En el programa de televisión En boca de todos, emitido este martes, se abordó un tema que ha generado un considerable revuelo en las redes y en diversos espacios públicos: los insultos dirigidos al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante fiestas y eventos populares. Desde festivales hasta celebraciones tradicionales, los cánticos ofensivos se han repetido en varios puntos del país, generando un acalorado debate sobre los límites de la libertad de expresión.

Uno de los casos más recientes ha ocurrido en Montroig del Camp, en Tarragona, donde el Ayuntamiento ha anunciado que presentará una denuncia contra el DJ conocido como Romero, por incitar al público a corear improperios contra Pedro Sánchez durante una actuación. No ha sido un hecho aislado: expresiones similares se escucharon en La Velada de Ibai Llanos, en los Sanfermines y también durante el pregón de las fiestas de Tudela.

Para analizar la posible dimensión legal del asunto, el presentador Nacho Abad recurrió a la opinión del abogado Joaquín Moeckel, quien afirmó: “Yo delictivo no lo veo, lo veo fuera de lugar. No me parece correcto y lo desapruebo, pero insultar en un concierto no es delictivo, es libertad de expresión”. Este enfoque fue respaldado por algunas voces del programa, pero no por todas.

La colaboradora Sarah Santaolalla intervino con vehemencia para denunciar lo que considera una peligrosa normalización de los ataques personales al jefe del Ejecutivo. Enfrentándose a otros tertulianos, Santaolalla denunció que estos cánticos no deben tratarse como meras expresiones festivas o humorísticas, sino como una forma de agresión simbólica. “Esto no es libertad de expresión, esto es libertad de agresión”, afirmó tajantemente.

En medio del debate, Patricia Cerezo intentó matizar el asunto señalando que, si bien no defiende los insultos, entiende el hartazgo social: “La gente está hasta las narices. Lo que hay que hacer es votar, no gritar”. Ante esta afirmación, Santaolalla replicó que “la diferencia es que uno lo hacía un cómico y otro lo hace un violento”, marcando un contraste entre el humor satírico y lo que ella considera incitación al odio.

Las tensiones crecieron cuando Santaolalla, visiblemente frustrada, se quejó de las interrupciones constantes por parte de sus compañeros: “Dejadme hablar que cada vez que digo ahhh, saltáis con un ohhh”. En ese momento, Patricia Cerezo le reprochó que etiquetara al DJ como violento, lo que intensificó aún más la discusión. “Es de vergüenza que estos cobardes, en grupo, insulten a un presidente. Si fuese otro político, ya estarían todos condenándolo”, continuó Santaolalla, hasta que Moeckel la interrumpió y obligó a Nacho Abad a intervenir.

En otro momento del programa, Santaolalla expresó su indignación por el trato recibido: “Aquí, si no se dice que vivimos en un país tercermundista, que todo es una basura y que Sánchez es un cabrón, no se deja hablar”. Añadió que el país “funciona y hay que votar en las urnas, basta ya de propaganda”.

La tensión no se detuvo ahí. En medio de una creciente crispación, Santaolalla recordó el caso del rapero Pablo Hasél, condenado por sus letras contra la monarquía: “En este país se encarceló a un artista por cantar contra el rey y no vi a nadie aquí defender la libertad de expresión entonces”.

Joaquín Moeckel le respondió con sarcasmo: “Hay que tenerla de cemento armado para decir lo que estás diciendo”. Esta frase provocó aún más indignación por parte de la tertuliana.

Posteriormente, Sarah Santaolalla expresó su descontento en redes sociales, donde denunció lo que considera un sesgo ideológico en los debates televisivos. “Si hablas mal de la izquierda, del gobierno, de la economía y cuentas algún que otro bulo, puedes hablar todo lo que quieras. En cuanto das datos reales y defiendes ideas progresistas, te interrumpen constantemente. Agotador”, escribió.

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