Los árboles que crecen rápido tienen una vida útil más corta, lo que puede alterar el almacenamiento de carbono. Así lo ha explicado en los últimos días una investigación publicada en la revista Nature Communications.

Un grupo de científicos de la Universidad de Leeds (Reino Unido), que ha liderado el profesor Roel Brienen, ha analizado una gran cantidad de datos de anillos de árboles que representaban 110 especies de todos los continentes, excepto de África y la Antártida, y comprobaron esa correlación entre un desarrollo más veloz con una menor vida útil de los ejemplares. Han demostrado una relación entre las tasas más rápidas de crecimiento de árboles y el acortamiento de su vida útil, en especial en plantas coníferas adaptadas al frío.

Utilizaron simulaciones de bosques modelo, basadas en datos sobre la picea negra (una especie arbórea perteneciente a la familia de las pináceas), y explicaron que esta variable -desarrollo más rápido, vida más fugaz- podría ralentizar el almacenamiento de carbono, o incluso revertirlo, en todo el mundo.

Con todo, afirman que no está probado que esa correlación se aplique a todas las especies de árboles ni al conjunto de climas.