Es un patrón de comportamiento que se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego "continuo y recurrente" en el que "el juego tiene prioridad sobre otros intereses de la vida". Así define la Organización Mundial de la Salud (OMS) el trastorno por videojuegos, que acaba de reconocer como salud mental. La organización sanitaria reconoce este trastorno cuando existen tres condiciones negativas provocadas por el mal uso de los videojuegos: la primera, cuando el individuo no controla la conducta en lo que se refiere al inicio, frecuencia, intensidad, duración, finalización y contexto en que se juega. Además, este trastorno se considerará grave cuando aumente la prioridad que se da a los juegos frente a otros intereses y actividades diarias y si las conductas se mantienen a pesar de la aparición de consecuencias negativas.

Decisión controvertida

Esta decisión de la OMS no está exenta de polémica. Se ha barajado desde hace tiempo, generando el rechazo de ciertos sectores. Con ella, cualquier trastorno asociado a los juegos formará parte de la Clasificación Internacional de Enfermedades, a partir de su próxima actualización, que se publicará a lo largo de 2018 (la anterior es de 1990). Y se tratará como una enfermedad mental, o, en palabras de este documento, el trastorno derivado del juego será tratado como una condición de salud seria "que deberá tratarse a través de un seguimiento".