Aunque quizá pase mucho tiempo hasta que los osos panda puedan considerarse como especie fuera de peligro, lo cierto es que sus números mejoran poco a poco. La Diplomacia del Panda, como se conoce a esa política de las autoridades chinas de abrirse paso en los foros internacionales blandiendo un cachorro de la especie para vencer todas las barreras, está dando sus frutos.
Tanto es así, que empiezan a verse cosas raras. Y no hay nada más raro en el planeta que un oso panda albino. Una criatura única entre un grupo de animales escaso. Casi un milagro.
La imagen ha sido captada por los científicos que trabajan en la Reserva Nacional de Wolong, en la provincia china de Sichuan. Los investigadores trufaron toda la zona de cámaras activadas por el movimiento. Un día, del pasado mes de abril, repasando el material rutinariamente, alucinaron. Por ubicación sin duda era un oso panda. Pero por aspecto, bien podría haber sido una cría rechoncha de un oso polar.
Un peluche triste
Aunque lo cierto es que en sus facciones no hay el más leve atisbo de agresividad. A la habitual imagen idílica del animal, se une que el rostro níveo le quita ya cualquier mala intención. De hecho, más parece un peluche tristón.
A unos dos mil metros de altura, el panda albino parecía venir de darse un buen desayuno con las cercanas ramas de bambú. Según los científicos, no cabe duda de que la malformación genética que provoca la carencia de pigmento que también se puede apreciar en sus ojos, no le impide hacer una vida normal, de panda normal. Dentro de sus múltiples peculiaridades.