Samanta Villar reflexiona sobre la vida y la muerte en una entrevista en Alma, la red social social de la Fundación "la Caixa", realizada por Raúl M. Torres y Javi O. Sanmartín. La periodista reconoce que tenemos un "problema" por resolver, que es el acompañamiento a la muerte, "un tema tabú porque es muy doloroso y siempre lo va a ser". "Hay una especie de prejuicio o querer cerrar los ojos para no sufrir. El problema de cuando nosotros cerramos los ojoes es que provocamos un sufrimiento mayor a otras personas", cuestiona.

Frente a esta negación de la muerte, reclama valentía para hacerle frente y ve en un momento tan duro como ese, una oportunidad. "Tenemos que ser valientes. Tenemos que sentarnos y aunuqe nos duela, aunque sea triste, tenemos la capacidad de transformarlo en otra cosa, algo voluntario, querido, vivirlo de una manera libre puede ser menos triste y menos doloroso", asegura. En este sentido, pone en valor el Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de la Obra Social ”la Caixa”, una iniciativa que ha sido puesta como ejemplo por el Consejo de Europa y que ha atendido a más de 150.000 personas en el tránsito final de sus vidas y a 200.000 familiares desde que se puso en marcha hace 10 años. 

"Ser consciente de la muerte es una manera estupenda de disfrutar de la vida"

Para Villar inciciativas como la de "la Caixa" son sumamente necesarias. "Ser consciente de la muerte es una manera estupenda de disfrutar de la vida. Sin el contraste no eres capaz de valorar lo que tienes. Recuerdo las palabras de Steve Jobs: “Si hoy fuera el último día de tu vida, ¿harías lo que vas a hacer?”. Es una manera genial de conocerte y de saber lo que quieres", enfatiza.

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El acompañamiento en esa etapa final de la vida es fundamental. "Una de las cosas que me parecen más terribles es que al final de tu vida estés solo. Es fundamental que la persona que está viviendo la etapa final de su vida esté rodeada de gente que la acompañe y con quien pueda compartir esos momentos. Habrá quien quiera hablar más, quien quiera hablar menos. Habrá quien quiera tener cerca a sus familiares y quien prefiera hablar con un psicólogo. Todo es respetable". Lo importante, concluye, es tener la libertad de elegir cómo vivir ese final.

Incluso reflexiona sobre su propia muerte. "Podéis saltar de alegría porque mi vida ha sido bien aprovechada. Y creo que todo el mundo debería poder sentirse así. No tengo claro cómo quiero vivir mis últimos días. Será muy diferente si tengo 90 años que si mañana me cae un piano encima. Pero seguro que cuando lleguen sabré cómo vivirlos. Lo que sí sé seguro es que el último trayecto de la vida hay que aprovecharlo: puede ser un tiempo de acercamiento y de disfrutar de todo intensamente. Puede (o tendría que) ser lo que tú quieras".