En su momento fueron fundamentales para tu vida y/o para tu trabajo. Probablemente, tenías que utilizar muchas de ellas a diario. Sin embargo, ahora se te ha olvidado hasta que existían.

Peeeero… aquí está El Telescopio para recordarte que hubo un tiempo en el que no existían las redes sociales, en el que todo era más complicado -en el plano tecnológico, en el otro no lo tenemos tan claro- y en el que la tecnología no ocupaba un lugar tan importante en nuestro día a día.

Seguro que te arrancamos alguna sonrisa y, ¿quién sabe?, quizá también algún suspiro de añoranza.

Antes, el software no era WYSIWYG

Word Perfect

El Word Perfect supuso un cambio radical en nuestras vidas. Se trataba del primer procesador de texto realmente útil y con todo tipo de funcionalidades. Eso sí, no era completamente WYSIWYG, aunque tenía menús desplegables.

El Word Perfect por lo menos tenía menús desplegables

Vale, te lo explicamos. WYSIWYG es el acrónimo de “What You See Is What You Get” [Lo que ves, es lo que consigues]. Hoy en día, si quieres poner unas negritas -por ejemplo- en cualquier procesador de texto, hay un botón que te indica que, si lo activas, se pondrá en negrita la palabra o frase que tengas seleccionada.

Antes -y también en Word Perfect- esas acciones se conseguían con comandos. Generalmente, con combinaciones de teclas. Probablemente, todavía te sepas alguno de estos “trucos” [copiar, pegar y deshacer, seguro]. Pero antes de la llegada del software WYSIWYG te los tenías que saber todos.

Por eso, había unas plantillas que se colocaban en el teclado, alrededor de las teclas funcionales [F1, F2 y compañía] para saber qué combinación ejecutaba cada comando. Suena antediluviano y probablemente lo sea.

Por cierto, como curiosidad, al buscar en Google nos ha aparecido que sigue existiendo en la actualidad. Lo puedes conseguir por la “módica” cantidad de 249,99 dólares estadounidenses en su web. Pero que conste que nuestro consejo es que no lo hagas, por mucho que haya evolucionado.

Con dBASE IV, se podían ejecutar operaciones que hasta el momento eran impensables

dBASE IV

Hubo un tiempo, aunque parezca increíble, en que no existía el Excel. Y, para gestionar bases de datos, se utilizaba un programa específico: el dBASE IV. Luego fue barrido del mapa por el Microsoft Access.

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Aquí también tendríamos que explicar algo. Excel es una hoja de cálculo, en realidad. Pero, por sus funcionalidades y porque en su momento era algo más sencillo de usar que Access, muchas personas e incluso empresas lo utilizan para gestionar bases de datos.

Con dBASE IV, se podían ejecutar operaciones que hasta el momento eran impensables. Se podían cruzar bases, realizar consultas con filtros e incluso crear formularios e informes. La locura.

Como buen miembro de la clase media-baja, nunca tuve una Atari 2600… la tenían mis primos

Atari 2600

Debo reconocer que, como buen miembro de la clase media-baja, nunca tuve una Atari 2600. La tenían mis primos. Para una generación cuya relación con los videojuegos era uno de tenis [dos palotes y un cuadrado, olvídate de las gráficas actuales] la llegada de la Atari fue lo que ahora cualquier cursi denominaría “un cambio de paradigma”.

Jugar con ella ahora es un poco lamentable, la verdad. Entre sus grandes éxitos, la adaptación de “clásicos” arcade como Space Invaders o Asteroids; y juegos específicos como el de Superman, el de ET o los de conducción.

Los “comediscos” fueron el origen de los discman y iPods

Discman y iPod

Lo de andar por la vida escuchando música no era nada nuevo. Ya habíamos tenido el Walkman, para reproducir cintas de cassette e incluso los “comediscos”, que te permitían disfrutar de tus artistas por la calle [con su correa al hombro y todo].

Pero la llegada del Discman supuso un antes y un después, porque podías llevar tus cedés, que ocupaban menos espacio que las cintas y te permitían almacenar más canciones, sobre todo si contabas con un buen CD Burner.

Su reinado fue tan intenso como breve: duró hasta la llegada de otra tecnología que ahora nos parece muy obsoleta, pero que en su momento marcó a toda una generación: el reproductor MP3 y, sobre todo, el iPod de Apple, que se convertiría en un símbolo de estatus parecido al que gozaría más tarde su iPhone.