No hay muchos casos de marcas que hayan tomado postura política de forma abierta. En Leequid ya te hemos contado algunas recientes, así como hablado de otras que pueden definirse como activistas y hasta revolucionarias en su visión del Capitalismo. Pero si hubo una marca que apoyara abiertamente la Revolución (con mayúsculas) fue sin duda Conservas Felices, propiedad de la Compañía Industrial Empacadora de Dulces, S.A. con su Álbum de la Revolución Cubana (1952-1959).

Se cumplen ahora los 60 años de la llegada al poder de Fidel Castro y Cuba comienza a flexibilizar su sistema numantino de resistencia al Capitalismo. Un sistema que, cuando la revolución derrocó a Batista, muchos no llegaron a adivinar o ver venir la profundidad del cambio y simplemente pensaron que se estaba acabando con un sistema injusto y oligárquico de un dictador. Tal vez por eso, o firmes defensores de sus propuestas –lo ignoro— esta marca de mermeladas abrazó la llegada al poder de los revolucionarios y lo celebró con la edición de un álbum de cromos relatando la gesta de sus valientes, presentado así en su primera página:

Esta empresa editora, consciente del transcendental momento histórico que vive Cuba desea por este medio rendir un fervoroso y digno homenaje al glorioso Ejército rebelde, obra del 26 de Julio y del Directorio Revolucionario, cuya figura cimera lo es el Dr. Fidel Castro, héroe continental, su constructir y guía, junto con sus comandantes Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Dr. Ernesto Guevara, Faure Chaumont, Rolando Cubelas, Gutiérrez Menoyo y tantos otros”.

Como si de personajes de cómic o del cine fueran, niños y mayores podían ir coleccionando a sus héroes con los cromos a todo color que completarían el álbum.

Así, no solo se relatan los hechos que acontecieron sino que como en los mejores coleccionables, podrías conseguir los cromos de Fidel, Raúl, Cienfuegos o el mismísimo Ché. Una utilización mercantilista y absolutamente capitalista de sus ideales que difumina como pocas veces verás las fronteras entre propaganda y publicidad:

 

Texto sacado de la introducción del álbum: “Estos heróicos Barbudos, que acaban de escribir una página de oro ante el mundo entero, en sus ansias de romper moldes tradicionales de oprobio, demostrando cómo, una juventud idealista, hermanada con nuestros guajiros y la ciudadanía toda, lo mismo en las sierras que en las poblaciones sin armas, pero desbordante de coraje, pudo derrotrar a un ejército moderno, perfectamente equipado, derrotando la funesta tiranía que apoyada en él ensangrentaba nuestra República”.

 

Como suele ocurrir con la Publicidad, acaba siendo un fiel reflejo de la sociedad de su época, y no deja lugar a dudas de la ilusión con la que muchos abrazaron la Revolución:

“Hemos editado este Álbum para que el pueblo cubano pueda conservar un emocionante recuerdo de la Gloriosa Epopeya Cubana, sin pretensiones literarias, ajustándonos a lo publicado en prensa, rogando excusas por cualquier error u omisión. Todo ellos extractado en un orden cronológico e histórico, coleccionado en fotos y dibujos amenos y apropiados para la juventud”.

 

La marca sabía que estaba apoyando la Revolución

No tengo forma de saber si la colección fue una propuesta de la marca o patrocinó la idea de la editorial. Lo que queda claro en los créditos de su primera página es que es una colección hecha para ellos:

"Coleccione en este álbum las postales de la Revolución Cubana (la mejor colección jamás hecha en Cuba) en cartulina impresa a 4 colores. De venta en todas partes PARA DULCES EN CONSERVA FELICES"

 

Lo de los cromos coleccionables era muy habitual en aquella época y muchos lo recordarán en España por las colecciones que regalaban muchas aquí, por ejemplo los pastelitos Bimbo.

Es un buen ejemplo precursor de una técnica publicitaria que hoy llamamos Branded Content (contenidos de marca).

Aunque años después, y a día de hoy, la publicidad desapareció de las calles y medios cubanos como consecuencia de la implantación de su sistema comunista, en ese momento el álbum aún podía dedicar su contraportada a un "delicioso" anuncio de la marca, perfectamente ajustado a los cánones estéticos y códigos publicitarios de la época (por ejemplo, es la madre quien ha elegido el postre).

El álbum estaba editado por la Revista Cinegráfico (hoy también desaparecida), aunque no hubiera sido posible seguramente sin la publicidad contratada y, en este caso, el anunciante era plenamente consciente de lo que estaba apoyando. Porque las marcas cuidan mucho en qué medios invierten y a qué entornos asocian sus marcas. Por eso cada vez más éstas apoyan soportes o los boicotean, e incluso, crean los suyos propios. (Sobre todo esto puedes leer más en este libro).

Nota final: No he podido encontrar más información sobre la marca, ni en qué año dejó de funcionar. Pero imagino que no entraba en sus planes de marketing desaparecer. O tal vez sus gestores creyeron en Castro hasta el final... ¡quién sabe! En todo caso, el álbum puede encontrarse hoy en librerías de la Habana Vieja y, aunque tal vez sea un facsimil, tiene el mismo encanto y cierto morbo verlo a la venta junto a otros libros revolucionarios. Si se fija en la foto, lo verá pegado al Pato Donald... ¡si Fidel levantara la cabeza!