Eva Bach es una de las pioneras en introducir la educación emocional en las aulas y el ámbito familiar. Apasionada de la enseñanza y madre de dos hijos, es pedagoga, maestra, escritora, conferenciante, formadora de formadores y terapeuta familiar. Acaba de publicar ‘Madres y padres influencers’ (Grijalbo), escrito junto a Montse Jiménez, que es una especie de guía con 50 recomendaciones para entender mejor a los adolescentes y convertirnos en su mejor referente. Ambas entrevistaron a más de 1.500 chicos y chicas de entre 12 y 20 años de toda España y una de las respuestas que más las impactó fue descubrir que veían a los adultos “con cara de rayados, estresados y amargados”.

Entrevistada por ElPlural.com esta formadora se pregunta con qué “credibilidad moral” puede resultar un referente para esos adolescentes. “Es como decirles, 'si tú haces lo que yo te digo, vas a acabar como yo'. Necesito ser un referente atractivo para tener fuerza y poder para educar”.

¿Y cómo llegar al corazón de esos adolescentes? Bach es una de las profesionales que participa en EmocionaTour, un ciclo de conferencias dirigido a docentes impulsado por “la Caixa” y La Granja, que celebra este año su tercera edición. En su conferencia Bach ofrece las claves para educar hoy en día a los adolescentes.

PREGUNTA: ¿Está de moda la educación emocional?
RESPUESTA: Entra por la puerta grande a partir de 1995 cuando Daniel Goleman publica ‘Inteligencia Emocional’, su famoso best seller, con el que valida científicamente la necesidad de educar las emociones y desarrollar las competencias emocionales para ser personas completas, sanas y con un desarrollo integral e integrado. La idea de partida es que tener una inteligencia brillante, una mente privilegiada y un expediente académico sobresaliente no es garantía de una vida buena, plena, feliz y con ‘éxito’, y digo entre comillas la palabra éxito. Y al revés, una persona con una vida académica que podríamos considerar incluso de fracaso, sale adelante en la vida.

"Tener una inteligencia brillante, una mente privilegiada y un expediente académico sobresaliente no es garantía de una vida buena, plena, feliz y con ‘éxito’"

Yo estoy en esto desde entonces y formo parte de un grupo pionero en Cataluña, de la Universidad Autónoma. Entonces éramos nosotros y otro de la Universidad de Barcelona, en el que estaba Rafael Bisquerra, entro otros. Todos fuimos pioneros en introducir la inteligencia emocional en el ámbito familiar y educativo.

Empecé mi vida profesional como maestra de Infantil y Primaria y detecté carencias emocionales en ese momento. No le puse ese nombre, pero sí lo describí ya que entonces no se hablaba entonces de emociones. Me di cuenta de que había una serie de problemas naturales del crecimiento, que son incluso necesarios o inevitables. Al mismo tiempo, detecté otro tipo de problemas, fruto de la incapacidad adulta para dar la respuesta adecuada. Esos eran los que se enquistaban y se complicaban. Salí de la escuela para investigar ese campo y ya no regresé. Me he dedicado a formar familias y profesores desde entonces.

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¿Qué pasa cuando los padres o los profesores no son capaces de controlar sus propias emociones? ¿Pueden convertirse en un obstáculo para el aprendizaje de estos niños y niñas?
Hay dos tipos de educación emocional: la curricular, que la realizamos a través de programas concretos y en momentos establecidos; y la relacional, que es una educación emocional constante a partir de la relación personal que mantenemos con los hijos o con los alumnos y se establece a través de nuestra repuesta, nuestra manera de mirarle, de escucharle o de hablarle. Todos hemos recibido de alguna manera educación emocional, aunque no hayamos asistido a clases de educación emocional. Es una transmisión inevitable y no es opcional para los que nos dedicamos a educar porque vamos a transmitir emociones.

¿Cómo se convierte un educador o unos padres en verdaderos influencers?
Cuando mi compañera Montse Jiménez y yo escribimos el libro 'Madres y Padres influencers'entrevistamos a 1.500 chicos y chicas de entre 12 y 20 años de toda España. Una de las preguntas era cómo nos ven a los adultos y qué no les gusta de nosotros. Su respuesta nos dejó muy impactadas porque nos ven textualmente ven con cara de rayados, estresados y amargados. ¿Cómo voy a tener credibilidad moral para educar con cara de rayada, estresada y amargada? Es como decirles, 'si tú haces lo que yo te digo, vas a acabar como yo'. Necesito ser un referente atractivo para tener fuerza y poder de educar. Mi vida, mi cara, mis acciones, mi tono de voz, mi forma de relacionarme, tienen que decir cosas bonitas de mí y de la vida porque si no, van a mirar para otro lado. 

Lo que dice es muy lógico, pero parece complicado ponerlo en práctica.
Es un trabajo personal a lo largo de la vida. Igual que realizamos un reciclaje constante en temas técnicos o profesionales, hay que entrenar constantemente los temas personales. Cuando alguien nada, si deja de ir a la piscina pierde velocidad, resistencia, flexibilidad... Si uno deja de cuidar su mundo interior, su mundo emocional, también va a ir dando bandazos y, al final, controlado por sus emociones.

No siempre podemos controlar las emociones, pero se trata de controlarlas más e impedir que nos lleven por donde quieran. Biológicamente somos así y es normal que la emoción nos mueva. Si, como mínimo, somos conscientes de identificarla y ver que en ese momento estamos sobrepasados, vamos a poner ahí un punto de contención. Esa misma conciencia es equilibradora y nos pone en alerta. Ya no vamos a hacer o decir algo porque sabemos que estamos exaltados y lo mejor es esperar a calmarnos.

Sin embargo, muchas veces nos dejamos llevar por las emociones primarias. En Twitter, por ejemplo, vemos a gente totalmente desenfrenada y desbocada. Yo las describo como un cerebro reptiliano con patas.

Muchos de estos usuarios, sin embargo, se convierten en influencers. 
Sí, pero también hay influencers que descalifican estas actitudes y rechazan por ejemplo que se maltrate animales, a personas, se insulte, se haga buying etc.

Empezamos a investigar este tema al ver que muchos padres y profesores estaban a punto de tirar la toalla porque tenían la sensación de que este fenómeno tenía mucha más fuerza que nosotros. Estamos convencidas de que nosotros seguimos siendo sus primeros referentes, sus primeros influencers, pero es necesario ver qué tipo de influencia ejercemos y qué tipo de influencer somos. ¿Cómo nos ven y qué transmitimos? ¿Qué dicen nuestras vidas de nosotros? Se trata de conocer este fenómeno y averiguar qué encuentran los adolescentes en las redes sociales. Y luego, tenemos que proveernos de las herramientas necesarias a nivel personal, emocional y de comunicación, para poder realizar una buena influencia. Influencers ya lo somos, de lo que se trata es de que nuestra influencia sea buena, atractiva y poderosa.

"Los padres ya somos influencers de nuestros hijos, de lo que se trata es de que nuestra influencia sea buena, atractiva y poderosa"

Cuando hemos preguntado a estos chicos y chicas que siguen a influencers, a quién admiran, todos han coincidido en señalar a alguien de su entorno cercano. En un 80% de los casos es a alguien de la familia. Profesores no salen tanto, pero creo que es por la perspectiva ya que les faltan unos años para ser más conscientes de la huella que nos han dejado nuestros profesores, que aparece con el tiempo. Todos admiran al padre o a la madre: el 75% a la madre, el 25% al padre y luego a los abuelos, tíos... Y cuando les preguntas por qué, es por valores positivos como la perseverancia, por ser personas que no se han achicado ante la adversidad, que son capaces de luchar por unos ideales, por estar ahí cuando les han necesitado... Fíjate que no es por fama, dinero, éxito o cosas así.

Desde que hemos sacado el libro hemos visto a muchos padres que se han sentado con sus hijos por primera vez a ver lo que miran y hablar de ello. A partir de ahí, inician conversaciones y pueden generar con ellos su influencia, conociéndolos. 

"Cuando hemos preguntado a estos chicos y chicas que siguen a influencers, a quién admiran, todos han coincidido en señalar a alguien de su entorno cercano"

Las redes sociales están sustituyendo en ocasiones las relaciones interpersonales. ¿Resulta emocionalmente inteligente esta relación digital?
Detrás de una pantalla las personas pueden atreverse a cosas que no harían cara a cara. Somos lo que somos en las relaciones y en la vida presencial, pero también somos lo que somos en la vida digital, en nuestras relaciones digitales que también existen. Una parte de nuestra personalidad está desarrollándose a través de las pantallas, unos falsearán más, otros menos... También es cierto que en lo presencial también hay gente que falsea y hay fachadas que no se corresponden con la realidad.

Como dice Manuel Castells, hay dos tipos de personas, las que controlan las redes y las que son controladas por las redes. Donde debemos incidir educativamente es en no ser controlado. Es decir, utilizar las redes a nuestro favor y la importancia que tiene reservarnos siempre un espacio personal, de vernos cara a cara. ¿Por qué? Porque esas personas nos importan, porque disfrutamos de verles los ojos y porque disfrutamos de sentirlos cerca, de una conversación sin que nada de fuera interfiera.

También hay personas, tanto jóvenes como adultos, que utilizan las pantallas para poder ser ellos mismos, escondidos para buscar comunicación de una forma que presencialmente no es posible porque hay temas que son tabú o por vergüenza. Otros buscan el reconocimiento, el like, aunque este es efímero. Entonces, si todo esto lo tenemos presente y en las conversaciones presenciales podemos ofrecerles ese reconocimiento, esa comunicación sobre los temas importantes de la vida fuera de las pantallas, nuestros adolescentes van a estar menos esclavos de las pantallas y no estar tan pendientes de los likes. El post es efímero mientras que el reconocimiento personal es más perdurables y cercano.

"Lo más importante de nuestra vida tiene que ser nuestra vida, no nuestros hijos"

Decías antes que para estos jóvenes sus verdaderos influencers eran los padres. ¿Qué consejos les darías a para convertirse en un buen referentes?
Hay una cosa que siempre digo: tener vida propia nos salva a los padres y salva a nuestros hijos de nuestras neuras, de nuestros miedos, nuestras manías. ¿Qué quiero decir con esto? Que lo más importante de nuestra vida tiene que ser nuestra vida, no nuestros hijos. Ellos son importantes, pero no lo único ni siempre lo más importante. De lo contrario, se hacen narcisistas o frágiles y la sobreprotección constituye para ellos una presión insoportable.

Los padres tenemos que ser escultores de nuestra propia vida y lo bueno que queremos para nuestros hijos, tenemos que esculpirlo primero en nosotros mismos. Si me preocupo de cómo estoy por dentro, de mi honestidad personal, de reconocer mis puntos fuertes, de saber aquello en lo que cojeo y tengo la honestidad de reconocerlo, nos va a llevar a un crecimiento constante y todo esto es una enseñanza. Es como el faro que irradia una luz, que está ahí, que lo ves, lo recuerdas y tiene una magia especial. Y esa es luz que les damos a ellos. Eso es lo más importante para educar.

Estamos tan preocupados por nuestros hijos que nos olvidamos de que nuestra propia vida. Umberto Eco decía que somos aquello que nuestros padres nos enseñaron cuando no estaban tratando de enseñarnos nada. Es así. Debemos tenerlo muy claro.

"Es urgente un cambio de mirada y dejar de asociar notas a ser buen estudiante y buena persona"

¿Qué cambios urgentes harías en el sistema educativo actual?
Cambios haría un montón, pero desde el punto de vista de la educación emocional pediría un cambio de mirada. Es urgente que dejemos de asociar unas notas a ser buen estudiante y buena persona. Son dos cosas que no tienen nada que ver. Tener buenas notas solo quiere decir que ese chico o chica se ha adaptado a la vida académica, nada más. Sin embargo, lo centramos todo en las notas: los regalos, los premios, los castigos... Tiene que haber un cambio de perspectiva importante porque muchas veces tenemos chicos y chicas que sacan buenas notas, pero están hechos polvo por dentro y como sacan buenas notas nadie se fija en la presión que llevan o lo mal que están.

También es necesario un cambio en la forma de comunicar, en el lenguaje. Con una facilidad tremenda nos referimos a buenos y malos, ponemos etiquetas o hablamos de familias vulnerables y chicos vulnerables. Habría que hablar, sin embargo, de familias más vulnerables o familias con más problemas. Decimos cosas que simplifican la vida humana y el ser humano cuando el ser humano es complejo.

Por último, otro de los grandes cambios sería sustituir el pesimismo por el optimismo y la esperanza. Ya sabemos que no siempre va a suceder lo mejor, pero hay que mirar a los chicos y a las chicas como si fuera todo posible. El cambio de mirada es también un cambio de objetividad, de una educación más cálida, más humana, más desde el corazón, más de un lenguaje bonito, de decir cosas bonitas, si les dices a los chicos y chicas que crees en ellos y algo bonito, harás que ellos crean más en ellos y quieran corresponderte poniendo en tus manos lo mejor de ellos.