Begoña Rodrigo (1975, Valencia) prefiere que la llamen Bego. Y es que así la llama todo el mundo en su restaurante 'La Salita' de Valencia, del que nos ha abierto las puertas para realizar esta entrevista de la serie 'Mujeres Extraordinarias', un proyecto realizado en colaboración con Renfe, cuyo objetivo es visibilizar el talento femenino. Este restaurante lleva abierto más de 18 años, sobreviviendo a una crisis económica y a la ocasionada por la pandemia generada por el Covid-19.
Bego Rodrigo ganó la primera edición del reality de cocina 'Top Chef' (Antena 3) en el año 2013. “Ha llovido mucho desde entonces, pero si te dijese que todo fue bonito y que fue bien, no sería cierto”, aunque sí que fue una muy buena publicidad y un empujón para su restaurante y su carrera profesional. Y es que su restaurante lleva abierto casi 19 años. “Desde que abrimos en 2005 hasta ahora no ha habido un fin de semana que hubiese mesa libre”, nos cuenta orgullosa. Orgullosa de su restaurante y orgullosa de su clientela. Muchos de los primeros clientes que tuvo siguen siendo fieles a su propuesta gastronómica. “Cuando empezó comían noodles con atún y rollitos de primavera. Ahora comen cocina vegetariana, una cocina de vanguardia. Nos han seguido el rollo hasta ahora y ese es el éxito total de La Salita”, afirma.
“Sólo hubo un premio que gané sola, que fue Top Chef”
Este éxito se ve reflejado en los premios y halagos que recibe el restaurante. Especialmente este año, en el que se le han otorgado los 3 Soles Repsol, que se suman a la Estrella Michelín que obtuvo en 2019 y que ha ido revalidando en estos años. Pero Bego tiene muy clara su idea sobre los premios, y es que no son cosas que se consigan sin ayuda, son el reconocimiento al trabajo de un equipo humano detrás de un proyecto. “Sólo hubo un premio que gané sola, que fue Top Chef. El resto de los premios, hay un equipo entero, que si falla cualquier parte de ese equipo, esto no funciona”, explica, “Los premios son una fuente de ilusión para todos los que trabajan aquí, es un reconocimiento a su trabajo”, subraya en reconocimiento a las personas que trabajan con ella, con las que forma una piña.
De kelly en Holanda a chef de alta gastronomía, la evolución de Bego Rodrigo
Bego se define a sí misma como una persona muy paciente, muy constante y gallina. Pero no gallina de tener miedo, esa palabra no existe en el vocabulario de la chef, es más el sentimiento de proteger y cuidar a los suyos, al igual que hacen las aves con sus polluelos. De pequeña era una chica muy poco problemática, muy aventurera, muy curiosa, “lo que se suele decir una buena niña” nos aclara. “Yo siempre he sido la hermana de o la hija de, era una chica que pasaba bastante desapercibida”, nos cuenta sobre su infancia. Sorprendentemente, Bego no era una buena comedora por aquel entonces. Pero sí una gran fan de las rodajas de pan frito con pimentón que su cuidadora, una mujer cacereña, les preparaba a ella y a sus hermanos al volver del colegio.
“Yo cuando era pequeña tenía relación cero con la cocina”, nos explica. Y es que su pasión por la cocina llegó, como se suele decir, de rebote. Durante sus años de universidad, decidió viajar a Holanda, se enamoró del país y decidió quedarse a vivir allí. Encontró trabajó limpiando habitaciones en un hotel, lo que se conoce popularmente como kelly, hasta que un día quedó vacante una plaza en las cocinas. Y aunque no sabía prácticamente nada de cocina, Bego se lanzó a la piscina. “Mejor freír huevos que limpiar habitaciones”, explica, “pero luego descubrí que los americanos pueden comer huevos de doscientas cincuenta mil clases, no solamente está el huevo frito”, añade. “Pero sí que recuerdo perfectamente el día que me puse el delantal, empecé a hacer el trabajo y dije wow esto me encanta”, nos cuenta sobre su primer contacto con los fogones.
La cocina: un amor a primera vista
“Desde aquel día hasta el día de hoy, no me he vuelto a quitar el delantal. Fue un amor a primera vista”, asegura. Posiblemente, cocinar de cara al público en sus primeros días como cocinera influyó bastante en ese enamoramiento. Y es que en cocina, como nos cuenta Bego, existe una acción-reacción del comensal que no puede explicarse bien con palabras. Esa sensación de dar de comer a alguien y ver su cara de satisfacción al ingerir eso que has preparado con cariño, esfuerzo y tiempo, es algo único de la cocina. Aunque, nos vuelve a asegurar que no tenía pensado ser cocinera, al igual que muchas mujeres de su generación, que se decantaron por estudiar otras carreras.
“No quiero decir que no estamos en un país machista, porque lo estamos”
“En cuestión de cocina se está juzgando erróneamente el tema de las mujeres”, empieza a contarnos tras ser preguntada por la situación de la mujer en las cocinas. “No quiero decir que no estamos en un país machista, porque lo estamos. Dentro de la cocina ha habido una evolución extraña, que no ha pasado otras veces. El foco en los hombres se ha puesto en un momento en el que las mujeres nos habíamos retirado, porque no queríamos trabajar en este lugar”, cuenta. Para ella los dos últimos años han servido para lanzar un mensaje. Y es que desde que abrió su restaurante con 30 años ha podido compaginarlo con una vida privada y social de calidad, sin renunciar a nada de lo que quería. Aunque sigue pensando que hay muy pocas mujeres en la cocina. “Hay muy pocas, pero es que no hay referentes”, añade rotundamente.
Y quizás eso sí lo notó en sus inicios, la falta de una referente femenina en la que fijarse e incluso apoyarse a la hora de conseguir sus metas. “Mi mayor referente femenino ha sido Macarena de Castro, que es una chica más joven que yo”, explica. A Bego Rodrigo le “cuesta mucho no admirar y tener como referente a cualquier mujer que esté dentro de este sector”, y es que ella sabe de primera mano lo duro que es el sector gastronómico.
Conexión Valencia-Madrid
“He tenido la suerte de viajar muchísimo con Renfe”, explica cuando le pregutnamos por sus viajes en tren. “Cuando pusieron el AVE, para nosotros era como: ¡por fín!”, nos cuenta la valenciana, que viajaba constantemente a Madrid por motivos laborales. Para ella lo mejor es no perder el tiempo, poder seguir trabajando, o disfrutar de una película mientras viajas es una de las claves del servicio de alta velocidad español. Además, entiende el tren como “un centro de encuentro”, en el que llegas a coincidir con trabajadores y viajeros habituales.
Feminista a jornada completa
En los últimos compases de esta entrevista, la chef ha querido lanzar un mensaje a todas las mujeres, pidiendo que sean feministas desde que se levantan hasta que se acuestan. “Yo adoro a los hombres, pero tienes que poner en valor todo lo que tu haces. Mi madre, que la considero una mujer extraordinaria, no ha sido así, pero está aprendiendo muy rápido”, cuenta sobre su madre, de 70 años, con la que comparte aficiones como el buceo.
Al hablar de mujeres extraordinarias en su vida, Bego no puede quedarse solo con una. Tiene claro que “nos ha tocado vivir en una sociedad con muchos pasos cambiantes para las mujeres” y que para ella “todas las mujeres que tienen claro lo que quieren hacer en su vida y son consecuentes con esta forma de hacerlo” son extraordinarias. Por su boca pasan nombres como el de Mireia (una antigua compañera suya), Maite (la jefa de sala de su restaurante) o Marieta (una de sus camareras). Todas ellas son extraordinarias, y lo único que quiere Bego Rodrigo es que sea algo recíproco. El resto, al igual que los premios y el reconocimiento de terceros, le da igual. Por eso, al igual que sus platos, su restaurante y su equipo, Bego Rodrigo es extraordinaria.