"La libertad es perder el miedo a equivocarse", esta es la premisa que mueve a la protagonista de Vera, una historia de amor, cuyo nombre da título al libro. La última novela de Juan del Val, galardonada con el Premio Planeta 2025, transcurre principalmente en el barrio del Arenal de Sevilla, un lugar que no ha sido escogido por el azar, al igual que tampoco la historia que hay detrás de cada uno de los personajes. Vestida con la forma de una historia de amor, es en realidad una reflexión sobre la libertad, los prejuicios y estereotipos, sobre la rutina, pero también el deseo, los celos y la culpa. Todos ellos aspectos que no entienden de edades ni clases sociales, tal y como se ve reflejado en sus protagonistas: Vera, una sevillana de 45 años, hija de un importante empresario sevillano; Borja, marqués de Villaecijilla y Antonio, un joven, de origen humilde y unos treinta años, que llega a la capital hispalense desde Vallecas.
PREGUNTA (P): ¿Cómo surge contar esta historia?
RESPUESTA (R): Me apetecía contar una historia de amor entre dos personas que, a priori, son muy distintas porque condición social, por edad, por el entorno en el que están, y sobre todo de dónde vienen, y ver de qué manera podían entenderse. Hablar del amor en diferentes aspectos, sobre todo cuando hay algo que tiene que ver con el interés y que esto no tenga por qué ser necesariamente malo. A partir de ahí surgen personajes y sus reacciones.
(P): Mientras que Vera es una sevillana que ha nacido en una familia de bien, Antonio es un joven de Vallecas con una infancia y adolescencia complicadas. ¿Por qué este contraste social? ¿Hay algo de crítica?
(R): No utilizo para para adoctrinar ni para juzgar. No lo hago con prácticamente ningún personaje y, por supuesto, no pretendo hacer ningún tipo de reivindicación social. Simplemente expongo. También tiene que ver un poco con el respeto al lector. Yo expongo cosas que suceden y que me parecen bastante evidentes, y con las que como ciudadano no estoy de acuerdo. Pero como escritor prefiero que sea el lector el que coloque las cosas en su sitio.
(P): La historia transcurre en Sevilla, ¿hay algún motivo para esta elección?
(R): Sí, lo hay. Cuando escribo busco entornos que conozco bien para lo que verdaderamente quiero hacer, que es hablar de personajes. Sevilla es una ciudad que conozco bien, que adoro profundamente, y que es muy pasional para hablar de deseos y de impulsos. Y luego también tiene otra parte. Quizá todas las altas sociedades de las ciudades, pero Sevilla, de una manera más característica, me servía para representar ese espacio rancio y claustrofóbico del que a Vera le cuesta salir.
(P): ¿Cuánto hay de Juan del Val en los personajes de la novela?
(R): Calculando un porcentaje, un 100%. Tampoco concibo que se pueda hacer de otra manera. En todos los personajes estoy yo, partes de mí que me gustan más, partes de mí que me gustan menos. Yo estoy en Vera, también estoy en el Marqués. Y, luego, de manera mucho más evidente en Antonio Antonio. Es un personaje que tiene mucho que ver conmigo, sobre todo en lo que respecta a un pasado complejo. Es algo que te marca, que también te forma y que también luego te vale para escribir.
(P): Y de cuál de los dos mundos te sientes más cercano, ¿del postín sevillano y sus palcos o de las litronas en Vallecas?
(R): Yo soy yo y tengo muy presente todos los sitios donde he estado y en los que estoy. Tengo muy buena memoria y no renuncio a ninguno. Evidentemente, yo no estoy en una situación de privilegio en todos los sentidos, aunque está muy lejos de la que tuve en otro momento, pero aquel era yo y este soy yo. Nada me ha cambiado salvo la propia vida y la evolución en el pensamiento, en lo que te va sucediendo. Luego, creo que en todos los mundos hay gente fabulosa y gente detestable. En Vallecas y en los palcos.
(P): Vera, una historia de amor no es tu primera novela, pero sí la que te ha dado el Premio Planeta. ¿Es el libro del que más orgulloso estás?
(R): En todas las novelas me pasa lo mismo. Ya sé lo que me está pasando en este momento y lo que me va a pasar después y lo que me ha pasado antes. Mientras que estás escribiendo una novela consideras que es la mejor. Cuando la gente la empieza a ver y empiezas a promocionar, no solo te parece la mejor sino a la que más cariño tienes. Pero una vez pasa el tiempo y te metes con la siguiente, empiezas a odiarla y coges cariño a la otra. Y cuando pasan dos más, empiezas a recuperar el cariño que le tuviste. Ahora estoy en una situación de idilio absoluto con Vera.
(P): Ahora que ya han pasado unos días desde que recibiste el premio, ¿cómo te sientes? Contabas en El Hormiguero que has tenido que consolar a gente cercana por cómo estaban sintiendo las críticas hacia ti.
(R): Yo tengo espaldas y asumo las cosas que se dicen de mí, que me importan hasta cierto punto, porque tampoco voy a estar pendiente. Si tú estás muy pendiente de lo que dicen de ti, sobre gente que no te quiere, pierdes demasiado tiempo y energía. Tengo ese bagaje en el que tambalearme es difícil porque he estado en lugares muchísimo peores que alguien criticándote. Pero es cierto que la gente que te quiere lo puede pasar mal y eso sí me sienta fatal.
La risa es lo que te salva de todo y es lo que yo procuro hacer en la vida. Mis amigos me conocen bien y se acaban riendo ellos también de lo que se dice. Pero es cierto que hubo un par de momentos en los que me ví consolando a la gente.
(P): En una entrevista asegurabas que te ha parecido bastante previsible todo lo que ha ocurrido al entregarte el premio. ¿Te esperabas tantas críticas?
(R): Todo es muy previsible, los medios sois muy previsibles. Colocas a un personaje donde le quieres colocar. Pero sí, he visto un poquito de falta de talento en las críticas. Eso sí me ha fastidiado, porque he visto alguna que se metía conmigo y con la novela y tenía talento. Y yo decía: "este cabrón por lo menos sabe escribir". Y me hacía gracia y lo disfruto, porque soy un enamorado del talento. Huyo casi siempre de la mediocridad. Entonces, aparte de previsibles, he visto críticas muy malas, pero no porque hablaran mal de mí, sino porque había muchísima más inquina que talento, y eso entristece por la pobreza.
(P): ¿Las críticas han logrado opacar tu alegría en algún momento?
(R): Qué va, sí me gusta reflexionar. Hay esta corriente del cobarde que se suma al fuerte cuando alguien decide que hay que vapulear a alguien o algo. Y esto sí me parece que es una reflexión interesante para hacer un poco entre todos. A mí no, pero puede haber gente a la que le hundan y esto es peligroso. Se nos llena la boca diciendo que no se puede permitir el bullying y al final se está haciendo lo mismo, pero entre adultos.
(P): Al recoger el premio decías: “Soy lo que escribo y a escribir le debo todo lo que soy”. ¿Cómo conviven el Juan del Val televisivo y el Juan del Val escritor?
(R): Conviven perfectamente, hay hasta unos horarios. No creo en esto de tener que ser una cosa solo. Me parece tan aburrido y tan pobre. Yo sé que voy a estar escribiendo siempre, por lo tanto me considero escritor, pero a mí me encanta estar en la tele. Son dos idiomas distintos, son dos cosas distintas.
Yo soy el de la tele, no es un personaje de la tele, pero es una parte de mí muy menor. Si tú me quieres conocer, evidentemente me tienes que leer. En las dos estoy yo, pero estoy mucho más completo en la escritura.
(P): ¿Crees que tu presencia en televisión - puede influir en cómo se recibe tu literatura?
(R): Esto es algo nuevo y que sucede en España, no en otro países. Antes los escritores eran famosos y salían para promocionar, para contar cosas provocativas y para que la gente accediera a sus novelas. Ahora parece que porque alguien salga en televisión no puede escribir bien. Quien piense eso, fenomenal.
A mí, salir en televisión me ayuda y me perjudica. Por un lado, me sirve para que la gente conozca lo que hago. Hay veces que es muy triste porque hay novelas estupendas y la persona no puede promocionarlas, no puede salir, por lo que se quedan un poco muertas. Pero luego está el inconveniente, el que dice "sí, hombre, el de la tele ahora va a escribir también". Esto es mucho menor y, además, yo no presto atención a la mediocridad, no me interesa. Si alguien considera eso, que no se compre mi novela.
(P): Habitualmente, por tus intervenciones políticas se te asocia a la derecha. ¿Te molesta?
(R): Yo he sido de izquierdas toda mi vida y lo sigo siendo. El único problema es la necesidad de simplificar los mensajes, de una manera, por supuesto, dirigida. Si yo critico a Pedro Sánchez, tengo que ser de derechas. Y si digo que Pedro Sánchez es un gran presidente, entonces soy de izquierdas. ¿Has visto un mensaje más plano que ese? Entonces dice: "bueno, pues tendrá que ser así".
Y luego a partir de ahí está la conveniencia de las cosas. Si soy muy crítico con Sánchez va a salir en un medio de izquierdas como este para convertirme en ese personaje y en un medio de derechas, para convertirme en ese personaje. Si soy muy crítico con Ayuso no va a salir de aquí porque evidentemente se jode el personaje y tampoco va a salir en el de derechas porque no conviene demasiado.
Esto funciona así y lo tengo perfectamente claro. Me han querido colocar ahí en todos los sentidos, fenomenal. Pero la ideología no es decir simpatizo o no, la ideología es una actitud vital. Y luego cierta parte de la izquierda, que ya está bastante pervertida, debería tener la obligación de ser crítica con el poder, lo tenga quien lo tenga. Si lo tiene el mío y no soy crítico no es ser de izquierdas, es decir que eres de izquierdas, que es muy distinto.
(P): ¿Cómo llevas estar constantemente en el epicentro de la polémica?
(R): Tampoco es para tanto, no tenemos tanta importancia. Yo desde luego no, ni yo ni los medios. Yo mañana puedo generar 60 titulares y el 99% de la población no los ve. Yo sí y y mi hermano también, pero no hay que darse importancia. Cuando uno sale en televisión la gente lo está mirando mientras que cena preocupado porque su hijo ha suspendido, contento porque su hija ha aprobado y porque mañana le van a subir el sueldo. Yo no cambio el mundo dando opiniones y el que pretenda cambiar el mundo dando opiniones está mal.
(P): Le decías a Pablo Motos que también recibes sus críticas. ¿Crees que te ha podido perjudicar trabajar en El Hormiguero?
(R): Sí, pero también la imagen del programa es dirigida. Es una imagen que se construyó para determinado sector de la población, con vídeos antiguos que a cualquier presentador le podían haber hecho similar. Conviene decir que en El Hormiguero hay determinada ideología y que hay una manera de pensar concreta y ya está. Es un programa incómodo, somos conscientes de que generamos incomodidad y nos llena de enorme satisfacción. Entonces yo me llevo las del grupo, las del programas y las mías.
(P): Muchas de las críticas recibidas apuntaban a que has recibido el Planeta por estar en Atresmedia.
Yo no tengo ningún ningún vínculo que me una con Atresmedia, no tengo un contrato de cadena. Tengo un contrato con 7 y Acción y otro con Cuarzo, que hace La Roca, pero también Supervivientes o La Isla de las Tentaciones, donde no me veo. Yo mañana me puedo ir.
Imagínate que me han dado el Premio Planeta porque una serie de personas con cierto criterio han leído una novela que les ha parecido que tiene calidad y que además va a ser comercial, que son los dos pilares de un premio. Y luego la novela sale a la venta y la gente va y la compra, y le gusta a la mayoría de gente. ¿Te imaginas qué frustración para un montón de personas? Pues de repente tienen que decir "no es que trabajo en Atresmedia". Pues no trabajo en Atresmedia, no hay ningún contrato.
(P): Ahora que se acerca la Navidad, ¿a quién le regalarías la novela?
(R): A cualquiera, cualquiera que tenga la intención de pasar un buen rato, de emocionarse, reírse. Y eso puede ser una mujer, un hombre, puede tener 30 años, puede tener 80, puede ser de Vigo, de Jerez, homosexual, medio pensionista o o jubilado. Cualquier lector para mí es un premio.
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