Sònia Valiente (Valencia, 1975) es periodista de formación y vocación. Licenciada en Publicidad y doctora cum laude en Comunicación, ha desarrollado su trayectoria profesional tanto en agencias como en medios de comunicación siendo columnista de diferentes medios durante más de una década y una cara reconocible por todos los valencianos como presentadora de programas e informativos en la cadena autonómica RTVV (Canal 9). Autora de diferentes libros de marketing y divulgación, Veintitrés fotografías es su primera novela con Plaza & Janés. Una historia fresca y actual, mucho más allá de lo que se conoce como boom de literatura por y para mujeres, y que aborda sin tapujos tanto las relaciones de pareja —o el amor sin paliativos— a la escena social y el postureo de una ciudad vibrante como la València actual. Todo ello envuelto para regalo en una trama de misterio que podría sucederle a cualquiera. Menos de un mes de su publicaciòn ya es un éxito de ventas y crítica y es firme candidata a libro del verano.

Entrevista a Sònia Valiente, autora de Ventitrés fotografías

Hemos querido charlar un rato con ella para que nos cuente más sobre el fascinante universo que despliega a lo largo de sus 272 páginas editadas por Plaza & Janés, que cuentan con el respaldo en la misma portada de autores consagrados como Rosa Montero («Una primera novela ingeniosa y vibrante que late de vida entre tus dedos y con la que muchas personas se van a sentir identificadas») y Máximo Huerta («Todas las historias de amor deberían tener una canción, una peli y un libro. Y esta los tiene»

Sònia Valiente: “Hay un momento en que las aventuras se pueden parar, pero simplemente no se quiere”

 

P. Sònia, eres periodista de profesión y de vocación. Se te nota en su forma de hablar, en la de moverte. En la viveza de los ojos. En cómo escuchas… ¿Sin tu curiosidad, hubiera sido posible esta novela?

⎯R. Bueno, eso es porque tú me conoces bien. Pero, créeme, lo de achinar los ojos no es agudeza ni mental, ni visual: es presbicia (Risas).

Eres doctora en humor, ¿te escudas mucho en el humor?

⎯Muchísimo. Es mi escudo protector, pero también la forma de acercarme a los demás. La empatía y la gratitud tienen una fuerza enorme. Últimamente me estoy viendo en muchas fotos, por el tema de la promo, y pienso: ‘caray, pues sí que sonrío’. Tanto como hago reír. Cuento unos chistes terroríficos. Pero volviendo al tema de la curiosidad, me parece fundamental. Y, en eso, en querer saber, los periodistas tenemos un fuego interior que nos lleva a pelear, a seguir, es como un motor. Y poco a poco, como periodista, pues me enamoré de la obsesión de Sol, de su búsqueda. 

¿Veintitrés fotografías es una historia de amor?

⎯Mmm. No sólo... Es la historia de una mujer que ronda los cuarenta y no tiene la menor idea de qué hacer con su vida. Entonces, un día compra una cámara analógica en el Rastro que contiene un carrete, lo revela y se obsesiona con las personas que aparecen en las fotos. Pero, vamos, que esa búsqueda encierra una gran carga simbólica: la de la procrastinación vital. Esta chica, Sol, es un desastre. No le gusta su vida, ni su trabajo, ni su relación pero decide embarcarse en una búsqueda para arreglar los problemas de otras personas, a las que ni siquiera conoce. Todo eso, en lugar de arremangarse y enfrentarse a su vida. No la culpo. Todos lo hemos hecho alguna vez, en mayor o en menor medida. 

¿En qué sentido?

⎯Pues que agarrar al toro por los cuernos no es fácil. Es incómodo. Lo más complicado no es hacerse preguntas sino responderlas. ¿Soy feliz? ¿Quiero tener hijos? ¿Quiero tenerlos con este señor? Y si, ay, amigo la respuesta es NO, ¿qué vas a hacer al respecto? Yo creo que la pandemia nos ha hecho parar en seco y pasar más tiempo a solas con nosotros mismos de lo que estábamos acostumbrados.

La pandemia nos ha puesto frente a un espejo y ahora estamos viendo muchas de sus secuelas: soledad, frustración… Ahí es precisamente donde radica la fuerza de Veintitrés fotografías: en su universalidad.

La peripecia de las fotos, me permite contar otras cosas más profundas, más humanas dándole una pátina de thriller y de romance que, además, entretiene. Creo que he conseguido hacer un libro muy playero, de esos que te hacen feliz en vacaciones. De los que te tocan el corazón sin hacerte sufrir demasiado. Un poco de luz entre tanta negrura policíaca creo que se agradece. Además, parte de la trama sucede en enclaves históricos y culturales de Valencia. La ciudad, sobre todo la parte modernista, es el marco perfecto. Y muy bello.

Sònia Valiente presentando Veintitrés Fotografáis en la feria del Libro de Valencia con Carmen Amoraga   Foto ©Rober Solsona
Sònia Valiente presentando Veintitrés Fotografáis en la feria del Libro de Valencia con Carmen Amoraga   Foto ©Rober Solsona
 

He conseguido hacer un libro muy de playa, de esos que te hacen feliz en vacaciones”: Sònia Valiente

 

Hablando de romance, en la novela dices: “Hay un momento en el que las aventuras se pueden parar, pero simplemente no se quiere”.

⎯No me líes. (Risas). Pero que no lo digo yo, lo dice el narrador, ¿eh? Aunque es una verdad como un templo. Una aventura puede ser muchas cosas: una huida de la monotonía, una llamada de atención, un recordar sentirse querido, visto, mil cosas… La gente está muy sola. Y cuando uno vuelve a sentir esa conexión con alguien, ¿cómo lo va a querer parar? Es como una adicción. ¿Tú llevas la cuenta de cuántas veces miras el móvil al día? Pues eso. Pero, sin destripar mucho el libro, es que los personajes están muy rotitos, pobrecitos míos. Tanto, que dan ganas de abrazar. Es lo que tienen las ciudades grandes: la soledad no deseada. 

¿Y de qué estás más orgullosa?

⎯Pues de la verosimilitud de los personajes. Rosa Montero comentó al leerla que es una historia con la que muchas personas se van a sentir identificadas y Máximo Huerta, que los personajes están muy bien construidos. Estoy muy  agradecida a estas dos maravillosas personas por recomendar la novela, escribiendo varias frases en la cubierta del libro. Y orgullosa de que Valencia sea por fin una protagonista más de la novela. Porque si eres de la periferia, entrar en ciertos circuitos es muy complicado y que alguna trama de un libro transcurra en tu ciudad, hasta hace unos años, era ciencia ficción. 

¿Hay algo de ti en Sol Bonet?

⎯Hay mucho de mí en casi todos los personajes. En mi forma de ver el mundo, al fin y al cabo, nuestra cosmovisión son las gafas a través de las que vemos el mundo. Y quería plasmar eso. La Valencia de la gente bien, pero también la de las personas que acudimos a los locales de moda como de prestado. El origen humilde es muy difícil de erradicar. Cala en los huesos. Tiene que ver con el autoconcepto, y con la autoestima. Como si no te merecieras las cosas buenas que te pasan porque, en el fondo, se te nota que eres pobre. Y eso, también sale en el libro.

Y he retratado esos barrios que nadie ve, sin que los personajes sean prostitutas ni yonkis, ni de ninguna minoría.

Era algo que trabajé mucho desde el principio para conectar con los lectores, con personas como yo, con problemas reales, que no llegan a fin de mes, que hacen lo que pueden, que toman sus propias decisiones. Y que se equivocan, independientemente de la zona en la que vivan. También elegí a conciencia los nombres. En seguida di con el nombre de la prota: Sol Bonet (un sol que hace bondades pequeñitas). Y tiene que ver con todas las mujeres de la novela porque las mujeres somos muy solares porque cuidamos de todos los que nos rodean excepto de nosotras mismas.

O sea, ¿definirías Veintitrés fotografías como un thriller luminoso?

⎯Ay, oye, ¡qué bonito! Pues, mira sí, es un libro con mucha luz, divertido, picante cuando tiene que serlo, porque la vida supongo también es un poco eso, ¿no? Ser feliz a ratitos.