La conversación que mantuvieron Rosa Parcks y Recy Taylor, el accidente de bicicleta de Simone de Beauvoir, los atrevimientos de Virginia Woolf y el grupo de Bloomsbury… Vivir peligrosamente (Ed. Comanegra), un éxito de Gemma Pasqual que fue finalista del Premi Llibreter 2020, recopila cuentos inspirados en hechos reales de quince mujeres artistas y activistas, y constituye, así, un homenaje al espíritu de las mujeres libres. Hablamos con la autora.

¿Cómo localizaste todas estas historias de mujeres? ¿Cómo te documentaste para elaborarlas?

Investigando en sus biografías, no fue nada fácil, en algunas necesité colaboración, como en el caso de Isabel de Villena, la profesora Carme Gregori, me ayudó a conseguir textos que para mí eran difíciles de obtener. Muchas de las autobiografías de estas autoras están descatalogadas, como también muchos de sus libros, he tenido que recurrir a librerías de viejo. Las anécdotas curiosas de sus vidas las encontraba en pequeños párrafos de sus biografías, eran todo un descubrimiento y se convertían en pequeños hilos de donde tirar. Con estos hilos de vida he tejido unos cuentos cortos a la manera de estas grandes mujeres, leyendo y releyendo su obra, documentándome mucho, he ido escudriñando a 15 mujeres escritoras, activistas, artistas… Historias de vida y de lucha, todas ellas, historias que, aunque parezcan inverosímiles son totalmente veraces y documentadas.

¿Cuál fue el criterio para seleccionarlas?

Todas son mujeres que admiro, tanto por su obra como por su manera de vivir, muchas de ellas feministas hasta la medula como Emilia Pardo Bazán o Virginia Woolf, otras su lucha son un ejemplo para el feminismo, aunque ellas no lo supieran, como Rosa Parks, no solo cuando se negó a ceder su sitio en el autobús a un blanco, también la historia que os explico en el libro de como ayudó a Recy Taylor, una mujer afroamericana que violaron en grupo unos hombres blancos, un caso muy parecido al de la Manada. La única condición que me puse es que hubiese transcurrido bastante tiempo de su muerte, pero incumplí mi regla con Maria Aurèlia Capmany, su historia con Espriu, me pareció tan divertida e interesante que no la pude dejar escapar.

¿De dónde viene lo de "peligrosamente"?

Explicaba Mercè Rodoreda que, «sin ser aventurera, he vivido como se debe vivir: o sea, peligrosamente». Esta frase y su supuesto romance con Andreu Nin –pese a no tener mucha información fidedigna– son los desencadenantes del libro. Rodoreda se ocupó de destruir todas las pruebas del asunto, pero lo que hay son las versiones de ello que han dado Anna Murià, a partir de sus confidencias, y Marta Pessarrodona. Creo que todas las mujeres de mi libro son mujeres valientes que ha vivido peligrosamente.

Hay historias más íntimas, como el accidente de Simone de Beauvior, y otras más públicas, como cuando el grupo de Bloomsbury salió disfrazado, ¿no? ¿Qué facetas dirías que reflejan estas historias? 

Sí, hay historias de todo tipo, algunas intimas, otras más anecdóticas, que reflejan diferentes etapas de la vida de estas mujeres. Simone de Beauvior, se mira en el espejo, mientras reflexiona sobre una propuesta que le ha hecho Jean-Paul Sartre, su pareja. O en Virginia Woolf descubrimos una de las anécdotas más divertidas de su vida, disfrazada de príncipe abisinio, con el grupo de Bloomsbury intenta engañar nada menos a la armada británica, todo muy surrealista, pero basado en hechos reales. La idea es que las humanicemos que las visualicemos de carne y hueso. Y lo pasemos bien leyendo.

Se podría decir que el libro aborda varios estilos, desde el drama (con la historia de Anais Nin) a casi el thriller (con la historia de Carmen de Burgos). ¿Cada historia ha requerido su tono? 

Sí, cada relato está escrito a la manera de la autora, en el caso de Frida Kalho, al no ser escritora, me he basado en autoras sudamericanas como: Gabriela Mistral o Gioconda Belli entre otras. Lo mismo con Rosa Parks, en este caso la inspiración fue Toni Morrison o Alice Walker. Ha sido mi manera particular de ‘vivir peligrosamente’. He jugado mucho con la estructura, con los géneros; en algunos cuentos he intercalado la primera y tercera, y en otros, la primera, tercera y segunda persona enriquecían mucho más el texto.

¿Cuál es su favorita entre todas estas historias? 

¡Imposible elegir una! He disfrutado muchísimo con todas, en el prólogo, el relato más corto: “La mujer de Sal”, la mujer sin nombre, he hecho casi un ejercicio de macramé con las palabras, un texto poético apocalíptico de la mujer que ha vivido más peligrosamente de todas, convirtiéndose en sal por ser valiente y atreverse a desobedecer. La historia de la Bazán con Galdós me atrapó muy pronto, me enamoré de está mujer tenaz y luchadora. ¡Y Mercè Rodoreda y su carta rasgada! La culpable del libro. Me parece que las elegiría todas.

¿Está marcando nuestra época un punto de inflexión en el reconocimiento a mujeres que han sido fundamentales en la historia? 

Se está haciendo un gran esfuerzo, pero aún no es suficiente, todas estas mujeres no pueden caer en el olvido, su lucha nos ha allanado el camino a las demás, dándonos lecciones de vida, y no solo ellas, hay muchas mujeres anónimas que han vivido peligrosamente y seguro que tienen una historia que contar. Importante reivindicarlas a todas. Por desgracia la pluma con la que se escribe la historia todavía lo hace con tinta masculina.

¿Cómo ha sido el cambio de la novela juvenil a la novela de adultos? 

A la hora de escribir hay mucha diferencia. En la literatura juvenil miro mucho el ritmo, mido las palabras, los temas, la longitud de la novela, la estructura. En cambio, con ‘Vivir peligrosamente’ me he encontrado absolutamente libre; cada cuento está escrito de una manera, he experimentado con el estilo y la estructura. Me lo he pasado muy bien haciéndolo, la acogida del público y de la crítica ha sido maravillosa. Ahora compaginaré los dos géneros, ya estoy pensando en mi próxima obra para adultos, esta vez será una novela, también de mujeres libres que viven peligrosamente, pero anónimas.