España escala posiciones en el índice de países con una mayor esperanza de vida. Y poco se habla de que una tradición muy hispana puede estar detrás de esa mejora. Salir del trabajo, quedar con unos amigos en un bar, tomar un par de cervezas y llegar a casa de otro humor. 

Esta bien que la ciencia venga a certificarlo. Así lo hace la Sociedad Americana de Genética Humana. Aunque también es cierto que la lectura del informe es un tanto sesgada.

El estudio advierte que la el tabaco y el alcohol son dos potentes aceleradores del envejecimiento. Ambas sustancias, mucho más si se combinan, generan modificaciones genética que favorecen un envejecimiento prematuro. Pero eso no es noticia.

Menos estrés

O al menos no es tan atractivo como otra de las conclusiones del estudio. Si la ingesta de alcohol consigue moderarse, el efecto puede ser el contrario. En este caso parece que los factores son más sociales que fisiológicos.

La explicación es que esas dos cervezas después del trabajo ayudan a bajar los niveles de estrés, tanto por el momento como por el efecto del alcohol en dosis bajas. 

El resultado es que las personas que tienen este hábito, y consiguen seguirlo a rajatabla, parecen más jóvenes que sus coetáneos que se pasan con el tabaco y el alcohol. Pero también con los abstemios. Es decir, aquellos que no beben muestran signos de envejecimiento antes que los que se toman dos cervezas.

Los propios autores del estudio advierten que sus conclusiones son todavía preliminares. Como es lógico, no se imaginan a las autoridades sanitarias promoviendo campañas para que la gente quede a tomar unas cervezas como prescripción facultativa.