Esa canción que no se nos va de la cabeza. Da igual el género musical, da igual que nos guste o no nos guste: es escucharla una vez y se nos ancla de oreja a oreja, resonando el resto del día; a veces, hasta nos da por reproducirla en bucle, y a veces se interpone otro soniquete que también se nos imanta. Porque hay canciones que no se resignan a quedarse en la primera escucha. Artículos en Psychology of Music y en Psychology of Aesthetics, Creativity and the Arts han explorado en los últimos años qué caracteriza a las canciones pegadizas.

Fue en otoño de 2013 cuando un equipo de investigación que dirigió Frederick Conrad en la Universidad de Michigan preguntó a 204 hombres y mujeres, en su mayoría de 30 años o menos, qué canción estaban escuchando “con más frecuencia” en esos días. Los participantes en la investigación mencionaron, sobre todo, canciones pop y rock, pero también rap, country, jazz y reggae. Las más mencionadas fueron Get Lucky, Royals y Blurred Lines, ubicadas en el top de las listas de éxitos en aquellos días.

En cuanto a las veces que se escuchaban las canciones, el ochenta y seis por ciento de los participantes las disfrutaban al menos una vez a la semana, y casi la mitad, a diario. El sesenta por ciento aseguraba que les gustaría escuchar el tema en el preciso instante en el que lo estaban entrevistando, y muchos afirmaban que llegaban a darle al play hasta tres y cuatro veces seguidas. Los participantes informaban de que tenían “altos niveles de conexión” con su canción, y muchos reconocían que, incluso, cerraban los ojos durante la escucha, para mejorar la atención.

Respecto a las sensaciones con las que los participantes describían el efecto que tenía en ellos la canción que se les clavaba en la sesera, los investigadores destacaron tres categorías: la energética, que coincidía con canciones donde el ritmo era muy importante, y en muchos escuchantes despertaban el deseo de bailar, aplaudir, dar palmas… Por otro lado estaban las canciones que infundían tranquilidad y relax, y en último lugar, las canciones que dejaban una sensación agridulce: la canción "me hace sentir triste. Pero no es un tipo negativo de tristeza, me gusta lidiar con ella", según unas palabras que registraron los investigadores en su artículo.

De acuerdo con los analistas, las canciones agridulces fueron las más propensas a producir conexiones profundas, y también se asociaron con una mayor capacidad para construir un "modelo mental", que calculaba la capacidad de una canción para permanecer en nuestra cabeza. Los temas agridulces se escuchaban muchas más veces que los otros tipos de canciones; en promedio, 790 veces, frente a 515 para canciones tranquilas y 175 para canciones felices.

¿Y por qué se escuchan las canciones una y otra vez? Para los investigadores de Michigan, algunas canciones nos hablan de manera muy personal, y esa conexión proporciona un incentivo para escucharla con los cinco sentidos, lo que puede hacer que obviemos el significado lírico o la riqueza musical, y nos reporta una gran recompensa emocional, muy directa, que puede modificar el estado de ánimo.

Por su parte, expertos de la Universidad de Durham, en el Reino Unido, explicaron en 2016 en la revista Psychology of Aesthetics, Creativity and the Arts, tras realizar una investigación, que hay canciones que pueden resultar una "carcoma neuronal". En el estudio, tan analizar a 3.000 participantes, pusieron a prueba la persistencia en nuestra mente de varios temas musicales. Uno de los que resultaba más pegajoso era Bad romance de Lady Gaga. Y para estos estudiosos, entre los ingredientes comunes a las canciones que se fijan en nuestro cerebro figuran el ritmo rápido, las melodías genéricas y fáciles de recordar, y las repeticiones. Prácticamente todo el mundo (el 98% de las personas) experimentan este fenómenos, según estos investigadores.