No pudo ser. La presión de los países empeñados en continuar la caza de las ballenas ha vencido a la intención de aquellos que pretendían crear un santuario para cetáceos en el Atlántico Sur. Ya habíamos comentado que la decisión iba a estar ajustada, pero siempre quedaba la esperanza.

Japón, Islandia y Noruega, culpables

Los responsables, hay que señalarlos, han sido Japón, Islandia y Noruega. Estos países han mantenido su postura contraria durante la reunión de la Comisión Ballenera Internacional. A ellos se han enfrentado en la ciudad eslovena de Portonoz Brasil, Argentina, Gabón, Sudáfrica y Uruguay. Estas naciones han argumentado la oportunidad de explotar turísticamente el avistamiento de ballenas. Pero ni con argumento tan pragmático han logrado su objetivo.

Solo el 61% a favor

Desgraciadamente, la decisión de crear un santuario no ha estado ni cerca de producirse. Para que se establezca esta área protegida para ballenas eran necesario el 75% de los votos a favor. Sin embargo, el resultado final ha sido de 38 votos afirmativos contra 24 en contra. Es decir, solo el 61% de los países miembros de la Comisión se han mostrado partidarios de crear el santuario. “La moción ha sido rechazada”, sentenció Simon Brockington, secretario de la CBI tras el recuento. Se trata de la segunda ocasión en la que esta propuesta es rechazada. Ya en 2012 se negó este espacio de seguridad para los cetáceos. En aquella reunión se llegaron a los mismo números en la votación. Es decir, no se ha avanzado nada en cuatro años.

Lamento ecologista

Las organizaciones ecologistas han lamentado el resultado. Greenpeace lanzó una ambiciosa campaña enfocada a presionar a las autoridades de los tres países más beligerantes en la oposición al santuario. No es una cuestión menor. Responsables científicos aseguran que tres de cada cuatro capturas se realizan en aguas del océano Atlántico. En total, más de 3 millones de ejemplares durante el siglo pasado.