Podría parecer lo contrario. A fin de cuentas, para quién no resulta algo traumático levantarse por las mañanas. Pero una investigación liderada por la Universidad de Exeter (R.Unido) y el Hospital General de Massachusetts (EE.UU.) aporta datos sobre el funcionamiento de nuestro reloj biológico tras analizar genéticamente extensas bases de datos, y ha detectado que las personas trasnochadoras “tienen un riesgo más alto de padecer enfermedades mentales”.

La gran cantidad de individuos implicados en esta investigación, explica en un comunicado Mike Weedon, de la Escuela de Medicina de la Universidad Exeter, “nos ha dado las pruebas más claras obtenidas hasta ahora”, y que “este trabajo expone un gran número de genes que se pueden estudiar con más detalle para entender cómo diferentes personas pueden tener diferentes relojes biológicos”.

En total, analizaron genomas de 250.000 individuos de una base de datos en EEUU y 450.000 de una en el Reino Unido, a los que también se preguntó si se consideraban personas “matutinas” o “nocturnas”. Después, se trató de identificar qué genes tenían en común y cómo podían influir en sus patrones de sueño, al tiempo que contrastaron esa información con datos de otros 85.000 individuos de Biobank a los que se instaló una pulsera de actividad, a fin de contrarrestar la posible subjetividad de los encuestados.

El análisis destaca el papel que desempeña la retina del ojo para ayudar al organismo a controlar el tiempo y también aumentó de 24 a 351 el número de áreas del genoma que influyen en que alguien sea madrugador o no. Los expertos han relacionado además la cualidad madrugadora con la salud mental y algunas enfermedades, entre las que no figuran la diabetes o la obesidad, tal y como se creía hasta ahora.

El funcionamiento de nuestro reloj biológico, según lo observado, está influido por los genes y por nuestro estilo de vida, como la dieta, la exposición a la luz artificial y nuestros trabajos y actividades. “Nuestro trabajo indica que, en parte, los motivos por los que algunas personas son madrugadoras y otras nocturnas se deben a las diferencias que existen entre la manera en que nuestros cerebros reaccionan a las señales de la luz externa y el funcionamiento normal de nuestros relojes internos”, dice Samuel E. Jones, de la Universidad de Exeter.

Estas “pequeñas diferencias”, concluye, podrían tener “efectos significativos” en la capacidad de nuestros relojes biológicos para “controlar el tiempo eficazmente”, lo que “podría alterar los riesgos asociados a enfermedades y trastornos mentales”.