a leer

Allí empezó a desplegar su faceta luchadora cuando las monjas del colegio las llevaron a un poblado chabolista para enseñar catecismo a los niños. "Les dije que era una tontería, que lo que teníamos que enseñarles era a leer y empecé a ir allí con mis amigas para hacerlo".

Eso le proporcionó el contacto con lo que estaba pasando en Madrid, cómo la gente despertaba y empezaba a hacer barrio. "Madrid se crea así, con el esfuerzo de vecinos y asociaciones, que se ponen firmes y dicen algo que fue muy bonito, pero de lo que se sabe poco, que es el derecho al lugar. Lo que querían eran casas dignas y que se construyera barrio. Yo viví todo ese proceso y me enamoré de él. Creo que hay una deuda de todos los madrileños con aquellas personas que transformaron los barrios".

La alcaldesa cocinera

Quién le iba a decir a aquella adolescente que se convertiría en alcaldesa de Madrid y haría de la participación ciudadana su bandera. Fue realmente una regidora atípica a la que le gustaba guisar para las personas que la visitaban en el Ayuntamiento en la cocina que mandó construir Alberto Ruiz Gallardón cuando el consistorio se trasladó a Cibeles. “Me encantaba recibir a mis invitados con el delantal, era una manera de que una alcaldesa, que era la autoridad de Madrid, recuperara esa cultura de quienes hemos siempre guisado para otros y hacer algo bueno para ellos”.

Manuela Carmena el día en que fue investida alcaldesa de Madrid (EP)

A lo largo de su trayectoria Manuela ha sido muchas cosas, empezó en la carrera judicial en 1981 en la isla de La Palma. En Madrid fue jueza de vigilancia penitenciaria, jueza decana, vocal del Consejo General del Poder Judicial, además de ser una de las fundadoras de la Asociación de Juezas y Jueces para la Democracia. Su aventura en la política la inició en 2015 de la mano de Ahora Madrid como candidata independiente. En las elecciones municipales del 26 de mayo de 2019 volvió a ser la candidata más votada, pero el pacto entre PP, Ciudadanos y VOX convirtió en alcalde a José Luis Martínez-Almeida. Ella renunció a su acta de concejala y abandonó la primera línea de la política, pero no su activismo.

Carmena nunca da puntada sin hilo, nunca mejor dicho y tras jubilarse como magistrada, ofreció a Instituciones Penitenciarias que las presas hicieran con ella unos zapatitos de tela para venderlos. Así nació Zapatelas, la marca de la ONG 'Cosiendo el Paro', que ella misma fundó y a la que se dedica plenamente. "Tenemos unas muñecas que se llaman Clara Campoamor que se llaman claritas, tenemos unas blusas especiales africanas que compramos tela en Mozambique que las llamamos mandelitas en homenaje a Nelson Mandela, una colección de sábanas con poesías bordadas con poesías, que es un regalo fantástico para cuando alguien se casa".

El Capricho de Manuela Carmena

Pese a estar jubilada supuestamente de todo, mantiene una actividad frenética. Además de luchar por la inclusión social de las personas que más lo necesitan, está empeñada en visibilizar a mujeres ejemplares a las que la historia ha silenciado. Mujeres como la Duquesa de Osuna, María Josefa Alonso Pimentel, quien es la culpable de que nos cite para la entrevista en el Parque del Capricho, uno de los parques históricos de Madrid. Tanto el jardín como la construcción del palacete fueron impulsados por esta singular mujer que se abrió camino en un mundo de hombres lo que le valió las críticas de grandes nombres de la Ilustración.

Manuela Carmena inició en su época de alcaldesa la restauración del palacete con la idea de ubicar allí un museo dedicado a las mujeres. No logró culminarlo, pero sigue muy de cerca las obras de rehabilitación de este espacio, que ha continuado su suesor. Aunque el proyecto ha cambiado, para ella es importante poner en valor a mujeres como la duquesa de Osuna, que estuvo al frente de la primera asociación de mujeres en España, desde donde impulsó la educación de las niñas