“No creo que exista en España una bodega tan importante”. Con esta franqueza se refiere este sábado el periodista especializado en casas reales, Jaime Peñafiel, a la colección de “diez mil botellas, no solo de las mejores marcas, sino de las mejores añadas” que el Rey Juan Carlos I aún conserva en Zarzuela junto a la nave especialmente diseñada para conservación de los trofeos cinegéticos del rey emérito -en la que se puede contemplar el oso ruso Mitrofan cazado en Rumanía en una polémica cacería-. Es la última excentricidad que saca los colores a la monarquía española. 

Según Jaime Peñafiel, el tema de la controvertida bodega se supo gracias a David Rocasolano, el primo hermano de la reina Letizia, que nunca ha olvidado la visita que hizo a la bodega, acompañado por el entonces príncipe Felipe, "paseando por el laberinto de anaqueles, pisando arena de playa, paladeando el aroma noble y sobrio de roble". 

“Fue el propio Felipe quien explicó a David Rocasolano que aquella arena la habían traído expresamente de una playa del Índico porque tiene unas condiciones perfectas para mantener la humedad. El tema era tan escandaloso que Letizia, que les acompañaba en la visita, le dijo a su primo: ‘Hazme un favor. Sé discreto con esto de la bodega. No lo cuentes por ahí’”, recuerda Peñafiel.

“Laberinto de anaqueles pisando arena de playa”

Lo cierto es que en 'Adiós, Princesa', el libro que publicó David Rocasolano sobre su prima la reina Letizia, el abogado dedicaba unos polémicos párrafos a la elitista bodega. Así lo cuenta Rocasolano: “Tras visitar habitaciones y despachos, bajamos a los sótanos y Letizia abrió un portalón. Yo pensaba que, por fin, iba a conocer la biblioteca. Pero cuando se encendieron unas tenues luces, ante mí se abrió una vinoteca particular inmensa. Paseamos por el laberinto de anaqueles pisando arena de playa, paladeando el aroma noble y sobrio de roble y contemplando el fabuloso espectáculo del vino (…) Felipe me aclaró: Es arena de playa. La traen expresamente de una playa del Índico porque tiene las condiciones perfectas para mantener la humedad”.

No se subasta: “El dinero hubiera ido a las arcas del Estado”

Según una información de la periodista C. Villar para Vanitatis, durante un tiempo, se pensó en subastar la colección. “Para hacer caja y como gesto de buena voluntad por parte de don Juan Carlos tras la cacería de Botsuana meses antes, cuando su popularidad estaba por los suelos. Finalmente la idea se desestimó y hoy son los Reyes y su familia quienes disfrutan de la bodega en ocasiones especiales”.

Una versión que corrobora Emilia Landaluce ('La Otra Crónica'): “Hubo un tiempo en el que se especuló con la posibilidad de subastar la colección, sin embargo se descartó. El dinero hubiera ido a parar a las arcas del Estado”.

Una sumiller privada por su afición al caldo

Al margen de lo relatado en este artículo, y pese lo escandaloso del asunto, lo cierto es que poco más se sabe sobre estas botellas fruto de ‘regalos’ al Rey Juan Carlos y que, por lo tanto, son propiedad de Patrimonio Nacional -la conservación de las diez mil botellas rezan con cargo al erario público-.

Bien es cierto que la periodista Silvia Taulés (Jaleos) sí que llegó a afirmar en 2017 que Zarzuela contaba con una sumiller privada que ayuda en la elección de los caldos: "Eva María Alonso es la sumiller real, tarea a la que se dedica de manera desinteresada”. 

“La afición de la Casa Real española por los buenos caldos viene de lejos. Cuando don Juan Carlos abdicó, se reunió con su hijo en la intimidad de palacio y juntos brindaron con un Castillo de Ygay de 1925, un reserva especial de las Bodegas Marqués de Murrieta cuya botella cuesta 250 euros. La Casa Real siempre ha cuidado mucho los vinos que se sirven en sus actos oficiales”, explica Taulés.