El uso intensivo de las herramientas actualmente disponibles contra la malaria puede lograr una importante reducción en la carga de la enfermedad, pero no es suficiente para interrumpir su transmisión. Esta es la conclusión a la que ha llegado la Alianza Mozambiqueña para la Eliminación de la Malaria (MALTEM), coordinada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), con el apoyo de la Fundación ”la Caixa” y la Fundación Bill & Melinda Gates y en colaboración con el Ministerio de Salud de Mozambique. La revista PLOS Medicine ha publicado los resultados del “Proyecto Magude”, una intervención de tres años de duración en el sur de Mozambique que se estima evitó casi 40.000 casos de malaria y que aporta importantes lecciones para guiar la hoja de ruta hacia la eliminación de la enfermedad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado un objetivo a largo plazo: erradicar la malaria. Para ello, es necesario empezar por generar evidencia sobre la mejor manera de usar las herramientas existentes e identificar nuevas estrategias o herramientas que permitan acelerar el proceso: desde el control de la enfermedad y su eliminación, especialmente en aquellos países africanos en los que la transmisión ha planteado un reto mayor, hasta su total erradicación (a nivel global).  

“El proyecto Magude se diseñó para evaluar si es posible eliminar la malaria con las herramientas actualmente disponibles, en una región de Mozambique con transmisión moderada”, comenta Pedro Aide, último autor del estudio e investigador del CISM en Mozambique, uno de los 10 países más afectados por la malaria. “Esto es fundamental para entender hasta dónde podemos llegar y qué más necesitamos hacer,” añade.

El proyecto, que duró un total de cinco años, se llevó a cabo en el distrito de Magude, al sur del país, donde el equipo investigador comenzó por realizar un censo detallado que determinó que la región de carácter rural estaba habitada por 48.448 personas distribuidas en 10.695 domicilios en 2015. El objetivo de la primera fase del proyecto era disminuir la transmisión de la malaria hasta lograr su interrupción y alcanzar los cero casos, mientras que el objetivo de la segunda fase era mantener los logros conseguidos en la primera.

La estrategia para la primera fase incluía todas las herramientas de prevención y tratamiento disponibles y actualmente recomendadas por la OMS: la detección continua y tratamiento de casos detectados, un sistema de vigilancia epidemiológica y entomológica reforzado y dos rondas anuales de administración masiva de fármacos antimaláricos a toda la población del distrito durante dos años. En paralelo, se distribuyeron redes mosquiteras impregnadas de insecticida y se protegieron los domicilios mediante una fumigación anual para combatir al mosquito que transmite la enfermedad. En la segunda fase, siguieron las intervenciones, pero la administración masiva de medicamentos fue reemplazada por una administración focal de antimaláricos a todas las personas que compartían domicilio con un caso detectado por los centros de salud o por trabajadores comunitarios.

Un alto impacto

“Al final de los tres años de intervención, el porcentaje de personas infectadas por el parásito de la malaria bajó del 9,1% al 1,4%, lo cual significa una reducción de casi el 85%. Estimamos que esto se traduce en unos 39.000 casos de malaria evitados,” señala Beatriz Galatas, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio. “Los resultados muestran que, aunque no se logró interrumpir la transmisión, el impacto de la primera fase fue muy alto y se consiguió mantener el número de casos a niveles muy bajos hasta al menos un año después de la última administración masiva de medicamentos”, explica Francisco Saúte, director del proyecto y director científico adjunto del CISM. Los resultados del impacto de la segunda fase aún no han sido publicados. 

Para Regina Rabinovich, coautora del estudio y directora de la Iniciativa de Eliminación de la Malaria en ISGlobal, “la pregunta ahora es por qué, a pesar de esta notable disminución, no logramos interrumpir la transmisión, y cuáles son las estrategias necesarias para lograrlo”.

“Se trata de un proyecto sumamente valioso para avanzar en la lucha contra la malaria y especialmente relevante para la Fundación “la Caixa”, ya que la salud global sigue siendo una prioridad”, afirma Ariadna Bardolet, directora de Programas de Cooperación Internacional de la Fundación ”la Caixa”. 

Philip Welkhoff, director del programa malaria en la Fundación Bill & Melinda Gates, señala: “Estos resultados muestran claramente que podemos aumentar el número de vidas salvadas si usamos de manera óptima todas las herramientas disponibles, mientras desarrollamos otras que nos permitan pasar de transmisión baja a transmisión cero. Con partenariados como éste, con ISGlobal, CISM y la Fundación “la Caixa”, podemos dar un nuevo giro y eventualmente llegar a erradicar la malaria”.

“Hemos demostrado que el uso combinado de intervenciones puede reducir de manera importante la carga de la enfermedad, un paso indispensable para avanzar hacia la eliminación”, añade Antoni Plasència, director general de ISGlobal.

Este estudio sobre el impacto del proyecto Magude forma parte de una serie de publicaciones que saldrán en un número especial de PLOS Collections, cubriendo una variedad de aspectos relacionados con el estudio de eliminación, incluyendo aspectos entomológicos, costo-beneficio, aceptabilidad, y posible emergencia de resistencias al fármaco.