El presidente de Ferrovial, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, contrajo matrimonio el 10 de junio de 2006 con Astrid Gil-Casares, sobrina del militar golpista Alfonso Armada. Una mujer criada en un ambiente de lujo. Una hija de la élite. Médicos prestigiosos, catedráticos, magistrados, alcaldes. Astrid creció bajo el amparo de la alta sociedad madrileña e incluso entre su círculo de amistades se encontraba Felipe VI. Tras una vida de lujos y encaminada a trabajar en el sector económico, abandonó su trabajo en bancos de inversión londinenses para caer en los brazos del empresario en una boda con más de ochocientos invitados, en la iglesia de la Asunción en Chincón, vestida con un diseño de Manuel Mota y con exquisitas viandas en Encomienda de la Losilla, finca de Joao del Espíritu Santo, compinche de caza de Rafael del Pino. Entre los invitados había selectos personajes de la talla de Miguel Boyer e Isabel Preysler, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán o Eugenia Martínez de Irujo, entre otros. Qué menos para el enlace entre dos sobrinísimos. Uno del expresidente Leopolodo Calvo-Sotelo, otra de Alfonso Armada.
11 años después de lujosos veranos en yates millonarios en las costas de Papua Nueva Guinea o en el Foro de Davos, la historia de amor murió. Más allá del lujo estival, poco se supo de su vida privada, de las tres hijas que tuvieron y su convivencia en un lujoso chalet de El Viso. Y todo explotó con un fatal divorcio que cambió la vida de Astrid.
En aquel año 2017 ya se comenzó a elucubrar sobre uno de los divorcios más sonados del momento. Por el perfil del matrimonio y el bote económico que había sobre la mesa. La palabra lujo no es suficiente para definir el carácter de los bienes a repartir. Entonces, el capital de Del Pino se estimaba que llegaba a los 8.600 millones de euros.
Mansiones, superyates y un jet privado
Su mansión de El Viso, con una parcela de 855,12 metros cuadrados y con un inmueble de 1.026m2, se valoró en 10 millones de euros sin contar el mobiliario, donde había numerosas obras de arte. Para las vacaciones, otra mansión. En Formentera, la pareja huía a un enclave privilegiado, entre Punta Gavina y Cala Saona. Con más de 5 hectareas y 1.365m2 de bosque. La tercera mansión se hallaba en Las Villuercas (Cáceres), donde la pareja contaba con una propiedad de 800 hectáreas y perfecta para escaparse en helicóptero.
Otra de las pasiones de la pareja era surcar los mares. Para ello contaban con dos superyates: Mystere, valorado en 10 millones de euros y Nephele, un ultralujo yate valorado en 4,9 millones.
Entre sus bienes también se encontraba un jet privado y un helicóptero, propiedad de Ferrovial y que arrienda de forma temporal, al igual que los yates.
Años más tarde, el Tribunal Supremo dirimió cuál sería la indemnización para Astrid. De los seis millones que Astrid pedía en un principio a los 840.000 euros que finalmente recibió. A ese montante hubo que sumar 7.000 euros al mes que tuvo que pagar Del Pino por cada una de las hijas que tenían en común y que terminaron en régimen de custodia compartida. Un final muy lejos de las expectativas de Astrid.
“Enfrentarse a Rafa no es fácil, es como entrar en guerra contra Estados Unidos”
Tras el duro proceso, Astrid no quiso volver a su trabajo en banca sino que se refugió en la novela. En 2020 publicó Nadie me contó, una obra con evidentes tintes autobiográficos en los que se habla de una vida de lujo y la ruptura de un matrimonio estando enamorada: “Sería engañarme a mí y a los demás, es mi circunstancia", explicó. Este 2022, ha publicado Ese jueves al anochecer me subí al tren.
Otro refugio mental que eligió, fue tatuarse para “tapar sus cicatrices”. Tinta para borrar el dolor que se quedó marcado en su piel. Lo primero que hizo due tatuarse el nombre de sus hijos, Tadea, Alec y Cleo. También un número cinco del que no ha querido revelar su significado: “Ni siquiera mi hermana lo sabe”, señaló. En sus brazos también se pueden ver runas nórdicas y símbolos del pueblo vikingo: "Porque soy normanda, vikinga, como mi madre", destacó. Es curioso otro de los elementos que se tatuó; una frase que emitió Winston Churchill en 1940 después de ver fracasar una y otra vez a las huestes británicas contra los nazis: "I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat" ("No tengo nada que ofrecer sino sangre, trabajo, lágrimas y sudor").
La propia Astrid, reflexionó así del porqué de sus tatuajes: “Era eso o cinco años de terapia con medicación. Esto me parecía más rápido. Son las marcas del divorcio. Cada vez que Rafa me ataca me tengo que proteger. Son mis escudos".
También emitió una frase que resume a la perfección qué significó entrar en un litigio con el presidente de Ferrovial y uno de los hombres más ricos de España: "Enfrentarse a Rafa no es fácil. Es como entrar en una guerra contra Estados Unidos. Por mucha artillería que tengas, él está acostumbrado a combatir". En definitiva, así reflejó el paso de Del Pino por su vida: "Me ha hecho mucho daño”.
Ferrovial lleva su sede a Holanda y cotizará en los EE.UU
Tal y como se ha conocido este martes, la fusión entre Ferrovial y Ferrovial Internacional, ha provocado que la empresa traslade su domicilio social a Países Bajos y cotice en Estados Unidos. Un hecho que ha provocado malestar en el Gobierno: "No resulta aceptable que una empresa que ha nacido y crecido en España y gracias a la inversión pública de los ciudadanos españoles muestre esta falta de compromiso con su país", han expresado fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos.
A pesar del roto que puede suponer para las arcas públicas españolas, desde el PP han aprovechado para atacar al Ejecutivo y defender a Ferrovial: Es "lógico" que, si España no cumple con las empresa, al final "busquen otra salida u otros sitios en los que encuentren esa estabilidad que aquí no tienen", señaló Juan Bravo, vicesecretario de economía del PP